En la antesala de la década del 70 del siglo XX, un grupo de jóvenes del municipio, ataviado con guitarras, en la enramada contigua a la iglesia (luego quemada), ensayaba cánticos y obras de teatro en apoyo a las misas. Las tensiones políticas y la represión contra adversarios del Gobierno presidido por Joaquín Balaguer eran el signo. No había piedad para contrarios.

El municipio cabecera de la provincia, Pedernales, aún era un pueblito tranquilo de familias conocidas que agotaban sus horas entre el trabajo, el activismo sociocultural y el ocio. Las “cabareses” (lupanares)  de las afueras de la ciudad eran la tentación de la juventud.

Franklin de la Paz (Franklin Rosá), José Ramón Madera, Siria Pérez, Betty, Juanita y Manuel Pérez Adames (Manuel Beján) no fallaban en su misión de acompañamiento en la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, en la central calle Duarte, entre la  Libertad, que da entra a la comarca, y la Braulio Méndez.

Era la Juventud Estudiantil Católica (JEC) regenteada por las religiosas españolas Josefina y María de Jesús Checo Simó. Justo detrás, límite norte, al cruzar la Genaro Pérez Rocha, el vetusto cuartel de la Policía, en una ruina de la fortaleza (1934) que dejó el huracán Katie de 1955.

Las inquietudes sociales bullían en los adentros de los muchachos y trascendían las cuatro paredes del centro religioso. Las lideresas lucían ajenas a los planes en curso hasta que un buen día eclosionó la decisión. Anochecía el año 1969.

“Le sugerimos a la española (Josefina) que nosotros queríamos ensayar algo que estuviera más a tono con la situación actual del país, pero ella se negó. Dijo que en la iglesia eso no se podía y que el cuartel está detrás, al cruzar la calle de la enramada de la iglesia donde hacíamos los ensayos. Entonces nos sugirió que formáramos un club independiente de la iglesia y le diéramos el sentido que quisiéramos. Creamos un grupo de poesía coreada y obras de teatro y comenzamos a ensayarlas en la enramada, pero nos lo impidieron”, ha contado Manuel Beján, primer  presidente formal del CSCP y actual presidente del Consejo de Directores de la Fundación Activo 20-30, en Santo Domingo.

Arrinconados por la advertencia, fluyeron las ideas de alternativas y seguido comenzaron los aprestos para concretarlas.

Manuel Pérez Adames, pionero.

Relata Manuel que contactaron a otros jóvenes del pueblo con inquietudes sociales y crearon una directiva provisional dirigida por Siria Pérez Ferreras.

Allí estaban: Marcos Fernández (Dunda), Frady Pérez Heredia (Frady Pimpón), los hermanos Leonardo y Manolo Pérez (los Curú), José Molina (Borola), Víctor Radhamés Pérez Mercedes (Radhamés Vitor), Alejandro Ferreras (Leandro), José Batista Pérez (Reyito) y Pastor Reyes Nin.

Al salir de la iglesia, alquilaron un local en el conocido bar de Claudio Tejeda, al lado del bar de Julio Hernández, en la Duarte. Pero no sabían cómo sostenerlo.

“Casi nunca podíamos pagar las mensualidades. Hacíamos fiestecitas para recaudar fondos. Las presentaciones de obras de teatro y poesía coreada dejaban pérdida. Tenían un contenido fuerte contra la represión del Gobierno, y eran patrocinadas por la Asociación de Estadudiantes Universitarios de Pedernales en la capital”, puntualiza.

Pronto, Manuel asumió formalmente el puesto de presidente y Marcos el de tesorero.

Tres años después llegó la urgencia de marchar para estudiar. El primero a la capital, para formarse en la la estatal Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). El segundo, al Instituto Técnico Salesiano de Santiago (ISA).

“Yo no pude seguir porque me vi en la disyuntiva de trabajar, buscármela, y estudiar, o volver a Pedernales”, resalta.

