Este cuento (*) representa la complejidad de las relaciones humanas, al indicar cómo puede ser el resultado de la elección individual, como producto de la dinámica colectiva con las imposiciones sociales y la jerarquía de las relaciones de poder. A través del personaje principal, Jesús Alfonso, sus dos mujeres, la naturaleza como símbolo de imposibilidad del amor verdadero. Revela lo difícil que en ocasiones puede resultar este, y la tentación de la lujuria. En última instancia, se observa que las relaciones no sólo se basan en el sentimiento humano individual, sino que también se reduce a la presión y opiniones de los demás, quienes terminan por definir su rumbo.

En el cuento se expone las formas desequilibradas en que las relaciones humanas se obstruyen a menudo. Esto se debe a la tensión entre el deseo personal y las expectativas de la sociedad. Jesús Alfonso se ve atrapado entre dos mujeres, cuyas personalidades comprenden dos partes de su vida: una mesera que representa la pasión juvenil y la belleza externa, mientras que Brígida, con su conocimiento y experiencia, simboliza la profundidad emocional y el conocimiento a lo prohibido. No obstante, la fascinación de Jesús con ellas no es tan simple como parece; va mucho más allá del deseo. Por otro lado, la misma sociedad con sus normas sobre las responsabilidades de género, y las expectativas sobre los deseos románticos sugieren que los personajes actúen dentro de límites específicos, quebrantando así sus relaciones y emociones.

Uno de los motivos de este enfrentamiento entre las dos mujeres es la confrontación entre el anhelo individual de Jesús y las normas sociales que le dictan cómo debe actuar. Aunque experimenta atracción por ambas, también se encuentra inmerso en un conflicto de autoridad sobre quién lo domina emocionalmente. Esta sensación de dominación se fortalece por las dinámicas de género en la sociedad, que perciben el amor como un vínculo que se obtiene o se adquiere, en vez de que este sea auténtico. Brígida así lo demuestra  cuando sostiene que los hombres que la rodean hacen alarde de sus habilidades sexuales, o de sus riquezas como métodos para obtener a las mujeres, lo que evidencia que en ocasiones el amor se limita a un intercambio de poder y posesión.

Sin embargo, a través de su experiencia, Jesús también descubre su capacidad para afrontar nuevas relaciones. A medida que confronta con la confusión y las expectativas externas, comienza a entender mejor lo que realmente busca y necesita en una conexión auténtica, abriendo la puerta a vínculos más profundos y significativos en el futuro.

La solución a este conflicto radica en la necesidad de que las personas, dejen de lado las expectativas externas y adopten una visión más auténtica y honesta de sus relaciones. En lugar de permitir que las normas sociales dicten lo que deben sentir o cómo deben comportarse, la clave está en abrazar sus emociones de manera plena y sincera. Personas como Jesús deben aprender a diferenciar entre la atracción superficial y las conexiones emocionales más profundas. En lugar de caer en la trampa de la posesión y la validación externa, necesitan desarrollar una comprensión más madura del amor, una en la que las relaciones se basen en el respeto mutuo y en la autenticidad emocional. De esta manera, se podrá superar las limitaciones impuestas por la sociedad y construir una relación en la que ambos se sientan contentos.

(*) "Esa mujer", del libro Un hombre discreto y otras historias, de Gustavo Olivo Peña, Premio Nacional de Cuento José Ramón López, del Ministerio de Cultura, año 2022.