Lo que pasa con Pedro Henríquez Ureña es que aprendes, te confortas, te integras a una familia cada vez más extensa de bondad. Le ha pasado ya a una serie de investigadores. Comienzas a estudiar a Pedro Henríquez Ureña y te puedes pasar toda una vida leyéndolo, investigando, compartiendo sus ámbitos todavía no lo suficientemente abarcados por estudioso alguno. Le pasó a Emilio Carilla, su discípulo en La Plata; a Rafael Gutiérrez Girardot -quien en casi cuarenta años publicaba un ensayo cada decenio-; a Alfredo Roggiano, quien dejó dos libros memorables sobre el humanista dominicano y dejó uno por la mitad.

Si en su país natal el nombre de Pedro Henríquez Ureña muere en una universidad que lleva su nombre, en una papeleta de 500 pesos, en estatuas y ditirambos en una miríada de instituciones que llevan su nombre y que lo celebran no más allá del simple aplauso, cero apoyo hay para su estudio y conservación.

Y en verdad, del hijo de Salomé y Francisco todavía queda mucho por estudiar, recuperar, poner en relación. También pasa con Camila y Max. Bien que se han hecho valiosos intentos, como los de Arístides Inchaustegui y Blanca Delgado Malagón con el “Epistolario de la familia Henríquez Ureña”, y los de Bernardo Vega y el epistolario de PHU con sus amigos dominicanos. Incluso un trabajo que desarrollé y se publicó entre el 2013-2014, sus “Obras completas”, en 14 tomos, ya luce anticuado, se necesita modificar, en función de la aparición de ejemplares anotados por el maestro, que darían cuenta de correcciones que mejorarían la calidad de su pensamiento y propuestas conceptuales.

Pedro Henríquez Ureña.

Pero para los dominicanos acercarnos a semejante figura, falta una cultura política que lo saque de ese exilio en el que todavía continúa. Porque sí: porque el legado de Pedro y sus hermanos Camila y Max todavía no forma parte de las agendas culturales locales ni de Exteriores. Instituciones como el Archivo General de la Nación, la Academia Dominicana de La Lengua y la de la Historia pudieran dedicar recursos para al menos obtener copias de los archivos Henríquez-ureñianos que se encuentran en México, Cuba, Argentina, España, Costa Rica y en Estados Unidos. Igualmente, nuestras legaciones diplomáticas podrían ofrecer sus dispositivos en aquellos países para traer de vuelta al menos copias de tantas cartas y documentaciones valiosas para el conocimiento de nuestro pasado. Ya en lo particular tendría que agradecerle al vice-cónsul dominicano en Cuba, Natanael Santana Ramírez, por haberme agenciado un valiosísimo apoyo en la localización de cartas de Pedro Henríquez Ureña en el Archivo General de Cuba.

A veces cosas tan simples o elementales como enviar una carta abren puertas y a veces portones.

¿Por qué tanta pereza? ¿Por qué tanto desconocimiento?

En el 2011 Sonia Henríquez de Hlito decidió enviar las cosas más personales de su padre a la Biblioteca Nacional que lleva su nombre en la Rep. Dominicana, y su archivo, al Colegio de México. Sabia que fue esa decisión, porque el resultado en el caso nuestro ha sido casi devastador: aquel regalo de su máquina de escribir, sus libretas de apuntes y hasta sus carnets de identificación, todavía siguen empaquetados en cajas como de zapatos, sin visibilidad alguna. ¡Y ya han pasado 13 años de ese regalo! ¡Y ya hasta el Banco Popular donó un millón de pesos para una Cátedra PHU en esa misma Biblioteca Nacional que todavía está por arrancar!

Seguramente todo tiene su tiempo y una lástima que este no sea el tiempo de Pedro Henríquez Ureña, al menos en lo oficial.

Max Henríquez Ureña.

En Ediciones Cielonaranja nos hemos propuesto recuperar lo más posible ese significativo legado, que trasciende las fronteras locales. Pedro Henríquez Ureña se consideró y fue considerado como un “ciudadano de América”, como lo fueron Martí y Hostos. Todavía en México se valora y se estudia su legado. En Argentina la Universidad de Buenos Aires le ha dedicado una Cátedra, dirigida por el Dr. Daniel Link, una de las personalidades más influyentes en lo cultural, y sin embargo, nuestra embajada ha hecho mutis en los últimos años del apoyo prometido. En Salamanca igualmente se ha fundado otra Cátedra, dirigida por la Dra. Eva Guerrero Guerrero, que todavía espera el salvavidas del Ministerio de Cultura dominicano.

Entre el 20 y  21 de marzo el prestigioso Colegio de México acogerá un coloquio internacional titulado “Los Henríquez Ureña y la constelación americana”, donde se reunirán especialistas y a donde quien les escribe igualmente ha sido invitado.

Y todo este esfuerzo sobre Henríquez Ureña se realiza en la mejor tradición dominicana, “a mano pelá”, aliviada, hay que decirlo, por el apoyo de amistades conscientes y solidarias con ese alto pensar al que nos acostumbró la pluma de ese humanista nuestro.

A pesar del tono crítico de estas líneas, igualmente apostamos por la investigación, por el compartir nuestros descubrimientos, porque esas letras nuevas, esos nuevos libros que están saliendo y seguirán saliendo, igualmente nos revelan el encanto de estas alturas.

[Espero pudieran compartir estas líneas y el pdf acompañante donde informamos sobre la “Biblioteca Pedro Henríquez Ureña” en Ediciones Cielonaranja. Para los que estén Ciudad México y les interese el evento del ColMex, aquí les dejo la página de inscripción:

https://agenda.colmex.mx/Actividad/3769/los-henriquez-urena-y-la-constelacion-americana/20240320