En ese tiempo, la directiva dejó huellas. Celebró la trascendental Semana de la Cultura con grupos culturales de UASD, como la rondalla, donde tocaba el pedernalense Federico Pérez (Güingo), los grupos de bailes folklóricos, teatro y poesía coreada, charlistas.

“No teníamos dinero, pero los empleados de Alcoa colaboraban cuando cobraban en la semana,  los universitarios de la capital colaboraban, la Alcoa colaboró y familias del pueblo hospedaban en sus casas a uno y hasta dos de los invitados, porque en esa época no había hoteles suficientes donde quedarse. Fue algo fuera de serie”, explica Manuel.

Marcos Fernández, agrónomo graduado en el ISA.

A GOLPE LIMPIO

El asedio representaba una amenaza permanente. Las autoridades veían al club con ojeriza. La vigilancia, la persecución laboral y la represión pendían sobre sus integrantes. Pero no se rendían.

Acogotados por la carencia de dinero, brotaron soluciones nada fáciles.

Frente al parque central, en la calle Antonio Duvergé esquina Mella, identificaron un local vacío: el antiguo Partido Dominicano o Casino (Del tirano Trujillo) y luego sitio para refugiados de huracanes. Y planificaron ocuparlo.

La edificación estaba vacía y ruinosa luego de sacar a los damnificados del poderoso huracán Inés del 29 de septiembre de 1966 y reubicarles en casitas construidas por el Gobierno en el sureste de la ciudad (Barrio Inés).

El grupo llevó sillas y mesas, las depositó en el salón principal y condenó las puertas con trozos de madera, mientras Marcos y Manuel viajaban hasta el Distrito Nacional para gestionar la donación del inmueble. Allí, el director de Fronteras, general del Ejército Adriano Valdez Hilario, se comprometió a colaborar.

“Él nos aseguró que haría una visita a la provincia  en diez días, en helicóptero, para ver la situación. Y nos invitó a regresar”, refiere Manuel Beján.

Pero cuando llegaron al pueblo, al día siguiente, les esperaba la vieja cárcel policial cuyas rejas miraban (aún miran) hacia la única cancha municipal de volibol y baloncesto, en el centro de la ciudad.

Según Manuel Beján, por orden de la gobernadora Virginia Pérez fue llevado a la ergástula durante una semana, junto a Radhamés Vitor y Juan Pastor Reyes Nin, quien luego, en 2013,  se ordenaría como el primer sacerdote episcopal de la Iglesia Anglicana (protestante) nativo de Pedernales, mientras su hermano Felino sería el primer sacerdote de la Iglesia Católica (35 años), con ejercicio en Estados Unidos.

Relata: “A mí me golpearon varias veces para que desalojara el local y nos acusaron de comunistas  enemigos del Gobierno. Pastor venía en ese momento y preguntó qué pasaba; entonces, dijo que a él había que llevarle preso también, y se lo llevaron. Al llegar el general Valdez Hilario, fuimos liberados y él mismo gestionó la entrega del local. Y nos  dedicamos a remodelarlo, pero llegó el momento de partir. No volvimos porque estudiar y sostenerse no es fácil”.

Desde Nueva York, el padre Pastor, ahora con 70 años sobre su espalda, considera memorables aquellos momentos de inicios de los 70.

El Club Socio Cultural era el faro de luz, la antorcha encendida para guiar la juventud de Pedernales. Hablar de ese club es hablar de una utopía, hablar de sueños de motivar a los jóvenes a estudiar. Había grupo de poesía coreada, daban charlas, organizaban excursiones; buscábamos siempre mantener la unidad entre los jóvenes”, evoca con dejo de nostalgia.

El religioso había nacido en la Sierra de Baoruco, en la colonia agrícola  pedernalense  Flor de Oro (Mencía, tras el ajusticiamiento del tirano Trujillo).

