Una agradable sorpresa

(De los once cuentos que integran este primer libro de Gustavo Olivo Peña solo he leído los tres primeros y, como diría nuestro Pedro Mir, este es el resultado).

"Un hombre discreto y otras historias", el libro de cuentos de Gustavo Olivo Peña.

Sin que nadie lo supiera, el reconocido periodista Gustavo Olivo Peña  trabajaba desde hacía tiempo en escritos que, en cuanto a concepto, características y estructura, se identificarían con el cuento, y que ahora, con la aparición de su libro “Un hombre discreto”, producen en nosotros una agradable sorpresa.

Como sabemos, el origen del cuento es muy antiguo. Se le asocia con los mitos y se cree que los cuentos más arcaicos aparecieron en Egipto. Suelen considerarse antecedentes de este género las fábulas de Esopo en Grecia y las versiones de los escritores romanos Ovidio y Lucio Apuleyo.

A diferencia de las narraciones históricas o documentales, el cuento se resuelve en un relato breve de carácter ficcional, por lo que no podemos juzgarlo como verdadero o falso.

Hay cuentos que pertenecen  a la tradición literaria y se van transmitiendo por vía oral, de generación en generación. En nuestros campos aún se aprecia esta práctica.

Quizá en algún otro momento me anime a hablar de las complejidades del cuento y de las diferencias entre cuento y novela, por ejemplo, porque hacerlo ahora me obligaría a escribir muchas páginas y me alejaría de mi objetivo principal, que es referirme al maravilloso regalo literario que acaba de entregarnos el reconocido periodista Gustavo Olivo Peña,  con la publicación  de su primer libro de cuentos:“Un hombre discreto”, el cual ha sido galardonado recientemente con el Premio Anual de Cuentos José Ramón López 2022, que otorga el Ministerio de Cultura de la República Dominicana.

Fantasía y memoria

Con un contenido autobiográfico expreso, el veterano periodista Gustavo Olivo Peña nos habla de historias cotidianas tan bien narradas que parecen salidas de los fueros más intrincados  de la fantasía y la memoria. Se adentra en las voces y costumbres del pueblo y recoge la osadía de la gente común con el propósito de plasmar imágenes que, por su contenido y fuerza expresiva, nos acompañarán más allá de la lectura.

El recuerdo y la nostalgia de un pasado insatisfecho se asoman a menudo a nuestras vivencias colectivas, así como lecciones pasajeras de periodismo e historia.

En Gustavo Olivo Peña hay un discurrir constante hacia el reencuentro con las cosas simples y con los sentimientos auscultados en nuestra alma, quizá adormecidos para sustraernos de una realidad tergiversada por la propia sociedad.

En el escritor Gustavo Olivo Peña hay una necesidad más que vital de explicarnos en una sola frase nuestras raíces identitarias, con su secuela de desvelos y amarguras. Así, lo que a otros les costaría escribir decenas de páginas para describir una acción en específico, él lo hace con tanta brevedad y maestría que se revela como un cuentista acabado y original.

Puesto que es difícil apartarnos  de nuestras costumbres y hábitos, y un escritor jamás debe hacerlo, Gustavo Olivo Peña nos introduce en el mundo del periodismo y nos enseña que “Las noticias de impacto ocupan el primer día los principales titulares en los diarios, con imágenes desplegadas. Después de ser dueñas de las portadas, empiezan a disminuirse, hasta que dejan de interesar a los medios y al público”.

En su entramado no deja de reconocer su gusto por la lectura y confiesa sin tapujos cuáles son sus autores favoritos y cuáles libros no deben faltar en su biblioteca. Sin embargo, el peso fuerte de su narración descansa en el recuerdo, en la nostalgia. “Cuando salíamos de la escuela y él nos detenía un momento frente a su casa(se refiere a don Gonzalo Normando, personaje de Un hombre discreto, título del cuento que ocupa las primeras páginas de su libro), siempre le pedíamos  que nos regalara cerezas y nos contara historias de la guerra…”, que en el autor es solo un pretexto para “alegrarnos y mentirse a sí mismo acerca de la naturaleza de las guerras, la crueldad sin sentido, humanos matando a sus semejantes, sembrar dolor, destruir ciudades, arrasar aldeas, derribar puentes, llenar de sangre y cadáveres paisajes, ríos y mares” (op.cit., p.12).

Gustavo Olivo Peña se niega a distanciarse de sus recuerdos. Así, en la historia de la profesora Campos, recreada en las complejidades  más excéntricas de una época estigmatizada por el terror y por tabúes hoy apenas superados, nos habla de la mujer rebelde, que lucha por vivir dignamente en una sociedad cerrada.

El pasado es quizá el personaje estelar de estos cuentos de Gustavo Olivo Peña, y para confirmarlo nos dice que “Regresar a esa casa, antes de que el tiempo la derribara o que alguien la adquiriera, era para Jesús Alfonso anhelo insatisfecho que le perseguía desde el momento en que salió para no volver a atravesar la ancha puerta de relieves decorativos y vitrales. Más de cuarentas años, transcurridos (sic., Esa Mujer, op.cit. p.37).

Mientras avanzamos en la lectura de “Un hombre discreto”, nos adentramos de manera recurrente en las motivaciones de vivencias que fungieron como iconos o hitos impredecibles en la vida de los personajes que nos presenta, sin prisa, Gustavo Olivo Peña. Es entonces cuando nos damos cuenta de que esos personajes están en nosotros, o, mejor, somos nosotros, pero extrañamente con cuerpos borrados de nuestra cotidianidad.

En Gustavo Olivo Peña hay un discurrir constante hacia el reencuentro con las cosas simples y con los sentimientos auscultados en nuestra alma, quizá adormecidos para sustraernos de una realidad tergiversada por la propia sociedad.

En un próximo trabajo ya veremos qué nos traen  los demás cuentos  de este formidable escritor dominicano, Gustavo Olivo Peña, pues en honor a la verdad, y tal como aclaré al principio, estas impresiones escritas por mí son el resultado de la lectura de los tres primeros cuentos de once que integran su libro: esos tres primeros cuentos son: Un hombre discreto, La profesora Campos y Esa Mujer.

Ojalá algún día estos cuentos de Gustavo Peña Olivo  brillen por siempre en el sistema educativo dominicano.

(En la medida en que lea los ocho cuentos restantes, continuaré con estas disquisiciones).

Haffe Serulle en Acento.com.do