Cuando estudiar era una histórica odisea, en plena Era de "Chapita", un joven con extremados deseos de superación decide ir a estudiar derecho, en la entonces Universidad de Santo Domingo, por encima de la extrema pobreza. Dejaba atrás aquel tabardillo que enciende aún las abruptas lomas de Panzo, Los Guineos, Majagual Cenizo y El Aguacate, allá en el Sur, donde todavía la uva envuelve los ensueños de los parrales…en Neiba.
Después de incontables tropiezos, recibe su título de doctor en derecho, instalando su apuesta en los estrados de los tribunales. Eran los momentos de las quimeras, donde la añoranza por la tierra natal latía y brotaba, desde los ribetes de la toga y el birrete. El imaginario mágico marcaba en su memoria la santería de doña Pupula y sus barajas, buscando la punta de la espada de San Bartolo, patrón de la comarca que, después, fue señalada por los códices institucionales, como la capital de la Provincia Bahoruco, tierra de héroes y heroínas forjadores-as de nuestra Independencia Nacional.
Era más que obligatoria, necesaria, esta introducción, para que se tenga un acercamiento a la panorámica del filón histórico, económico, educativo y cultural de donde es que procede este letrado que hoy les presento, conocido como Ariel Acosta Cuevas (1935). Una figura silenciosa, de bajo perfil, que en sus adentros lleva el espíritu indomable del abogado y poeta que tiene como norma el convivir apegado al proceder ético, aunque por ello tenga que morder la tierra, quien hoy pasa al párrafo celestial de los inmortales.
No acostumbro a hablar o ponderar virtudes, ni nombradías de personas y menos si son sangre de mi sangre, pero, en este caso, me siento en el deber de hacerlo. Demasiado nos ha dado como pueblo y hay un silencio cómplice pretendiendo dejar en el olvido aquel armazón de conocimiento y sabiduría que en él se anida. Gente como Ariel Acosta Cuevas son figuras modélica a las que, no sólo la juventud de Neiba debe emular, sino la juventud de todo el país, porque son vivos ejemplos de sacrificio y abnegación. Don Ariel Acosta Cuevas es un intelectual de esos que se forman bajo el temple del arrojo, por encima de las inclemencias y las tempestades. Yo puedo hablar de eso con propiedad, porque ese proviene de mi misma madriguera.
"El Referimiento Dominicano y Otros Escritos"(2018), es su quinto libro publicado. Se trata de un escritor, por demás, filósofo natural, formado en el fulgor del saber popular y académico. Junto con otros destacados intelectuales, como el poeta, narrador, dramaturgo y también jurista, el ya fenecido amigo, Ángel Atila Hernández Acosta (Quinito). De esa fuente es que proviene ese sencillo ser, el cual nunca se ha desligado de su terruño natal, al cual lleva apegado en su decir y en su hacer. Ese es también otro gran hombre-uva.
Gran conocedor y estudioso de los filósofos alemanes Karl Otto Apel y Jurgen Habermas. Teniendo presente su "fundamento de lo moral que transforma dialógicamente el principio formal kantiano de la autonomía de la voluntad en el principio procedimental de la ética discursiva"(A.Acosta Cuevas-2018-222). Como jurista y como ser humano, parte actúa a sabiendas de que "La ética del discurso tiende hacia la universalización de las normas y valores que atañen a todos los seres humanos".(A.Acosta Cuevas-2018-224). Ya les dije, estamos ante un letrado que ha hecho de su vida el extenso traginar de su filosofar.
Siento el regocijo de externarle en vida y más allá de la muerte, mi afecto y cariño filial y de compueblano. Porque…reconocer sus aportes es de justicia y analtecer sus valores constituye un bien ganado tributo. Enmudecer ante sus huellas sería antiético e injusto.
A este hombre de bien, los elogios no lo mueven. Los recibe en su simpleza de poeta del existir en buena lid, sin pompas, ni platillos, ni falsos laureles.
He aquí al humilde letrado que en su horizonte ha transitado los angostos caminos del devenir existencial de los marcados por la fertilidad en medio de la cizaña. He aquí a uno de "los míos…", de aquellos que, como mis ancestros, han hecho suyo la regia dureza del guayacán y la divinidad sanadora de la sabila.
Dejo aqui constancia de su trillar de hombre de silla y aparejos, para que conste en acta que en esta nación también tenemos escudos morales, a quienes la corrupción y la politiquería del "mercado persa", no han podido doblegar.
Así es y ya por siempre será, este hombre, a quien los noticieros, ni los chats, ni Google, ni las otras grandes redes electrónicas, recogen en sus espacios su última mirada…porque su razón de ser está más allá de la posverdad y la inmediatez del ciberespacio: Este es un letrado que ha inscrito su nombre sobre los perfiles del espíritu y la plenitud del existir, siempre en busca de lo trascendente.
Se ha ido nuestro letrado, historiador y poeta, doctor Ariel Acosta Cuevas. Que Dios lo tenga a su diesta, entre serafines, paraíso de estrellas y versos.
Finalmente, debo decir que, dejó en mi poder, un libro de poemas que está pendiente de publicar, "Poemas en tres voces", junto conmigo y el amigo poeta y compueblano, Abraham Méndez Vargas. Libro que, a su tiempo, será publicado.
Hasta pronto, poeta. Sangre de mi sangre. Nos queda tu imborrable legado ético y tu interminable canto, desde la poesía.