El inicio de cada año o cada cuatrimestre académico presenta la oportunidad al docente de revisar su práctica y las circunstancias en que se desarrolla. El contexto actual está matizado por el miedo del docente a la relación alumno e internet.  Hace algunos años los maestros se quejaban, con razón, de que los alumnos estaban copiando las tareas, que habían bajado los niveles de comprensión, entre otros obstáculos para el aprendizaje. Mario Vargas Llosa se refería en su ensayo Más información menos conocimiento a la falta de concentración en la lectura y la superficialidad en la reflexión, fruto de la gran exposición a los medios tecnológicos por parte de los alumnos; el cual concluye con la afirmación: mientras más inteligente sea nuestro ordenador más tonto seremos.

Hoy la preocupación ha crecido con los avances de la inteligencia artificial. Hay aplicaciones que, por ejemplo, producen ensayos en pocos segundos, responden a órdenes precisas y el alumno obtiene trabajos con una erudición y estructuras espantosamente perfectas. Ellos creen que lo ha logrado y que puede burlar al profesor, de hecho, lo hace no en pocas ocasiones.

El que el alumno engañe al maestro no es nuevo, siempre lo ha hecho con los recursos del momento. Hay que recordar el famoso chivo, los trabajos hechos por tercero, incluyendo los padres ¿Por qué esperar que ahora sea diferente?

En el caso de la educación dominicana el mayor problema no es la IA, ni el engaño, hay dificultades con raíces más profundas. Un buen número de bachilleres, presentan incapacidad para comprender hasta lo que copian, para explicar de forma coherente lo copiado. Su vocabulario es escaso, simple, elemental. Organizar ideas en un pequeño texto es una tarea tortuosa. Expresar una opinión en una oración simple por igual. Organizar las palabras ajustados a la gramática y norma de la lengua le cuesta mucho. Escribir bien es algo que no está en su imaginario, y por demás, muchos entienden que no hay que hacerlo.

En el caso de la lectura, el problema es agudo, dar cuenta de lo leído es imposible en muchos casos. Sus mayores problemas están en el nivel inferencial, la criticidad, conectar referentes y relacionarlos. Esto es en el caso de que lean, porque muchos entienden que no hay que leer, que se pueden graduar de una carrera universitaria sin hacerlo; porque ya se graduaron de bachillerato copiando sinopsis, reseñas y resúmenes. A esto se le suma la falta de conocimiento de historia, de los clásicos en la literatura, por ejemplo.

De modo que, el docente tiene un gran reto para orientar, conducir o como se le quiera llamar al alumno al mundo de la investigación, a la lectura razonada, a la criticidad en cualquier sentido y la escritura coherente. Coadyuvar a superar los escollos de la educación preuniversitaria se convierte es una tarea paralela a las que demanda el nivel superior.

En fin, la Inteligencia artificial es un reto más para los maestros, que de algún modo tendrá que utilizarla en beneficio de los alumnos y a su favor.

Andrea Teanni Cuesta Ramón en Acento.com.do