Sin pretensiones, en un pueblito al Oeste de Puerto Rico conocido como Moca, abrió los ojos por vez primera Antonio Cabán Vale un 22 de noviembre de 1942.  Se crió en Caraima, un barrio popular que le permitía poder compartir vivencias de bohemios soñadores trasnochados.  Eso lo convirtió en poeta y en músico adueñado de una guitara que no dormía jugando con el amor y el desamor, entre sueños y tragos, cortos y largos, todo dependía de grado del amargue.

Y para mayor compensación fue cofundador del grupo musical Taomé cuyo camino fue las rices y sabias del folklore.  Y le pasó como a Convite y todos los que van al folklore: Se tornan rebeldes y contestatarios.

Realizó el bachillerato y luego lo complementó en la Universidad de Puerto Rico en Ciencias Sociales, dedicándose a la docencia publica como buen maestro de pueblo.  Pero el ambiente de la Universidad es siempre contaminante. En esa época les daba a los estudiantes por declararse izquierdistas y los más radicales en “comunistas”. Por eso, el contenido de la poesía y de los cantos del “Topo” comenzaron a cambiar cada vez más porque se diluyen rostros femeninos sustituidos por el pueblo, la justicia social y la revolución.

Cuando eso ocurre, la pasión, no se racionaliza, predomina el sentimiento y el amor.  Los versos siempre son subversivos, denunciantes, con música que no se baila.  Cuando hablan de amor, es de amores compartidos y colectivos, que hablan siempre de amaneceres, sueños y esperanzas, con futuro de galaxias.

En esa época había que transformarse para declararse “independentista” en Puerto Rico había y hay que ser muy valiente por la represión que implica.  En ese tiempo, era un atrevimiento y una osadía, era un “comunismo” clandestino, desafiando al imperio.  Algunos no podían ocultarlo,  y nunca se disfrazaron como Antonio Cabán Vale, cada canción o cada poema ya era otra cosa, decía una y significaba otra, como el caso de “Verde Luz” cuya letra parece inocente, pero la gente le dio otra y se convirtió en un himno de catarsis, de los que pasan por la garganta, llegan al corazón y sin medir palabras se logran una identidad colectiva como con “El Jibarito”.

Amigos de infancia lo aconsejaron mucho sobre “las malas compañías”, pero él no les hacía caso y comenzó a juntarse con unos señores irrespectuosos de las normas establecidas, de poetas y artistas profanadores, uno de ellos, José Manuel Torres, al verlo tan pequeño entre tantas personas en medio de una de esas tertulias, para diferenciarlo lo bautizó con el sobrenombre del “Topo” y desde ese instante a todo el mundo se le olvidó el nombre de Antonio.

Fue tan osado que publicó varios artículos en la revista “Guajana”, la más radical culturalmente de los independentistas, donde publicaban los más altos intelectuales de la izquierda puertorriqueña.  Renunció a la bohemia del amor y desamor y se decidió por los senderos de la Nueva Canción al juntarse con Andrés Jiménez, Noel Hernández y Roy Brown.  Escribió, “Un Lugar fuera del Tiempo” y “Penúltima Salida”, dos libros como legado y dejó como patrimonio  20 álbumes de larga duración, sin contar las presentaciones en actividades culturales, políticas y la diversidad de recitales en pueblos, universidades, escuelas y organizaciones populares.

“El Topo” fue una artista excepcional, máxima expresión de la Nueva Canción en Puerto Rico, un poeta que musicalizaba sus versos y por encima de esto, un militante independentista, con conciencia antiimperialista y anticolonialista que no se vendió, que no se rajó y que cada día afianzaba su conciencia de un Puerto Rico Libre.

Pionero y militante de la Nueva canción levantó sus banderas desafiantes que hablaba siempre de un amor espontaneo y humanizado, del pueblo como protagonista, de la justicia social, de la libertad y de un Puerto Rico Libre.

Por la dimensión que había alcanzado en Puerto Rico como símbolo particular de la diversidad de la Nueva Canción fue que “El Topo” fue invitado como representante y miembro de la delegación puertorriqueña a 7 Días con el Pueblo, junto con Danny Rivera, Estrella Altao, Severio-Roxana y Lucecita Benítez.

“El Topo” participó destacadamente en las jornadas de San Pedro de Macorís, en Santiago y en el Estadio Olímpico de la ciudad de Santo Domingo con un repertorio diverso, diferente y atractivo, estilo particular en función de su identidad.

Al cumplirse 40 años de la celebración de 7 Días con el Pueblo en el 2014, el Ministerio de Cultura realizó en grande este acontecimiento cultural de Nueva Canción, de 7 Días con el Pueblo, estuvieron  presente varios de los aristas protagonistas de este evento, Danny Rivera, Joan Manuel Serrat y “”El Topo”, entre otros, en la conmemoración de un evento  que dijo Silvio Rodríguez que era “irrepetible” y que Los Guaraguos de Venezuela afirmaron que era el evento más trascendente de Nueva Canción jamás celebrado en el mudo.

Sagrario Diaz, fue una estudiante de la UASD asesinada en un asalto de la policía a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).  Gloria Marín, la inmensa  artista venezolana le cantó a Sagrario en el campo de la Universidad y sufrió como represalia que la dictadura ilustrada Balaguerista no la dejará entrar nunca más al país. Por eso no pudo participar en 7 Días con el Pueblo. Yaqui Núñez del Rico también le cantó a Sagrario, pero no pudieron hacerle lo mismo.

En Puerto Rico en un asalto a la Universidad, la policía puertorriqueña, Antonia, fue asesinada impunemente igual que sagrario.  Cuando “El Topo” canto su canción para Antonia nadie en ningún escenario de 7 Día con el Pueblo pudo escuchar esta canción sentada, sin lágrimas en los ojos y con una indignación total contra el régimen represivo Balaguerista por la similitud con Sagrario.

En su canción a Antonia, “El Topo” asegura “que el pueblo no perdona” y que un día habrá justicia.  ¡Creencia de todos! ¡Máxima de la historia!

El Topo cantándole su canción a Antonia.