“Y llegué al municipio en 1969 y ya el club estaba formado. Entré por vía de la iglesia católica. Muchos de sus miembros eran del coro de la iglesia. Yo participaba en las actividades para conseguir el local. A mí me mandaron a buscar del cuartel de  la Policía porque decían que yo era uno de los agitadores que salía a reclamar que nos entregaran el local. Para mí no significó tanto que me agarraran peso; lo que quedó en mi es que los que estábamos allí presos nos apoyábamos unos a otros, como una familia. Todavía hoy yo recuerdo ese tiempo con gran alegría. Con ellos, no me sentía lomero. Me sentía bien porque era una causa noble, que era ayudar a los demás con la búsqueda de un lugar con un ambiente de bienestar para todos”.

Los hermanos Siria y Leandro Pérez Ferreras.

Los hermanos Alejandro (Leandro), Siria y Cándida Pérez Ferreras fueron protagonistas del proceso. Ponderan los aportes.

Cuenta él: “Recordar el club es recordar tiempos memorables. Una organización que llegó a llenar un vacío. La falta de libertad, espacios culturales y desarrollo fue llenada por esta organización con presentaciones de obras artísticas, poesía coreada, rondalla, grupos de teatro… Los grupos culturales de la UASD ayudaron a formar nuestros jóvenes. Por las presentaciones con contenido de protesta, las autoridades nos acusaron de comunistas y sufrimos las consecuencias… El club estaba lleno de personas valiosas. Fue lo máximo en cultura para el pueblo de Pedernales”.

Refiere Siria, exprofesora: “Comenzamos formalmente un 5 de diciembre de 1970. Nuestro principal objetivo era llevar cultura al pueblo. Tener un sitio donde los jóvenes nos pudiéramos reunir sanamente. Por eso nos enfocamos mucho en llevar grupos de la universidad… Así los jóvenes se iban interesando más en las cosas sanas, positivas. Antes, los jóvenes estaban tentados por esos cabareses (prostíbulos de la periferia)”.

Para Cándida, el club nació para cumplir con una necesidad de Pedernales.

“Las reuniones se hacían en casas que alquilábamos. Entonces se habló de que había un local abandonado frente al parque… En una de esas reuniones acordamos ir a limpiar el local. Lo limpiamos y luego lo pedimos en donación. Una lucha atroz, pero lo logramos. Hacíamos fiestas, actividades artísticas. El club mismo creó un grupo de teatro. Celebrábamos las fiestas patronales, fiesta de las madres. En Pedernales había una orquesta que nos  tocaba a precios muy bajos, casi gratis, para divertirnos nosotros recaudar fondos y comprar mobiliario. Jugábamos ajedrez, dominó, barajas. Los universitarios nos llevaron la rondalla en varias ocasiones, muy linda por cierto. Muchos de esos jóvenes hoy son profesionales  brillantes”.

Recuerda a la primera matrícula en la que ella estuvo: Marcos Fernández, Magnolia Guzmán,  Leonardo Pérez, Mary Pérez Matos, Arelys Pérez, Leovigildo Méndez (Rubio Gelín), Juan Pérez Batista (Reyito), Enrique Pérez, Enrique Acosta, Sergio Fenández, Armando Reyes Recio, entre otros”.

Marcos Fernández, hoy productor agrícola y ferretero, evoca los primeros días.

