Siguiendo en el perdón histórico, derivo sus consecuencias en este artículo. Como el perdón histórico sugiere un sometimiento forzado de una población sobre otra, y esta situación es la que sugiere procesos distintos de la imposición que se han manifestado a través del tiempo marcando el hecho de que una cultura dominante, impone sus reglas y visión del mundo, sobre otra.

Cuáles han sido esas consecuencias: imposición religiosa, cultural, lingüística y de desconocimiento de los modos de vida de estos pueblos sometidos, como por igual, el dominio político-social que es proyectado en el tiempo y supone una colonización ideológica que impacta sobre el pensamiento y la manera de asumirse por parte de los habitantes de estos pueblos sometidos, que termina por despersonalizarlos.

Es decir, al hablar de sometimiento, incluimos un cuadro general de poder ejercido sobre el otro, que impidió todo espacio de escape y libertad.

No obstante, si bien lo anterior es totalmente cierto, en estos procesos traumáticos de sometimiento, han surgido sociedades mestizas, capaces de construir modelos diferentes al que trajeron consigo los dominadores, e integrando nuevos componentes híbridos creando formas distintas que, a la vez que refleja un pasado de opresión, construye, desde la llamada maldad histórica, nuevas identidades que integran, formas y maneras del dominador y muchas otras, resultado de un  mecanismo de resistencia, y que continúa con algunas maneras de resistir a la opresión y con formas culturales originarias que se fueron mezclando como mecanismo de reproducción social y formas culturales nuevas surgidas y proyectadas a través del tiempo, en estos resultados arbitrarios de la historia.

Quizás este componente complica el análisis sin negar a la vez el perdón histórico, porque por más que querremos distanciar lo oprobioso del hecho histórico, sobre él se monta el mecanismo de resistencia y pervivencia ante el holocausto y la extinción absoluta de los grupos subalternos sometidos por el poder de la historia representados en aquellos pueblos dominados, con la salvedad de que estos se niegan a desaparecer.

Este complejo axioma, hace más dificultoso el perdón histórico, sobre todo cuando el tempo ha pasado y los protagonistas ya no están, sino más bien, los descendientes, menos enturbiados y contaminados que los primogénitos. Entonces a ese sometimiento de la historia y su juicio, se le opone la resistencia y la readecuación para sobrevivir como discurso.

En todo caso, estos procesos de imposición que generan el llamado al perdón histórico le siguen en el tiempo otros acontecimientos centrífugos que lo complejizan.

Por eso hablamos de las implicaciones del perdón histórico, este es más difícil de ace ar que sus consecuencias, que viene a ser la resultante del hecho histórico, pero esta vez, en situaciones distintas y circunstancias diferentes. Es por todo ello que el perdón histórico implica una revisión completa de las consecuencias sobre la cual se solicita y aceptar los desmanes y abusos cometidos en todo el proceso histórico, pero al mismo tiempo, evitar las condenas absolutas sin un juicio equitativo y racional de los hechos históricos, a veces más apasionados que racionales.

La petición de perdón histórico, supone una liberación o catarsis psicosocial, para liberarse del trauma del pasado, aunque en todo momento, ha de evitarse el resentimiento, la selectividad y exclusión, y por supuesto, la unilateralidad exclusiva del acusado, pues perdón histórico requiere la humanidad en su conjunto que ha vivido de dominios en dominios, opresiones y maltratos de un grupo sobre otro, por tanto, el perdón histórico podría ser una cadena de peticiones de aquellos pueblos sometidos por el poder y que terminan siendo oprimidos y borrados de la historia.