Francisco del Rosario Sánchez nació en Santo Domingo, en la calle del Tapado, hoy 19 de Marzo, el 9 de marzo de 1817. Fue un autodidacta aventajado que, haciendo honor a la tradición, recibió las primeras enseñanzas de su madre, Olaya del Rosario, reforzadas por su tía, María Trinidad Sánchez. Tomó lecciones de latín y filosofía con Nicolás Lugo, venezolano febrerista; y con Gaspar Hernández, sacerdote peruano y separatista. La cercanía con Duarte explica su rol destacado en la causa de la independencia, y su debut como figura pública como resultado del movimiento de la Reforma, que provocó el derrocamiento de Boyer en marzo de 1843. En esa fecha firmó la proclama que anunciaba la formación de la Junta Popular, compuesta por trinitarios y reformistas haitianos. Con Duarte en el exilio, Sánchez ocupó la dirección de las acciones revolucionarias, junto a Mella, Vicente Celestino Duarte y a otros trinitarios. Estos lograron una alianza con un sector de los conservadores, y destacaron como firmantes del manifiesto independentista del 16 de enero de 1844.
Sánchez estuvo en el baluarte de San Genaro, hoy Puerta de El Conde, durante la proclamación de la independencia nacional. Allí izó nuestra bandera tricolor. Marcado por el péndulo de la dinámica social, entre 1844 y 1859, fue desplazado de la Junta Central Gubernativa por los conservadores, perseguido, apresado y expulsado tres veces del país. Saint Thomas y Curazao fueron su refugio y asiento para la conspiración y la práctica de sus dotes de educador. Se desempeñó como comandante de armas de Santo Domingo, procurador fiscal y defensor público; también cerró filas con Santana y Báez, hasta retomar el sentimiento patrio como precursor de la Guerra de la Restauración. Tuvo el arrojo de arriesgar la vida en la proclamación de la independencia y, por su defensa, fue fusilado el 4 julio de 1861. Probablemente, como afirma Ramón Emilio Jiménez al dedicarle un himno: murió de hambre antes que como siervo comer pan. Si para él, morir con y por la patria no fue nada, que para nosotros, reconocer su dignidad y sacrificio con nuestros ejemplos de ciudadanos responsables, con ofrendas florales sentidas y con otros homenajes, lo sea todo. Loor a Sánchez, fundador, prócer y mártir de la República.