Mi más reciente libro, Urdimbre de espasmos, que próximamente será publicado con Lunainsomne editores, es un poemario que explora la sensualidad y el erotismo. Buscaba una portada que no solo atrapa la atención del lector, sino que también dialoga con la intensidad y la desnudez emocional que intentan sus versos. Le pedí a Jimmy Valdez-Osaku, artista dominicano, que me mostrará algunas obras de su portafolio, y supe de inmediato que esta sería la imagen perfecta para la portada de mi poemario. Elegirla fue una especie de  latido, un impulso primitivo. Una certeza.

No me dio oportunidad de racionalizar en los aspectos académicamente esenciales para seleccionar una portada, el impacto visual y originalidad, la calidad estética o la coherencia con el título. Vi una mujer que se yergue con seguridad y desafío. Su mirada, directa y penetrante, invita al espectador a adentrarse en su universo íntimo. Su cuerpo, que se me antoja apenas cubierto por una tela translúcida, irradia una energía vibrante, una mezcla de vulnerabilidad y fuerza. Atada entre hilos frente a una puerta, a una cárcel o a un abismo con forma de ataúd. Encontré las respuestas antes que las preguntas.

Esta composición, armoniosa y equilibrada, crea una atmósfera de fiera calma que contrasta con la intensidad del tema. Más allá de la sola belleza estética, que la tiene, posee una profundidad conceptual que la convierte en la pareja ideal para mi poemario. La mujer del cuadro no solo es un objeto de deseo, sino también un sujeto activo, con voz propia. Siento su mirada desafiante que me recuerda que la sensualidad femenina no es un adorno, sino una fuerza poderosa que debe ser reconocida y celebrada, y que puede invitar al espectador, y a mis lectores, a entrar a su mundo. En este sentido, la pintura funciona como una metáfora del poemario en sí mismo.

Confío en que quien se enfrente a esta portada, pueda apreciar que la elección de esta pintura no es casual. Es una declaración de intenciones. Es una invitación a sumergirse en un universo donde la piel habla, donde la mujer es la protagonista de su propia historia.

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Texto contraportada

Urdimbre de espasmos esa mujer «que baila mientras el fuego se hace agua», habita la lujuria, el placer, pero también la nostalgia, la soledad. Escritos con sudor y lágrimas estos poemas, construidos con la palabra precisa, son un canto a la libertad de esa mujer insumisa, sinvergüenza, que vive, ama, ríe, llora y sueña. Que es dueña de sí misma y de «su canto de pistilos de fuego».