La celebración del día de San Valentín más la conferencia de el doctor José Miguel Gómez en su tertulia Jueves de salud mental, en la librería Cuesta, han motivado este artículo. El doctor mantiene la tesis de que es necesario conectar, reinventarse y fluir para vivir de la mejor manera posible, con salud física y mental dentro de las circunstancias de cada uno. El día de San Valentín es la mejor ocasión para que el mercado de consumo explote al máximo el concepto del amor idealizado. Ambas realidades remiten a la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert. Sin entrar en consideraciones propias de la psiquiatría, se pretende comparar los personajes de ficción en su contexto con el devenir de la sociedad actual. Cabe preguntarse ¿el "bovarismo" ha desaparecido dos siglos después o solo se manifiesta con otras formas? ¿La madame fue víctima o villana?
De Madame Bovary se ha resaltado la infidelidad al esposo, puesto que su actitud rompe con un tabú, eso solo lo podían hacer los hombres. Al igual, la traición a los votos matrimoniales, deslealtad y la falta de abnegación como madre no pertenecían al perfil de mujer de su tiempo. Pero se ha soslayado, en gran medida, las razones que, aunque no justificadas para muchos, causaron su comportamiento. Mario Vargas Llosa ha sido de los pocos que ha tocado este aspecto, al igual que ha puesto el dedo sobre el marido, al considerar su actitud poco realista y querer vivir conforme a los estándares sociales de la burguesía de su tiempo. Querer encajar en un grupo social determinado sin los recursos que sustentaran su estilo de vida.
La protagonista había sido influenciada por la literatura romántica que precedió la realista. La búsqueda y espera del amor idealizado se fijó en su mente y produjeron su insatisfacción. Aspiraba al romance eterno, no interrumpido por la rutina de la realidad. Al igual que la vida lujosa ostentada por la burguesía, la ociosidad de la mujer en esa clase social y la asfixia que le producía su modo de vida. Ella no comprendió, ni se situó en su mundo real, ni su marido puso verdadera atención a sus desvaríos. No conectó con su estatus, su medio, sus iguales, no hizo nada para reinventar su vida, adaptarse y seguir viviendo, lo que concuerda con la tesis del doctor Gómez. El quedarse rumiando las mismas penas, confrontando las mismas costumbres, las mismas quejas y no hacer cable tierra con la realidad, para luego reinventarse afecta la salud mental del individuo.
En la actualidad, la idealización del amor se potencializa por vía de los medios de comunicación. Las celebridades exhiben sus romances y pautan el estilo de vida. Se vive hacia afuera, las uniones y separaciones son de domino público y en muchos casos se convierten en espectáculos. Los consejeros sobre relaciones copan las redes sociales. No hay manera de no ejercer influencia en los usuarios, lo superficial y lo real se conjugan y producen el bovarismo del presente, en el cual la mujer sigue siendo la tarjeta de tiros.
Se puede colegir que, aunque las mujeres, en gran parte, juegan distintos roles en la productividad, pocas son ociosas en cualquier clase social, otros factores la oprimen. La sexualización cada vez a más temprana edad. El mercado de la moda, una batalla con el culto al cuerpo. La discriminación laboral, la gran carga del trabajo doméstico, de cuidadoras y de crianza de los hijos. Al igual que, Madame Bovary, quien subvertió el orden moral con el adulterio, la mujer hoy carga con la censura en este sentido, paga con creces el hecho, diferente a si es el hombre quien lo comete.
En fin, Madame Bovary existe y seguirá existiendo, porque no fue ni víctima, ni villana. Solo fue humana, real. Con la tarea de seguir creciendo, trabajar en el autoconocimiento, conocer y adaptase a la realidad y distinguir entre el raciocinio y la manipulación.