Lisboa, 27 de diciembre del 1915. Luego de escuchar El mesías de Handel, Fernando Pessoa, sentado en una tabaquería, el mismo lugar que luego inmortalizaría en un poema, escribe un artículo de crítica musical en el diario La Noticia. Al margen del periódico, escribe un poema Al Niño Dios que traduce la emoción que le produjo escuchar El mesías de Handel…
“Él es el niño eterno, el dios que falta, es tan humano que es natural”.
“Es un niño tan humano que es divino”… Pessoa tararea el aleluya del coro de El Mesías.
Viena 23 de diciembre de 1792. En el Teatro Imperial de Viena, por vez primera, Beethoven escucha El Mesías de Handel, y los que se sentaban a su lado le escucharon decir: “Handel es el más grande compositor que haya existido”. Así lo nos los cuenta Eduard Schultz, en el artículo que escribe en el periódico vienés Atheneia… “Me descubro la cabeza y me arrodillo ante su tumba”, le dice Beethoven al periodista. Cierto o no, el oratorio de El Mesías de Handel marcó la manera de estructurar Beethoven, su ópera Fidelio en el uso de los coros, y la armonía de sus últimos cuartetos, considerados, las obras de mayor creatividad sonora en la música de Beethoven.
En la tarde de abril de 1730, en el domicilio de Handel en Londres se escucha un gran temblor, un gran estruendo que retumbó en el número 25 de Brooke Street. El criado encontró a Handel tirado en el suelo, con la mirada perdida en el vacío de una lámpara rota se quejaba. Handel había tenido un año muy intenso, había terminado 4 óperas , sin éxito en las taquillas, agobiado por problemas económicos, dependía de las clase de música en el conservatorio y de la limosnas del clero y de la nobleza.
El médico le diagnosticó apoplejía, la parte derecha del cuerpo estaba paralizada.. El día de Navidad, su criado le llevó a la catedral y ante el altar contempló un pesebre en donde se representaba el nacimiento del Mesías. Handel le indicó al criado que lo sentara en el órgano, y ante la admiración de todos sus dedos se deslizaron, leves, agiles y ligeros, por las doradas teclas del órgano.
Por vez primera, se escucha El Aleluya de Handel, la mayor alegría y gozo que se ha expresado en la música por el nacimiento del Cristo en el Belén de cada corazón.
En el recinto de la catedral cantaron ángeles, susurraban los devotos arrodillados en la nave principal de la catedral. Resplandecía un fulgor de estrellas en las manos despiertas y vivas del músico, en donde vibraba el universo hecho música… Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
El Mesías de Handel es un oratorio, cuya estructura se asemeja a la ópera, pero en éste no hay repertorio de personajes, ni actores ni representación dramática.
De acuerdo a Calvin R. Stapert, músico, profesor de armonía y autor del libro “Handel’s music confort for gods people”, tanto la ópera como el oratorio se originan en Italia durante el Renacimiento tardío y el Barroco temprano, esta fue una época en la historia de la música interesada en la puesta en escena de los textos dramáticos.
Los oratorios suelen contar historias de interés sobre héroes antiguos, con la única diferencia de que los héroes que aparecen en los oratorios provienen del Antiguo Testamento y los Evangelios Apócrifos.
El Mesías de Handel cuenta la historia del más grande héroe de la historia humana: Jesús el Cristo, el Mesías prometido, anunciado y cumplido.
Es un drama cósmico, en donde se enfrentan la oscuridad y la luz, el amor y el odio, la guerra y la paz, resolviéndose el conflicto en un pesebre o en una cruz, o en una resurrección que cambia la línea de tiempo desde donde se cuentan todas las historias del mundo y la de la creación entera; es decir, una nueva narrativa en donde se nace en la cruz y se muere en el pesebre.
Esta historia escrita por el poeta y dramaturgo Charles Jennes, a partir de su libreto, parte Handel para crear un universo sonoro en expansión. Como sí describirá Handel de El Cristo cósmico de Theilhard de Chardin, en donde toda la creación evoluciona a ese centro, de música de luz y de armonía.
Fluyen melodías de voces e instrumentos, sucesión de arias con algún airoso, varios dúos, recitativos y coros, uso limitado s de cuerda y metales, sorprenden las plenas sonoridades de voces, trompetas y cuerdas.
Las melodías se van entretejiendo en tres actos que duran aproximadamente dos horas y media, en donde se narran la profecía, el nacimiento, la resurrección y la ascensión del mundo, junto a la resurrección final de toda la creación. Se estrenó en Dublín el 13 de abril de 1742 se representó, un año después en Londres, durante las navidades con fines benéficos, y desde ahí fue creciendo su popularidad.
Por exigencia de Handel la obra no se puede cobrar y solo se puede interpretar con fines benéficos y en servicio de toda la humanidad.
La obra se inicia con la profecía de Isaías y pasa la anunciación de los pastores. En la segunda parte Handel concluye con el conocido coro del Alleluya.
El Mesías de Handel se anuncia con una apertura dramática, llena de instrumentos que se afinan en una hermosísima armonía, una melodía que anuncia el inicio de algo, con el preámbulo de lo que ha de venir; y de repente, más o menos un minuto después de que la obra ha iniciado, la música cambia.
La música se vuelve alegre y graciosa y se va transformando en una canción de altos y graves, hasta llegar a un final dramático, en ese momento surge una melodía nueva, un tipo de música que -tal como lo anuncia el recitativo del solista- “una gran ternura y consuelo conmueven al mundo, una melodía profunda se eleva con amor y nostalgia del origen de ese Cristo Cósmico que nos habló Theilhard de Chardin”, esa sed de Dios como clama la cierva por agua y proclama en ingles antiguo el coro del Mesías:
“Consuela mi pueblo dice mi Dios y díganle que se acaban sus días tristes”. (Isaias 4013).
Fuga de Dios, es El Mesías de Handel, en tres melodías, en tres voces perfectamente integradas. En donde con esta música objetiva como la quería Gurdjieffj, se tocan los tres centros del hombre, el intelecto, con sus abstracciones sonoras, el cuerpo con las sensaciones sonoras y el mundo imaginal, el del alma y el cuerpo de la imagen o cuerpo glorioso, en donde está el gozo infinito la música universal que organiza el cosmos, la conciencia crística desde, donde nace El Mesías de Handel , todos los universos y la creación entera. Allí en donde se confirma la profecía:
“Yo era un tesoro escondido y desee ser conocido, cree la creación para que se me conociera y así lo hice..”.
Las cuerdas y las trompetas se elevan junto al Aleluya.
Aleluya que Tararea Fernando Pessoa, esa noche de Navidad, y concluye el poema:
“Cuando me muera, niño mío, déjame ser el niño, el más pequeño.
Tómame en tus brazos y llévame a tu casa. Desnuda mi ser cansado y humano
Y acuéstame en tu cama. Cuéntame historias, y si me despierto, para que me vuelva a dormir regálame tus sueños para que juegue.
Hasta que nazca cualquier día- que tú sabrás cuándo”.
Es noche de Navidad, se escucha El Mesías de Handel por toda la Tierra.
Coro de voces de hombres y ángeles anuncian nuevos nacimientos del Cristo en el Belén de cada corazón.
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Aleluya”.