PEDERNALES, República Dominicana.- En los años setenta del siglo XX, este municipio del extremo sudoeste de la frontera dominico-haitiana aún vivía un agitado activismo económico, político, cultural y deportivo, sin precedentes.
La represión de los gobiernos de Joaquín Balaguer (1966-1978) tenía tentáculos en el pueblo. La crítica al régimen estaba vedada. Bastaba abrir la boca para ser etiquetado como comunista; por tanto, sin derecho a empleo público y en lista de eliminables por parte de guardias y policías adoctrinados para matar por ideas.
La estadounidense Alcoa Exploration Company seguía con la febril explotación de las minas de bauxita en Aceitillar y Las Mercedes, en la Sierra Baoruco. Lo hacía desde finales de los años 50.
Para cumplir la demanda internacional de la materia prima del aluminio, contrataba personal fijo y “móvil”, que distribuía en desgastantes turnos de ocho horas cada día, cada semana, cada año. De las regiones norte y este llegaban hombres en busca de entrar a nómina. Luego, trajeron a sus familias.
El Grupo de Acción Máximo Gómez (Camago), presidido por Teófilo Estévez, se reunía en la enramada de la Iglesia Católica para diseñar estrategias sobre denuncias a la explotación sin piedad de los recursos naturales de la comunidad, el creciente pasivo ambiental y la escasa inversión en el desarrollo de la provincia.
El Club Socio Cultural era vibrante. A través de grupos, como el de poesía coreada, servía de escenario a expresiones de rebeldía contra el régimen y a las fiestas populares con el Combo Pedernales y otras agrupaciones. Los clubes León y Leo, con un perfil elitista, cumplían sus roles.
La cancha de vóleibol y baloncesto, en el centro de la ciudad, resultaba insuficiente para la cantidad de adultos, jóvenes y niños que se arremolinaba con ansias de participar. Los tres estadios desbordaban sus capacidades. El deporte estaba en la agenda diaria de los pedernalenses. También la moda del afro, los pantalones campana, las camisas rameadas y las minifaldas.
ADAPTADOS A LA REALIDAD
Las Pequeñas Ligas de Béisbol Infantil de Pedernales habían sido creadas el 22 de abril de 1972 y adscritas a la Oficina de Williamsport, Pensilvania, en Estados Unidos. La Alcoa es dueña de la franquicia 6740103, que consigna las categorías: 9-12 años (infantil), 13-15 (Senior), 16-18 (grande), divisiones I y II de Softball.
El proyecto desarrolló pinitos a 14 kilómetros de la capital de la provincia, en un exclusivo parque ubicado en Cabo Rojo donde residían ejecutivos de la minera y operaban las oficinas administrativas de la empresa.
Con hijos de empleados mensuales que vivían en el municipio, el encargado del Laboratorio de Química y de Comunicación, Víctor García Álvarez, formó dos equipos que luego nombró como Aluminio y Bauxita.
Los jugadores eran trasladados una vez a la semana -jueves en la tarde- en los autobuses amarillos de transporte de los obreros. La participación de niños que no fuesen hijos de alcoeros estaba prohibida. Pero la realidad obligó a abandonar la idea original.
En 1973 fueron creadas dos nuevas novenas con muchachos del pueblo. Así nacían Alúmina y Aragonita, y un nuevo escenario para jugar en el mismo pueblo.
Como ha confirmado el primer entrenador, Lalo Maldonado, “esa expansión surgió por la presión de ustedes, los muchachitos del pueblo, que querían jugar y los otros se burlaban; entonces, Héctor Cruz y yo le hablamos a Víctor, y él llevó la inquietud a la Gerencia, y ésta lo aceptó… Yo estaba muy empapado en eso de pelota; nota que ahí se comenzó a poner madrinas a los equipos”.
El primer torneo de béisbol infantil entre Aluminio (azul), Bauxita (rojo), Aragonita (amarillo) y Alúmina (verde) fue celebrado en la primavera de 1973. Los verdes ganaron la serie final.
DE PANTALONES CORTOS A LARGOS
En el primer semestre de 1978 debutaban dos equipos de softball de niñas entre 9 y 12 años: Rosas (blanco con rojo) y Orquídeas (amarillo con azul). Vestían uniformes con pantalones cortos, sueltos. Eran acompañadas por dos mujeres: Esther Pérez, al equipo Rosas. YPuchunga, a Orquídeas. Ganaron las Orquídeas.
Al terminar el primer torneo y pasar la edad reglamentaria, formaron Azaleas (azul) y Dahlias. Entonces vistieron pantalones largos porque –según el tesonero entrenador, Julio Alfredo Pérez (Cucún)- ya tenían buenas piernas y había que protegerlas de los mirones”.
