Adaptación de una metáfora

Algo importante de la lectura es la posibilidad que brinda de enlazar ideas, ampliar conceptos, desarrollar la imaginación y elevar el nivel de creatividad. Permite estructurar mapas mentales y espirituales, capaces de hacer entender y hasta dar respuestas, no solo a problemas de la vida en sociedad, sino a preguntas existenciales. En el libro El cerebro del artista (2019, p. 15) de María Dierssen Sotos encontré la expresión “Las misteriosas mariposas del alma”, refiriéndose a las células neuronales. Esta frase fue acuñada por Santiago Ramón Cajal (1852-1934) cuando dijo: “Las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental”. Esas neuronas y su actividad a nivel cerebral (o en otros órganos del cuerpo, ya que se han detectado células similares en el corazón y en el estómago de los individuos humanos) semejan una metáfora del lenguaje a mi manera de reflexionar. Solo me costó tomarla y adaptarla al título del presente texto sin pasar por alto el crédito de su origen. Es otro tema y se ajusta a lo que tratamos cuando hacíamos análisis de semejanza entre animales y el lenguaje. Véase lo anterior en: “Los extraños habitantes del lenguaje”, donde se hacen analogías con la luciérnaga, el dragón y el pez. Ahora, con la mariposa. Las relaciones que tiene el lenguaje con elementos de la naturaleza son innegables, surgen de la naturaleza misma. Reflexionar sobre ello nos conduce por campos algorítmicos con múltiples correspondencias. ¿Se podría pensar que la biología cerebral está conformada a imagen de la naturaleza y el cosmos? No es la primera vez que ha surgido esa pregunta, ni será la última. Algunos han llegado a decir que el cerebro es un microcosmos, “que lo que pasa afuera, pasa adentro”. De todas formas, la teoría de la conexión entre todo en el universo, podría ser tomada en cuenta. Mientras tanto, sigamos con la relación mariposa-lenguaje.

Las neuronas: mariposas del alma

Imaginemos la actividad de las neuronas en el cerebro humano. Es de naturaleza compleja y fascinante. Es una aventura observar cómo actúan para procesar y transmitir informaciones en el sistema nervioso central, cómo intervienen en las funciones voluntarias e involuntarias del cuerpo, cómo en realidad estas células transmiten impulsos nerviosos desde los tejidos del cuerpo y los órganos sensoriales hacia la médula espinal y el cerebro. Se establecen “conversaciones neuronales” por medio de la sinapsis, donde la energía química se convierte en impulso eléctrico.

Pero la idea de este texto no es profundizar en las características y la función cerebral de forma profunda desde la neurobiología. Nos centraremos en el simbolismo que existe entre las mariposas y el lenguaje. El tema de las neuronas aparece aquí como un cuerpo analógico con las mariposas para adentrarnos en las ideas y conceptos. Estas células intervienen en los procesos cognitivos como son: perceptivo, atención, pensamiento, memoria y lenguaje. Todos estos procesos están conectados, siendo el del lenguaje, una capacidad humana de orden superior en la escala del desarrollo cerebral.

Volvamos al principio. Como se ha dicho, Santiago Ramón Cajal llamaba a las neuronas “las misteriosas mariposas del alma”. Lo de misterioso se describiría por la fascinación que produce el estudio de las funciones neuronales y el resultado que se espera de ellas. Lo de mariposa es el parecido estructural de las células con esos insectos cuando estas están en plena actividad. El científico, también ha utilizado la palabra alma. Este vocablo ha sido objeto de importantes descripciones a lo largo del desarrollo del discurso religioso, filosófico y científico. Los filósofos presocráticos la consideraban como principio vital de los seres vivos. Para ellos no era una entidad fuera del cuerpo. Tanto Platón como Sócrates la consideraban como elemento fundamental del ser humano. Además de ser una entidad racional e inmortal. En La República, Platón la divide en apetitiva, racional y fogosa. Aristóteles consideraba que el alma no era un cuerpo, sino algo del cuerpo. Ya más acá en el tiempo, René Descartes (1596-1650) plantea el dualismo mente-alma o el dualismo de sustancia, donde tanto mente como alma son independientes. A esta concepción, Friedrich Nietzsche se opuso. De todo lo expuesto existen los postulados del monismo, dualismo y pluralismo. Contra el dualismo cartesiano se argumentaba que la mente no tenía masa, era inmaterial, que no tenía un equivalente de energía, que no podía actuar causalmente sobre el cuerpo, entre otros. Para la neurociencia, el alma es “un conjunto de procesos fisiológicos del cerebro que definen al individuo humano, en tanto es”. Se ha llegado a proponer la posición del alma en el cerebro. Los doctores Stuart Hamroff y Sir Roger Penrose la ubican en los microtúbulos de las células cerebrales.

