La española Mercedes Pinto (1883-1976) exiliada primero en Uruguay y posteriormente en México, sorprendió en 1926 con su novela Él. Publicada por primera vez en Uruguay, esta obra desmontaba los discursos del poder frente a la violencia contra la mujer dentro matrimonio. La autora evidenciaba las dinámicas íntimas que se instalan en el hogar y, como hoja afilada, hieren dejando a la víctima sin capacidad de respuesta. Vemos cómo la persona sometida se engaña justificando a su agresor, lo que anula el instinto de supervivencia que podría salvarla.

El relato es una metáfora construida a partir de la experiencia personal de Mercedes Pinto. El texto, que nos instala en las primeras décadas del siglo XX en España, interroga sobre lo que podríamos tolerar en nombre del deber o del compromiso. Se trata de saber hasta dónde han llegado las mujeres en el pasado en su capacidad de sufrimiento, lastradas por la cultura judeocristiana, que las condena a parir con dolor y a cargar con la culpa del pecado original.

Mercedes Pinto.

La autora señala cómo ciertas dinámicas de pareja implicarían, no solo cuestionar una cultura, sino también los modelos masculinos elegidos: hombres fríos, distantes, dominadores, egocéntricos, difíciles, a los que se persigue, quizás con el secreto deseo de doblegar ¿con nuestras armas de seducción? ¿Acaso un oscuro mandato cultural nos haya empujado a inmolarnos, convencidas de que amar intensa y apasionadamente equivale a sufrir? Uno de los lastres del Romanticismo.

No es gratuito, por tanto, que la autora recurra al conocido procedimiento de un manuscrito hallado, el testimonio de una narradora sobre la traumática experiencia de su matrimonio desde la primera noche. El texto también da a conocer las reacciones de quienes, al leerlo, se levantaron defendiendo las instituciones: el magistrado y el confesor que desaconsejaron la denuncia. No fue esta la respuesta del médico, quien sí recomendó la publicación de su testimonio.

En un estilo directo, de frases contundentes y breves fragmentos, la autora traza los rasgos de un hombre débil y enfermo, pero con un poder que se impone, primero sobre la mujer y después sobre su entorno. Se da cuenta de una situación íntima y se pone en el centro el drama padecido por la mujer maltratada. No falta aquí la comprensión hacia el opresor ni las críticas a una sociedad desprovista de conocimientos científicos y clínicos para asumir ciertas enfermedades mentales. También salen a la luz los prejuicios contra las mujeres casadas y con hijos, que tienen el valor de rebelarse y defender sus derechos.

Una de las claves de la novela es presentar la manifestación del machismo como una enfermedad psicológica, no como un asunto de hombres malvados. Salen a la luz los celos de un hombre que, como fiera acorralada, busca indicios de un supuesto engaño; que golpea a su mujer y provoca situaciones límite, incluso intenta suicidarse. Sin embargo, este hombre tiene la habilidad de hacer creer a otros que es su mujer quien está enferma. Tal proyección muestra la sagacidad casi animal del agresor, sus hábiles estrategias para desviar la mirada hacia la víctima e incriminarla.

En nada ayuda a la protagonista ser compresiva con el marido enfermo, darle un voto de confianza, incluso pretender que el embarazo dulcificará su carácter. Al contrario, el marido se nuestra despectivo hacia el hijo, por ser fruto de las entrañas de la mujer, según manifiesta. ¿Envidia ancestral de la maternidad? El hecho es que este hombre pone en ridículo a la madre por los cuidados que le prodiga al hijo; su estrategia es presentarla como culpable, mentirosa, débil y enferma: socavar su autoestima. El propósito es dejarla sin aliados. Tal distorsión pareciera ser la proyección de un ego herido que desprecia al género humano, pero que, sin embargo, necesita la aprobación de los demás.

Él, de Mercedes Pinto.

Desmontar los mecanismos del maltratador es una labor de profesionales especializados. Desenmascarar la soterrada violencia contra la mujer dentro de la familia no siempre fue fácil. Como sugiere la narradora: “El miedo sólo se adueña de esas almas cuando los absurdos toman envolturas razonables, cuando la mentira pone en el manto remiendos de verdad, cuando la locura esconde cascabeles y le roba la balanza a la Justicia”.

La única salida que vislumbra la protagonista de Él es el exilio y la escritura, como la propia Mercedes Pinto, desterrada en 1923 durante la dictadura de Primo de Rivera, lo que la llevó a Uruguay donde pudo rehacer su vida. Allí se dedicó a dar conferencias y a luchar por los derechos de las mujeres.

Consuelo Triviño Anzola en Acento.com.do

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