Ingrid Pérez ha cumplido 54 años. Es dueña de la empresa de consultoría ICG, Srl. Ingeniera civil, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha sido docente de la universidad INTEC y en la Maestría en Project Management en la Universidad de Quebec, que se imparte en el paíscon la Universidad APEC,
Con 12 años, ella jugaba el Shorstop y era capitana del equipo Las Rosas (luego Azaleas). A los 14 saldría hacia la capital donde haría el bachillerato en matemáticas, “porque estaba muy clara de que estudiaría ingeniería”.
Hija de Yime y Virginia Pérez, gobernadora de aquel momento, habla con pasión de su época dorada.
“Yo era fanática de jugar béisbol. Tanto así que, aun siendo niña, iba a ver el juego de los varones en el campo de béisbol de los grandes. Llegó un momento en que Cucún me puso a jugar con ellos. Me acuerdo jugar con Compare, que en paz descanse. Cuando llegaba a la casa, llena de moretones y pelados, me ponía pantalones y camisetas largas para ocultárselos a mi mamá, que no quería que yo jugase. Recuerdo una vez, jugando en la loma, en Arroyo Dulce, el terreno estaba lleno de piedras y para coger la bola había correr esquivando las piedras”.
Ingrid relata otra anécdota que tiene muy presente: “Los sábado, que eran los días de juego, mi mamá me mandaba al mercado a comprar las verduras. Como el juego empezaba a las nueve, yo me levantaba a las siete y me ponía el uniforme debajo de la ropa. Un día, para hacerlo más rápido, me fui en bicicleta, pero, de regreso, se me pinchó una goma. Recuerdo estar llorando todo el camino porque llegaría tarde al terreno de juego”.
Hirhina Peña, 56 años, es hija de Austria Pérez y el profesor Heráclito Peña. Estudió Arquitectura en la UASD. Trabajó en construcción en Santo Domingo, “hasta que emigré a Estados Unidos y, como quería seguir en lo mismo, en la Universidad de Nueva York hice unos estudios de Project Managment, y eso trabajo aquí”.
El 30 de junio de 1978 recibió el certificado como lanzadora campeona,por haber obtenido el mejor promedio de juegos ganados y perdido en el Primer Torneo de la División I de Softball. Tenía 12 años.
Adalgisa Matos (Mami Beté), 56 años, hija de la ama de casa Rosaura Pérez de la Paz y el pescador Humberto Matos Hernández (Santo Beté), padre de 18 (incluidos cinco de crianza). Abogada. Dirigente del Partido Revolucionario Dominicano. Alcaldesa de Pedernales durante el período 2006-2010. Había cumplido 9 años cuando llegó al estadio y se desempeñó como tercera base y cátcher de su equipo.
“La liga fue una escuela más de formación personal que de deportes, para una persona como yo, quizás la más pobre del grupo… Cucún nos ayudó mucho… Agradezco la formación que recibí en esos equipos, que ahora, lamentablemente, no los hay. Si nos quemábamos en la escuela, nos sacaban y nos ponían de castigo”, ha contado Matos, quien reconoce, sin embargo, que venció amagos de discriminación por su origen socioeconómico.
Para Adalgisa, el estadio fue un espacio de aprendizaje.
“Recuerdo un día en que jugábamos. Entonces vimos a una de las mellas de Mirín con todo el pantalón lleno de sangre, y no se daba cuenta que se había desarrollado en ese momento. Todo el mundo se asombró. Esther buscó una sábana y la arropó. Y se la llevó corriendo. Nosotras nos quedamos como sorprendidas, tú sabes. Hasta el juego se terminó por eso. La menstruación era una cosa grandísima para nosotras”, ha narrado entre risas.
Compartieron también la experiencia deportiva: María Isabel Guerrero, Rosita Féliz Montero, Julia Pérez Guerrero (Toba), Santa Matos (Tereco), Julia Méndez, Georgia Mercedes, Teresa Sadia, Melba y MaritzaPérez, Ondina, Marisela Medina (Chela), Daneira, Rosita Matos, Dionelis, Magalis y Rosa Pérez (Pei).
También Migdalis Batista, Antonita y Temy Pérez, Rosanna Saldaña, Soramelia López Mella, Rosita, Daneiry, Quelina Pérez, Julita, Nuni Reyes Pérez (Nuni Juanín), Migdalis Batista, Lissette y Mirtha Peña y Dulce Jovita.
Cuarenta y dos después, cada una tiene su rumbo profesional y familiar, pero un cordón umbilical las une: la vida de niñas en el Play. En la Semana Santa de 2019 se reunieron aquí y celebraron un juego del recuerdo.
Han perdido destrezas, pero han ganado en voluntad y amistad. Todas coinciden en que este pueblo urge reverdecer el árbol sembrado con las Pequeñas Ligas.