A propósito de diversas acciones y artículos que se han realizado en este año 2024 en torno a las bibliotecas, bibliotecólogos y áreas relacionadas con la ciencia de la información, es oportuno retomar el tema relacionado con la formación de un recurso humano idóneo y competente para la gestión y manejo del más importante recurso con que cuenta hoy la humanidad: la información que conduce al conocimiento.
Los procesos de globalización procuran la aplicación de las tecnologías de información y el desarrollo humano en las bibliotecas y centros de información a tono con la sociedad del conocimiento. En el ámbito nacional, la importancia -quiero decir la necesidad- de los recursos humanos formados, es ineludible. Conscientes somos que hay una amplia escasez de trabajadores de la información con competencias profesionales; ni qué decir de los niveles de actualización.
La bibliotecología y la ciencia de la información integran en su gestión la administración de unidades de información, con el fin de identificar y satisfacer las necesidades informativas de manera eficaz, oportuna y pertinente. Ser un profesional den estas áreas hoy, no significa estar sumergido entre fichas y libros, periódicos o expedientes físicos, porque las nuevas tecnologías han cambiado la forma de organizar, buscar y recuperar la información que se demanda para ofrecer servicios de calidad.
El entorno bibliotecológico ha dado un gran giro y a esto ha contribuído significativamente el desarrollo de las tecnologías de la información, marcando con la aparición del Internet, el avance de las telecomunicaciones y el incremento de medios para el almacenamiento digital. Novedosas herramientas informáticas han originado productos, servicios y soportes de información, los cuales obligan a las bibliotecas y a los centros de información a innovarse en todo lo relacionado con la gestión, la organización y la difusión.
Enfrentar esta demanda ha llevado a diversas instituciones educativas y culturales a realizar acciones formativas creando ofertas en varias modalidades como diplomados, técnicos y a nivel de grado; procurando egresar un personal que enfrente los retos del entorno. Tratando de asegurar que reúnan suficientes saberes para gestionar la información en sus diversos soportes, siendo capaces de aplicar métodos de investigación, tecnologías diversas, a la vez que innovan, organizan, diseminan; y facilitan el acceso y la recuperación.
Sin embargo, se hace urgente y necesario que las instituciones de educación superior asuman el reto de ampliar estas ofertas e implementen otros contenidos y niveles, considerando áreas tan importantes como: Gestión de la información, ciencia de datos, pensamiento sistémico, emprendimiento en ciencias de la información, administración estratégica y evaluación de la información, gestión de contenidos, comunicación y divulgación científica, así como gestión del conocimiento e innovación, entre otras.
En ese orden de ideas fue que nos atrevimos a proponer, dentro del marco del diseño y rediseño curricular que se está desarrollando en nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo, la creación de la cátedra de bibliotecología y la ciencia de la información. Sugiriendo que como en muchas universidades de América Latina, ésta forme parte de la Facultad de Humanidades o de la Facultad de Ciencias.
El acceso a información científica y tecnológica relevante, actualizada, constituye una necesidad social. En el proceso de desarrollo de la humanidad, ocurren cambios en los soportes de la información y se aplican nuevas tecnologías para la organización, almacenamiento y recuperación de la información. Surgen a la par, nuevas técnicas y metodologías, y con ello una nueva ciencia y un nuevo profesional, que aun cuando compartan algunas comunes a la actividad bibliotecaria, tienen ante sí exigencias más complejas que requieren de una especialización.
La creación de especialidades en bibliotecología y la ciencia de la información debe asumirse con el objetivo de egresar un experto capaz de resolver con su actividad la contradicción que se produce entre la accesibilidad y disponibilidad de recursos de información y las necesidades, expresadas o no, de información y de formación de diferentes grupos sociales.
La nueva universidad a la que se aspira, debe formar expertos con altos niveles de preparación, tanto profesional como estratégica, con un fuerte compromiso con la sociedad en que viven.