… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras. Pablo Neruda
El título de la novela del escritor y agrónomo orgánico, Yannick Enet, es tan sugestivo como la trama de la misma: “Los hombres buenos”. ¡Cómo determinar quiénes son estos verdaderamente!
Yannick, “un francés de nacimiento, pero dominicano por elección”, nos lleva a través la historia y nos hace testigos y actores a la vez. Es casi imposible mantenerse al margen de su lectura.
En ella nos cuenta de ese mundo de los taínos, nos acerca a ellos, a sus luchas por sobrevivir, a las veces que tuvieron que enfrentar la muerte, desde sus enemigos los caribes hasta los invasores europeos.
Todo transcurre en la isla de Ayití (conocida como La Española), donde el personaje principal, Mabó, luego su hija Guanina y su descendencia, nos llevan por los lugares más intrincados, haciendo un recuento, como un monólogo interior, de lo que pudiera significar para los aborígenes la guerra por cuidar su mundo y recuperarlo de mano de los invasores.
No se le escapa ni un solo detalle: las celebraciones de los taínos, sus tradiciones y creencias, sus cacicazgos, la yuca que comían, cómo la cultivaban y los instrumentos usados para rallarla y preparar el casabe, pero, sobre todo, algo de lo poco que nos queda de ellos: sus palabras.
Mabó, el protagonista, consultaba a una anciana acerca del futuro. Tenía la sensación de que algo grande ocurriría. El joven observaba y admiraba desde lejos a los caciques y todos sus ceremoniales y le llamó la atención el presagio del behique* cuando dijo: “Es el fin de nuestro mundo”.
Para conectarnos con la trama, el autor se vale de vivas descripciones y hace sentir al lector dentro del ambiente, con esta escena que nos narra, como una antesala del caos que vendría más tarde…
“El cielo anaranjado iluminando el mar grande, el canto de los pájaros celebrando el nuevo día, el viento susurrando entre las hojas de los árboles, todo estaba perfectamente tranquilo…”
Conocer la obra, así como el porqué de las cosas, requiere sumergirse en el relato. De cualquier esquina puede salir lo impredecible. El autor no solo cuenta los hechos en tercera persona, sino que explota en voces desde el interior de sus personajes, con sus pensamientos y emociones. Nos lleva en un recorrido desde los tiempos antes de la conquista hasta una tarde tranquila, años después del exterminio.
Para Yannick, el ambiente es tan relevante como las acciones. Es como si los lugares donde se desenvuelven los hechos, fueran también protagonistas. Toma su tiempo para describir vívidamente el espacio, la naturaleza, los animales y los actores.
Nos muestra paso a paso escenarios como Nagua, Samaná, La Isabela, la Sierra de Bahoruco, Palenque, la región del Cibao y Santo Domingo; y personajes como Guacanagarix, el Almirante Cristóbal Colón, Caonabo, Roldán, Lemba, Nicolás de Ovando…
La historia se mueve, crece y se reproduce como la vida misma: La vida de los taínos en la isla La Española o Ayiti, luchando contra caribes, españoles, traidores, las fuerzas de la naturaleza y todo lo que se oponía a su existencia.
El autor es fiel a los contextos históricos y geográficos, pero nos lleva en una miríada de formas posibles, aplicando varias técnicas narrativas (como una historia dentro de otra historia y retrospección, entre otras), manteniendo así la conexión con el lector, quien, aunque no conociera el trasfondo real, puede muy bien descubrir, aprender e interesarse en saber más de una raza que ha sido exterminada varias veces: en la tierra, en el tiempo y en el papel.
Su estilo narrativo es sumamente descriptivo, incluyendo diálogos y los pensamientos de los personajes. Es a su vez emotivo, sensual y, en algunas ocasiones, con toques de erotismo.
La novela, escrita originalmente en francés (Les hommes bons, 2021), y traducida por el mismo autor al español, es el resultado de más de tres años de investigación y trabajo creativo. Cristóbal Colón, Ramón Pané, Bartolomé de las Casas, entre otros, son parte de las referencias que Yannick, a fin de recrear la verosimilitud de su historia. Esto lo podemos notar en la gran riqueza de su vocabulario, así como en los datos históricos, culturales y geográficos que de manera generosa proliferan en toda la obra.
Sin embargo, es la manera de narrar, casi como una cámara fotográfica, que nos lleva a ir detrás de Mabó, y pensar junto a él, andar por los asentamientos taínos, conversar con los behiques y caciques, sentir la tensión en las conversaciones con la sabia anciana, con su hija Guanina, o con la tía que la crio. Escuchar los gritos de los aborígenes mientras eran torturados, percibir la cercanía de los perros mientras iban tras aquellos que se atrevían a huir. Pero también, cada paso tras la conquista, sintiendo cómo se les escapaba su civilización, como lluvia que se escurre entre los dedos e irremisiblemente es absorbida por la tierra.
Esta novela, nos muestra el río escarlata que corre por el Valle del Cibao hacia los cuatro puntos cardinales de la isla, de Ayiti, los alelos de ADN de las gentes, que vuelven al mar. Mientras, en el trasfondo, otro hilo conductor, el oro, en su recorrido, desde las entrañas de la tierra a las manos de los taínos, pasando por los invasores españoles, hasta ser arrebatado por el pirata que atracó en el puerto de Santo Domingo, en 1586.
Los hombres buenos, es la historia de los taínos, del hombre blanco, de los esclavos, de los cimarrones, de los mulatos, de la mezcla que somos todos, por fuerza o por amor, de la historia que, en vez de morir, renace una y mil veces en la vida, en el papel, y en novelas como ésta.
Yannick Enet nos invita a ser testigos de esta historia, a recrearnos en su lectura y, junto a sus personajes, ser juez y parte de la misma.
*Behique: Sacerdote taíno.
Los hombres buenos. Enet, Yannick. Santo Domingo, 2021. Autopublicación.
Disponible en Cuesta Libros, Alianza Francesa (Santo Domingo) y en Amazon como “Los hombres buenos, de Yannick Enet (Spanish edition)”.