La metáfora de Cajal

Tratemos de introducirnos en el simbolismo de la metáfora de Santiago Ramón Cajal. Atendiendo a la definición dada al alma por los neurocientíficos, lo de Cajal no es una simple metáfora, sino que avista, las formas de las neuronas en el cerebro, sus procesos sinápticos y los mecanismos de las transferencias de informaciones. Aborda la plasticidad de estas células desde la funcional, hasta la estructural en el cerebro. Les pone alas y las hace volar como mariposas. Eso quizá sea lo metafórico, porque, cuando se determina su posicionamiento en el cerebro, las neuronas no viajan después de realizar la migración (quizá a ese vuelo sea al que se refiera el científico), como hemos escrito. Aunque existen excepciones que son objetos de estudio (ya conocemos la complejidad del cerebro humano y lo poco que sabemos de él todavía). Lo que sí vuelan son los impulsos bioeléctricos en las conexiones entre neuronas de diferentes regiones cerebrales. Se mueven usando señales químicas. Son moléculas que se vinculan entre sí, en las células gliales o axones nerviosos. De ello surgen los diferentes procesos cognitivos ya tratados, incluyendo el lenguaje.

El lenguaje y los sentidos

No se puede excluir el lenguaje como componente de la llamada “alma” humana. No tendría sentido en su conformación, dado que todos los procesos conscientes e inconscientes están relacionados con él. Jacques Lacan (París, 1901-1981) sostenía que el inconsciente está estructurado como lenguaje. El inconsciente habla desde los sentidos interiores. En toda esa complejidad, podría clasificarse entre los constituyentes del alma: los sentidos físicos, los interiores (mentales) y los espirituales. Está claro cuáles son los sentidos físicos. Esos mismos sentidos funcionan a nivel mental: se puede sentir dolor aunque haya desaparecido del cuerpo físico, percibir el sabor de una fruta sin comerla…, todo relacionado con la memoria, personalidad, genética y emociones previas del individuo.

Lo que reviste mayor complejidad es la descripción de los sentidos espirituales, porque interviene el “alma” con lo divino. Para ello hay múltiples explicaciones que se podrían desarrollar, a partir de las creencias. A este respeto, consideramos a las creencias como una construcción funcional y estructural del cerebro humano, visto desde la neurociencia, sin cerrar las ventanas a otras conceptualizaciones.

El vals de las mariposas

Las lenguas son sistemas articulados de signos. Sus acoplamientos suceden en la última etapa del desarrollo del lenguaje. Al definir las palabras como signos lingüísticos y vistas de manera independiente, podrían compararse con las neuronas del cerebro. Esas palabras son “mariposas” en la lengua y el lenguaje. Tienen la capacidad de unirse unas a otras, de establecer vínculos y formar cadenas de palabras generadoras de sentidos y significación. Las palabras bailan un “vals de mariposas” en la mente. Pueden funcionar de formas independientes o vinculadas en redes. Se enlazan en el pensamiento, el habla y la escritura. Cada palabra tiene o se le ha adaptado cierto tipo de significación, pero al ser articuladas en redes (fonemas, sílabas, palabras, frases y oraciones) producen otros sentidos según el acto de comunicación. Las neuronas (las mariposas de Cajal) también pueden funcionar de forma independiente y mediante sinapsis.

Los dadaístas y su tejido de palabras

Se nos ocurre, en este análisis de relación, nombrar a los dadaístas y sus formas aleatorias de escribir sus poemas. Recortaban las palabras de los periódicos, las mezclaban y las ordenaban al azar. Ese método generó poemas ininteligibles, por las lejanías entre los campos semánticos o porque el algoritmo utilizado manualmente no es el mismo que el de las células neuronales, los cuales obedecen a estímulos y capacidades más avanzadas para tales fines. Existen neuronas para diferentes funciones específicas en el cuerpo humano. Las relacionadas con el lenguaje están ubicadas en múltiples partes del cerebro, señalándose las áreas de Broca y Wernicke como las principales.

Pablo Neruda, joven.

Polvos del amor y “Las palabras” de Neruda

Para su apareamiento, ciertas mariposas lanzan polvos (polvos del amor) a su pareja para llamar la atención. Es una atracción química, por medio de feromonas. En la antigüedad, la mariposa era un emblema del alma y la atracción inconsciente a lo luminoso. Se puede hacer una analogía entre ese polvo del amor de las mariposas y, en el cerebro, los neurotransmisores: norepinefrina, dopamina, epinefrina, acetilcolina, serotonina, glutamato…, cuando transmiten mensajes entre las neuronas mediante sinapsis. Esa conversión de energía química a eléctrica puede producir la ilusión de que a la vez se convierte en energía lumínica. Por eso quizá la metáfora de que cuando llega “una idea a la cabeza”, se encienden bombillitos.

Es la ocasión para rescatar cómo Pablo Neruda (1904-1973) describía las palabras, esas misteriosas mariposas del lenguaje:

“Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas. Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas…”.

Domingo 19 de enero 2025

Publicación No. 134

Virgilio López Azuán en Acento.com.do