La identidad dominicana no se formó únicamente de la mezcla española, taína y africana, que fueron los primeros en asentarse en la isla. Las olas migratorias de franceses, libaneses, chinos, etc. que se dieron en distintos momentos de la historia también forman parte del mestizaje cultural del dominicano actual. Quiere decir que la identidad dominicana es poliédrica, no triangular. La suma de todas esas realidades étnicas es lo que conforma la identidad nacional.
Esta reflexión es planteada por Juan Daniel Balcácer, presidente de la Academia Dominicana de la Historia, en el podcast Herencias, en el que se comenta información del libro Patrimonio Nacional. Joyas de la cultura y la naturaleza, del Banco Popular Dominicano, y autoría del arquitecto Juan Mubarak y la arquitecta Mauricia Domínguez.
Al igual que el proyecto editorial de economía naranja y de los ríos dominicanos, esta publicación cuenta con un documental y un pódcast de seis episodios, titulado Herencias. La publicación editorial Patrimonio Nacional. Joyas de la cultura y la naturaleza explora los tesoros que conforman el patrimonio nacional dominicano en todas sus dimensiones.
El segundo capítulo del libro habla sobre el patrimonio inmaterial de la República Dominicana. En él, el co-autor y director del Museo del Hombre Dominicano, Manuel Vargas Payano, dice que “no es exagerado decir que, en cada vértice del triángulo indígena-hispano-africano de esa red, la cultura se expresaba en plural, es decir, allí estaban las Españas, las Áfricas y al menos tres culturas nativas. Posteriormente, esa pluralidad incluyó, con distintos grados de intensidad, las influencias culturales provenientes de Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania.”
La influencia de olas migratorias
Elementos de las culturas canaria, haitiana, cubana, china, libanesa, siria e italiana fueron determinantes en la creación del ser criollo nacional. De ellas, Payano explica lo siguiente:
Canarios: Las migraciones canarias, ocurridas desde finales del siglo XVII hasta cerca de la mitad del siglo XVIII, dejaron como legado un tejido sociocultural que se ancló en el territorio con la fundación de San Carlos de Tenerife (en la capital), Sabana de la Mar y Santa Bárbara de Samaná.
Como parte esencial de la cultura canaria, permanecen el cultivo de la caña de azúcar y la cañafístola, el regadío de los cultivos, el gofio (fabricado con harina de cereales tostados y molidos), la arepa y numerosos dulces. En el plano inmaterial, una manifestación sobresaliente de la cultura canaria es la tradición oral conocida como chuines, la cual consiste en un canto a capela improvisado en forma de copla.
Haitianos: El impacto social y político que tuvo la ocupación haitiana en nuestra sociedad se expresó también en el tejido cultural de localidades específicas. Ejemplos sobresalientes son el creole haitiano, las prácticas religiosas, los platos conocidos como el chacá y chenchén, y los dulces de ajonjolí y maní. En el caso de las habichuelas con dulce, un plato emblemático de la gastronomía criolla en la Cuaresma, se ha sugerido que la receta original fue traída de Haití por Francoise Delalande, un ciudadano francés que escapo a Montecristi durante la rebelión de los esclavos de Saint-Domingue.
Cubanos: La llegada del béisbol al país en la segunda mitad del siglo XIX está vinculada a la migración cubana, toda vez que allí ese deporte empezó a practicarse desde el año 1874 tras introducirlo en la isla desde Norteamérica por estudiantes cubanos.
Chinos: sus aportes a la cultura material e inmaterial dominicana están presentes de manera sobresaliente en la gastronomía, el comercio, la academia, las ciencias de la salud y la modernización del cultivo de arroz desarrollada en Bonao.
Italianos: En el plano inmaterial resaltan Alejandro Geraldini, primer obispo residente de Santo Domingo, y el padre Fantino Falco. También los aportes a la marina de Juan Bautista Cambiaso, fundador de la primera flotilla armada del país.
Libaneses y sirios: procedentes originalmente de Haití, portadores de una cultura propensa al intercambio y el emprendimiento. Introdujeron la venta de fantasías, la modalidad de venta a plazos, el regateo y la venta itinerante. En la gastronomía criolla contribuyeron a la creación de nuevos hábitos alimenticios, con platos como el kibbeh o quipe, el tabbouleh o tipile, las berenjenas rellenas, el repollito relleno, el yogur y el humus.