En fecha 17 de diciembre del presente mes, en la colaboración de BBC News MUNDO a este medio, leí un artículo titulado Quiénes eran los Hassasins, la secta que aterrorizó a cristianos y musulmanes en la Edad Media y de la que proviene la palabra asesino. El artículo me llamó la atención porque menciona el origen de  dicha secta y de la palabra asesino. Agregando después el nombre de su creador, Hassan i Sabbah, considerado en Medio Oriente como un reformador religioso musulmán, y conocido como el viejo de la montaña.

A veces pienso que nos hemos olvidado de otros escenarios donde existe buena literatura y buenas obras. Digo esto, porque hay lugares que mucha gente no toma en cuenta, ya sea por desinterés o desconocimiento. Este caso es uno de ellos. Cuando leí que el referido hecho histórico transcurrido en la Edad Media, con el paso del tiempo ha inspirado a novelistas, pensé en la novela Alamut, a mi entender, una obra poco conocida. Lo mismo sucede con su autor Vladimir Bartol, intelectual esloveno, nacido en 1903 y muerto relativamente joven a la edad de sesenta y cuatro años. De él es justo señalar, que también fue filósofo, psicólogo, historiador de las religiones y biólogo. Además, introdujo en su país las obras de Sigmund Freud y tradujo al estonio las de Friederich Nietzsche.

Vladimir Bartol fue de los primeros en denunciar las mentiras del nazismo, lo consideró similar al fascismo y casi idéntico al estalinismo. Esos hechos, en una época de totalitarismos y controles, por lo menos en su país, tuvieron un efecto negativo en un escritor que pudo haber tenido un reconocimiento internacional y su obra mejor suerte. Si algo pudo haber afectado su proyección a otros niveles, es el hecho de que toda su obra la escribió en estonio, una lengua minoritaria. De otro lado, se vio obligado a expresar sus ideas casi encubiertas en sus escritos, pues eran consideradas subversivas.

Aunque produjo crítica de arte y teatro, la obra más conocida de Vladimir Bartol es la mencionada novela Alamut, escrita en el año 1938. La novela se desarrolla en el siglo XI, justo en la primavera del año 1092 de la Era Cristiana.  Para adentrarnos en su ambiente, Bartol ubica al lector en la carretera de los ejércitos, que desde Samarcanda y Bujara alcanza al pie del macizo de Elburz por el norte de Jurasán, para la época una provincia iraní. De ahí salió una caravana en la cual llevaban a Halima, una niña esclava que había sido comprada en Bujara, una ciudad de Uzbekistán, y que nadie sabe con cual propósito. Abrumada por el misterio, Halima llega a un lugar destinado al adoctrinamiento. En ese espacio, hay un grupo cuyos miembros son instruidos por los seguidores de un hombre, que lo único que saben es que le dicen Seiduna o El Amo. Solo Myrian, Sara, la cruel Apama y Adí, su hombre de confianza lo han visto. Allí todos pertenecen a Seiduna. Si intentaran escapar es imposible; se encuentran en una fortificación con abruptos precipicios: están en Alamut.

Portada de Alamut, de Vladimir Bartol.

En ese nido de águilas que es Alamut, una fortaleza tipo castillo, Hassan i Sabbah, líder de los ismaelitas nizaríes, una secta fanática de orientación chiita, tiene el propósito de destruir a los turcos selyúcidas. El método empleado es el terrorismo y el asesinato de los oponentes por conducto de sus fanáticos y ciegos seguidores. Sin un ejército regular, i Sabbah, filósofo y estudioso de las doctrinas y las religiones, en menos de un año logra destruir a los selyúcidas.

Supuestamente embriagaba con vino y hashish a sus discípulos haciéndoles creer que irían al paraíso. Exaltados y convencidos, los entrenados milicianos salen a asesinar sin importarles perder la vida. Vladimir Bartol, por medio de la ficción histórica, describe el adoctrinamiento de los ismaelitas nizaríes. En este escenario, en un diálogo, el instructor Sulaimán le dice a Ibn Tahir: Seiduna permite y prohíbe lo que quiere. Nosotros, los ismaelitas, solo le debemos obediencia a él. Luego Ibn Tahir le pregunta, ¿qué es un fedayín? El fedayín es un ismaelita dispuesto a sacrificarse ciegamente por orden del jefe supremo. Si muere en el cumplimiento de su deber, se convierte en mártir. Si tiene éxito y sigue vivo, se lo promueve a dey y otras dignidades, le responde Sulaimán.

Se dice que esta novela de aventuras épicas y asuntos de fanatismo religioso no expresa un sentido político, pero desmonta los mecanismos secretos en que se funda toda dictadura. También, que las semejanzas de Hassan i Sabbah con Hitler, Mussolini o Stalin son evidentes, y que cada uno de ellos tuvo su Alamut. Es decir, que su autor, para que la censura no lo esterilizara  dejó en la misma  un mensaje soterrado de antitotalitarismo.

Cabe señalar, que Rebelión en la granja, y 1984,  de George Orwell, son las dos obras literarias más referidas como críticas del totalitarismo. Sin embargo, con respecto a Alamut, la periodista y escritora francesa de origen turco indio Kenizé Mourad, autora de la significativa novela De parte de la princesa muerta, en un comentario a la edición de 1989, afirma que esta es la novela del antitotalitarismo. Expresa ella, que el libro nos parece profético, y que la crítica de Vladimir Bartol al fanatismo religioso, no es más que una crítica del fanatismo político generador de dictadura. Bartol más tarde admitirá que, con los rasgos de i Sabbah, era a Stalin, a Hitler, a Mussolini a quienes quería evocar, para trazar así el retrato del dictador de los tiempos modernos.

 La descripción de los fedayines, fanáticos adoctrinados ciegos y sordos a todo lo que no es su creencia, son similares a las juventudes hitlerianas o estalinianas, o las falanges de Mussolini, también afirma Mourad. El principio fundamental de ese héroe sombrío, es que Nada es verdad, todo está permitido. Este es el vacío que transmitirá a sus discípulos más cercanos. Alamut no es una novela con tinte biográfico, es una ficción histórica, donde un narrador omnisciente proporciona datos reales sobre la secta de los Hassasins, su líder creador Hassan i Sabbah y Alamut. Que dicho sea de paso, es un aporte al conocimiento de este episodio de la historia de Oriente Medio, ya que los datos que habían sobre la secta, desaparecieron cuando el gobernante de los mongoles Hulagu Kan, considerado el terror de los musulmanes, arrasó la fortaleza en el año 1256.