126) Aunque no he de conocer las razones profundas de los suicidios, sí creo tener claro que en gran parte de ellos subyace la intención de castigar a otros.
127) Aunque Proust intentó explicarlo, no he podido entender (y quizás nunca lo entienda) por qué la fe de los creyentes, en vez de reducirse o desaparecer a medidas que más sufren, tiende a multiplicarse. Creo que me moriré sin comprender esa “compleja” relación sadomasoquista entre el dios oficial y sus patéticas criaturas.
128) La estética del lenguaje es también una falsificación de la “realidad”. Sin embargo, el lenguaje antiestético no necesariamente muestra la “realidad” de forma más objetiva. Pienso que en materia de escritura es preferible dar el primer tipo de lenguaje. Si de todas maneras se ha de mentir, es mejor hacerlo de la manera más bella posible.
129) Todos somos actores, y nos gusta que se tomen por verdaderas nuestras actuaciones. Sin embargo, nos molestan ciertas actuaciones de otros, y hasta nos da con denunciar las “mentiras” de sus papeles, como si acaso los nuestros fuesen verdaderos; sólo se trata de un juego, de una competencia de máscaras.
130) “Dios no se mueve de su sitio”, solía decir mi amigo Nelson Rodríguez. No sé si habrá recordado aquellas palabras –con las que quería significar que Dios estaba siempre atento a nuestras necesidades y presto a buscarle soluciones cuando lo entendiera de lugar) en el momento de su agonía final, frente la noche tenebrosa e inocente, y cara a las hambrientas aguas del mar Caribe que volcaron la yola en que viajaba persiguiendo sus sueños, procurando un destino luminoso que pensaba le aguardaba allende la isla.
Sin el privilegio de la locura, a muchos les habría resultado muy difícil soportar el peso de la existencia.
131) Así, sin excepción, todos vamos heridos de realidad.
132) Solo los seres muy especiales saben comprender el valor del silencio y la soledad. Este escaso tipo de personas debe hacer grandes esfuerzos para poder soportar a las personas escandalosas y a las que les viven huyendo a estar con ellas mismas.
133) En el intento de encontrarme a mí mismo, he colocado a un lado toda teoría. Ya sé que no daré conmigo, pero también sé que cualquier teoría en tal sentido me extraviaría mucho más.
134) Lo que garantiza la “realidad” del dios oficial es la inaccesible distancia que lo separa de sus adoradores. Si estuviera a una distancia accesible a los sentidos, ese dios nunca habría alcanzado tales encantos, no inspirara tales anhelos; no pasaría de ser un simple concepto, lo que es para quienes han tenido la dignidad de no aceptar su realidad.
135) Al nacer, nos alimentan con fábulas. Y de la misma manera nos hacen descender a la tumba.
136) Por cada sonrisa están presentes ríos de lágrimas. En el momento en que algún ignorante descarado se proclama feliz, la vida de muchísimas personas están siendo destrozadas.
137) Son muchos los violentos que entienden su agresividad como signo de valentía; son los mismos que ven en la moderación y la prudencia de otros signos inequívocos de cobardía.
138) A veces me incomodan los resignados, los incapaces de decir no y rebelarse; pero también repudio a los fanatizados con sus verdades, aquellos que son incapaces de entender y respetar la verdad de los otros.
139) La literatura ha sido para mí, entre otros cosas especiales, la forma más auspiciosa de alejarme de un mundo en el que desde muy joven supe que no encontraría respuestas a mis inquietudes esenciales. La literatura, que no está para dar respuestas sino emociones y ensoñaciones exquisitas, ha sido la puerta de entrada hacia el imaginario de mi libertad; la mejor manera de yo hacer frente a tantas realidades desagradables.
140) Casi siempre, el fracaso en literatura (con la excepción de aquellos que carecen del talento requerido, a quienes de nada le valdrían sus esfuerzos) se explica en que muy pocos quieren pagar el precio que ella exige.
141) Los mejores demonios: aquellos acerca de los cuales no hay dudas de sus perversidades; los peores: los que se las ingenian con éxito para hacerse pasar por bondadosos, creíbles y respetables; esos a quienes todavía les funciona disfrazarse de buenos.
142) Durante mi infancia y adolescencia, los boleros fueron mi primera conexión con el lenguaje poético. Además estaba el paisaje, la música del río, las sonrisas de las flores, las frutas ofrendándose generosas a mi paladar.
143) Me alegra ser un extravío de Dios, pero, por suerte, bendecido por la pasión literaria, por el lenguaje del sueño, la fantasía y la imaginación.
144) A veces me pregunto cómo habría sido mi vida si la literatura no hubiese venido en mi auxilio. ¿Acaso no habría sido mi vida un exilio?
145) Si bien me declaro pesimista respecto del destino del país, trato de apartar de mí la misma creencia respecto de mi destino individual. Es solo, sin duda, engaño necesario.
146) La soledad es tan esencial para el escritor que a veces hasta la muda presencia de seres y cosas a su alrededor le crean molestias, se tornan ruidosas para él en su solo estar ahí.
147) La vida siempre nos hace trampa. Y sólo podemos jugar su juego tramposo si nosotros también se la hacemos a ella.
148) La comercialización de ilusiones es, sin dudas, el mejor de los negocios. Ello queda demostrado – entre otras cosas– por los grandes mercados de consumidores de fantasías que tienen cautivos las iglesias, los juegos de azar, las ofertas de los brujos y los magos. Y, en menor medida, los libros de auto ayuda y de “superación personal”.
149) Siempre serán muchos más los que ignoren que el silencio también es un discurso, o puede constituirse en tal. Un discurso de sabiduría o de resignada cobardía, pero un discurso. Un discurso de tolerancia, de respeto, de educación, de compasión; o un discurso de sabuesa servidumbre, de envilecida conciencia de que la “razón” le pertenece al otro.
150) Sin el privilegio de la locura, a muchos les habría resultado muy difícil soportar el peso de la existencia.