Juan Freddy Armando es un destacado intelectual dominicano, escritor y publicista. En su dedicación a la escritura, se destaca como excelente poeta, ensayista y articulista. Su producción se encuentra esparcida en plataformas de redes sociales, así como en periódicos y revistas.

Gran parte de su obra poética tiene la gracia y profundidad de poetas que escribieron poemas irónicos y paradójicos, como el llamado antipoeta Nicanor Parra:

(Fragmento de “Antipoema a la vida cotidiana” de Nicanor Parra)

Los días pasan como trenes, / sin que yo me suba a ninguno. / A veces me pregunto, / ¿será que el destino me olvidó en la estación? / O simplemente, / soy un viajero sin boleto.”

De esa colección de poemas irónicos y paradójicos de Juan Freddy Armando, me referiré a un poema extenso llamado "Llantos a mi muerta viva".

Es un poema singular porque tiene características que lo hacen único; además, la voz del poeta es inconfundible, reflejando su personalidad y perspectivas únicas. Su singularidad también se define por el abordaje de un tema poco convencional, tratado de una manera novedosa con una dimensión especial, haciendo que el lector lo perciba de una forma nueva y sorprendente.

Este texto se presenta como una elegía que desafía las convenciones tradicionales de la muerte y el luto. A través de la ironía y el uso de imágenes poderosas, el poeta nos invita a reflexionar sobre la continuidad del amor más allá de la muerte, un tema que, aunque ha sido explorado por muchos, encuentra en este poema una expresión singular y visceral.

Desde el primer verso, el lector se confronta con la dicotomía entre la vida y la muerte: "Amo a esta mujer aunque al abrazarla / sienta el cuchillo del hueso". Esta imagen de un abrazo que se convierte en una experiencia dolorosa refleja la ironía central del poema: el amor perdura incluso en la presencia de la descomposición física. El amor no es solo una emoción, sino también una lucha, un conflicto entre lo que se pierde y lo que se recuerda. La repetición de "Amo a esta mujer…" crea un mantra que enfatiza la resistencia del hablante ante la pérdida, una especie de declaración de fe en la permanencia del amor.

El lenguaje que utiliza Armando es crudo y evocador, con descripciones que nos llevan a un estado de inquietud. Las referencias a los huesos y partes del cuerpo no solo ilustran la muerte física, sino que también invocan una conexión profunda entre el amor y la corporeidad. El cuerpo de la amada se convierte en un mapa de recuerdos y sensaciones, lo que hace que la ausencia se sienta aún más intensa. Los versos, “…y sienta el tintineo de los homóplatos / que ya se desencajan / vencidos por la presión de mi cariño / transformado en prisión de carnes, / sobre sacros, maxilares, carpo, / metacarpo, parietal, occipital”, ponen de relieve el dolor de una conexión que, aunque viva en la memoria, está condenada a la inercia de la muerte.

El uso de la ironía también se manifiesta en la forma en que el poeta aborda la sonrisa de la muerta: "Amo a esta mujer que ha cambiado el poema de sus labios / por una forzada sonrisa interminable". Esta transformación del deseo y la conexión en un gesto sin significado subraya la tragedia de la pérdida, donde la esencia de la persona amada se ha diluido en la fragilidad del cuerpo muerto. Aquí, el amor se convierte en una lucha por recuperar lo que ya no es, un anhelo que se siente casi como un sacrilegio, como un intento de desafiar las leyes de la vida y la muerte.

La referencia a otros poetas, como Nicanor Parra o Jorge Luis Borges, entre otros, es pertinente. Ambos poetas utilizan la ironía para abordar temas de amor y pérdida, pero en el caso de Armando, el enfoque es más visceral y físico, creando un retrato del amor que es tan crudo como poético. Su estilo se caracteriza por una densidad que, lejos de ser opresiva, invita al lector a una exploración profunda de la relación entre el cuerpo y el amor.

La conclusión del poema, en la que el hablante expresa su deseo de encontrar cada parte de su amada, "molécula a molécula, átomo por átomo", encapsula la esencia de su lucha. Hay una desesperación palpable en estas líneas, un deseo de restaurar lo que se ha perdido. Esta búsqueda no solo es por la carne, sino también por la esencia de lo que significó la relación. Es un acto de amor absoluto que desafía incluso la muerte misma.

En "Llantos a mi muerta viva", Juan Freddy Armando logra crear un poema que es a la vez un homenaje y una protesta contra la muerte. Su uso de la ironía y la paradoja no solo enriquece el texto, sino que también permite al lector experimentar la complejidad de las emociones humanas en relación con el amor y la pérdida. El poema se convierte así en un espacio de resistencia, donde el amor no se extingue con la muerte, sino que se transforma y se redefine, reflejando la profunda humanidad que se encuentra en las palabras de Armando. Este poema no solo nos habla de una pérdida personal, sino que también nos invita a considerar la universalidad del amor y el dolor, como seguramente le llega al lector.