“En la juventud, yo tenía alas fuertes e infatigables,/ pero no conocía las montañas. / Con la edad, conocí las montañas, / pero mis alas fatigadas no podían seguir a mi visión. El genio es sabiduría y juventud”.
Un epitafio es una inscripción que se pone sobre un sepulcro o en una lápida en el cementerio. Algunos son inolvidables, como el que quería el ex presidente de Chile, Salvador Allende colocaran en su sepultura, frustrado por no obtener el favor popular en tres oportunidades, (1952, 1958,1964) hasta que en 1970 resulto ser elegido.
'Aquí yace el futuro presidente de Chile'
Edgar Lee Masters, poeta norteamericano, escribió “Antología de Spoon River”, best seller que se ha traducido a 15 idiomas y ha sido representado en teatro y hasta convertido en ópera, es el libro de poesía más comentado en los Estados Unidos.
El río Spoon es afluente del Illinois y cercano a los pueblos donde pasó su infancia y juventud el poeta. Whitman decía que “quien toca este libro toca a cientos de seres humanos y, a través de ellos, a miles, a millones”.
Es una antología vital, aunque sea, paradójicamente a través de voces de muertos. Decir que “está durmiendo en la colina” es en el contexto de la obra, una respuesta en parte engañosa. Allí se encuentran sus restos, sí, pero sus voces están entre los vivos, y constituyen el cuerpo del libro que viene a ser como una respuesta en el poema inicial:
están muertos, pero hablan… los muertos son presencias, voces entre los vivos convocadas por “el médium” de la poesía, y en cierto modo, no solo tienen voz, sino que, democráticamente, tienen incluso voto, y voto de protesta… aunque pueda ser inútil (si es que lo es la poesía).
Masters nos resume la vida del desconocido Alexander Throckmorton así:
“En la juventud, yo tenía alas fuertes e infatigables, /pero no conocía las montañas. / Con la edad, conocí las montañas, / pero mis alas fatigadas no podían seguir a mi visión./ El genio es sabiduría y juventud”.
Albert Schirding, sentencia sobre su triste vida poniendo como ejemplo la de uno de sus vecinos:
“Jonas Keene pensaba que su suerte era muy dura/ porque todos sus hijos habían fracasado./ Pero yo conozco un destino aún más doloroso:/ fracasar uno mismo cuando los hijos tienen éxito.
Edgar Lee Masters recuerda el 25 de abril de 1898 cuando EE. UU. le declaró la guerra a España, él se encontraba en el cementerio junto a la tumba de un soldado revolucionario y comenzaron a sonar las campanas de la iglesia se unió la de los bomberos como alarma de incendio, era la señal de una calamidad nacional, fue corriendo hasta la plaza donde se enteró del inicio de la guerra.
EL DESCONOCIDO
Escuchen, ambiciosos, la historia del desconocido
Que aquí yace, sin lápida que señale el lugar.
Cuando era un joven imprudente y cruel,
Vagando por los bosques con un arma en la mano
Cerca de la mansión de Aaron Hatfield,
Le disparé a un halcón posado en lo alto
De un árbol muerto. Con un grito gutural
Cayó a mis pies, un ala rota.
Lo metí en una jaula
Donde vivió muchos días
Graznándome con furia
Cuando le ofrecía comida.
Cada día busco en los reinos del Hades
El alma de ese halcón,
Para ofrecerle la amistad
De uno al que la vida lastimó y enjauló.
Compartimos este epitafio que muestra el significado de la virginidad en tiempos de Masters, dedicado a NELLIE CLARK quien fue violada a los ochos años, luego casó con un viudo de treinta y cinco años, dos años después de casados se enteró de este hecho y la abandono y ella murió el año siguiente.
Sólo tenía ocho años;
y antes de crecer y saber lo que era,
no encontraba las palabras para decirlo, sólo sabía
que tenía miedo y se lo fui a contar a mamá;
y mi padre consiguió una pistola
y habría matado a Charlie, un muchacho ya grande
de quince años, si por su padre no hubiera sido.
De todas maneras se me quedó la historia.
Pero el hombre que se casó conmigo, viudo de treinta
y cinco años,
era nuevo en el pueblo y no supo del incidente
hasta dos años después de la boda.
Luego dijo que lo habían engañado,
y el pueblo acordó que en realidad no era virgen.
Total, me abandonó, y morí
en invierno, unos meses después.
Alexis Gómez Rosa (1950-2019) es«uno de los grandes poetas de la República Dominicana, no sólo por la calidad de su obra, sino también por la originalidad con que ejerció el oficio” (Carlos Sánchez ex Comisionado de Cultura en los EE. UU.) nos dejó también una antología sepulcral titulada Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida, en la cual dedica entre otros:
A Víctor Villegas (1924-2011) Premio Nacional de Literatura, poeta, ensayista, abogado y profesor universitario dominicano, considerado como uno de los miembros más destacados y difundidos de la Generación del 48, el siguiente verso:
“No teman, Damas, en pasar,
Que se ha ido a iluminar
Otros entierros”
A Pedro Vergés (Pedro Luciano Vergés Cimán) (1945) escritor, profesor, filólogo y diplomático dominicano.
«Si, Pedro, ya lo sabíamos,
Sólo cenizas dejaste;
Mas, ceniza enamorada»
A Roberto Marcallé Abréu, considerado uno de los escritores fundamentales dominicanos, diplomático, ensayista, narrador, Premio Nacional de Literatura, el más alto galardón que se concede a un escritor en nuestro país.
“Su pluma le proporcionó
la gloria. Su lengua
lo trajo a este abismo”
A Ángela Hernández (1954) ingeniera química, poeta, narradora, ensayista. Premio Nacional de Literatura. Actual directora del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura en República Dominicana.
«Cumplida su misión
horas fijó y se fué
en una mudanza sutil
de los sentidos»
A Franklin Mieses Burgos (1907-1976) Fundador de la Poesía Sorprendida, (1943-1947) junto al crítico y poeta chileno Alberto Baeza Flores y los poetas dominicanos Mariano Lebrón Saviñón y Freddy Gatón Arce.
“Allá, en el cielo, estará
soñando (en sus orígenes)
un infierno sorprendido”
A Dagoberto Tejeda, sociólogo e investigador del folklore dominicano. Profesor meritísimo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD); miembro de número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.
«Paz a los restos
De quien siempre bailo»
A LOS CHINOS DE BONAO
“En esta tierra de oro,
yacen, colectivamente,
los chinos de Bonao: amigos
del Jefe y del país.
la comunidad cantonesa
en República Dominicana,
siempre laboriosa y altruista,
ruega a Dios, todopoderoso,
por el eterno descanso
de estos comerciantes politeístas:
el oído del mundo”.
BIBLIOGRAFÍA
*Mármol, José, 1960-. “La lira necrófila”. En: —–. — Las pestes del lenguaje y otros ensayos (2004). – Santo Domingo: Letra Gráfica. Pp. 21-36.
Gómez Rosa, Alexis. — Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida (1994)