“El club nació de un choque que se produjo entre la Juventud Estudiantil Católica y el Padre René Tousignant (capellán del Ejército). El padre entendía que nosotros éramos comunistas. Nosotros nos reuníamos en una enramada que había en una enramada que había en la iglesia católica, asesorados por una cooperadora española que se llamaba María de Jesús Checo Simó. Tuvimos ese choque y él nos negó el espacio de la enramada para juntarnos. Entonces se le ocurrió a la española que formáramos una organización diferente a la iglesia para mantenernos juntos y congregados para seguir realizando las actividades sociales y culturales que nosotros queríamos, pero chocaban con los intereses de la iglesia. El país vivía una época muy caliente (década del 70), los grupos de izquierda tenían mucha incidencia en los jóvenes y movimientos estudiantes, en esa coyuntura aglutinamos, aprovechamos y aglutinamos a la mayoría  juventud sana de ese tiempo e hicimos un gran papel. En ese tiempo la actividad clubística había muerto. Había clubes, pero tenían otra línea; por ejemplo: existía la Logia (Progreso de la Frontera, 8/12/1952), el casino. Fuera de ahí, que yo recuerde, no había nada”.

“Celebramos la Primera Semana de la Cultura. Solo quienes pudieron vivir eso, pueden dimensionarlo. Una semana completa en que la Asociación de Estudiantes Universitarios de Pedernales (Adeupe) y el CSC nos aunamos y celebramos durante siete días completos de actividades (charlas, presentaciones teatrales”.

Manuel Beján pertenecía al coro y recuerda que acompañaba al cura a Cabo Rojo a oficiar misas a los altos ejecutivos,  entre ellos Víctor García y el ingeniero Cáceres. E iba en su jeep a la iglesia de Los Patos, provincia Barahona. Cree que el capellán estaba ajeno a la restricción puesta por las colaboradoras españolas.

“No le oí decir nada sobre los muchachos; ellas lo harían por temor”, puntualiza. Siria le refrenda.

José Molina entiende que la fundación de la entidad  fue una expresión de la Guerra Fría.

“La idea era agrupar a la mayor cantidad de jóvenes progresistas. Con la asesoría de estudiantes de la UASD como Enrique Pérez (El Pato), Wilfredo o Bifí, Antonio Matos, Aldemar Molina y otros, comenzó el club y organizamos actividades que expresaban el disgusto con el estado de cosas del gobierno de turno. Durante los seis años que duré en el club, creo que este cumplió su rol. A partir de 1976, el club perdió el rumbo hasta llegar a ser lo que es hoy: un elefante blanco”. Hoy apenas es un salón para alquilar a quienes quieran realizar actividades”.

Profesor Sergio Fernández.

Sergio Fernández (Alé), profesor en el pueblo, se destacó por activismo. Con su pelo lacio largo y barbas profusas se le recuerda por resaltante dramaturgia en las presentaciones del grupo de poesía coreada.

“El club surge por la necesidad que tenían los jóvenes de reunirse y hacer un conglomerado donde pudieran expresar sus intereses. Necesitaban una sociedad que los representara, un espacio donde pudieran desarrollar sus habilidades y destrezas y por la necesidad de cultura y esparcimiento sano que tenía la comunidad. En las fechas importantes trajo a Pedernales a grandes panelistas, charlistas y artistas. El panorama clubístico actual está crítico. Es lamentable, pero deben reiniciarse, aunque existen algunos. El mismo CSCP existe, pero no se hace sentir”.

Para él, “los tiempos han cambiado mucho. Las circunstancias son otras. La juventud está un poco apática a ese tipo de actividades porque eso amerita de mucha vocación y mucha entrega. La gente no está en esos ánimos de aportar, de dar”.

DE LAS REBELDES Y LOS HERMANOS JUVENILES

En los años 40 Pedernales tenía aspecto de aldea, pero registra la existencia efímera de un club muy activo: el 27 de Febrero.

Consistía en una gran enramada con senderos de piedras marinas, adornados con plantas de flores en los laterales, cercada de palos rústicos y alambres de púa.

Miguel Pérez, 83 años, y Julio Mella (Cucuyo), de 80, coinciden en que funcionó en la hoy la esquina Duarte con 16 de agosto (donde estuvo el bar de Claudio Tejeda y la tienda  La Curacao, en el solar de las casitas de Tití y la pareja  Emilia y Otilio.

Pérez recuerda a Julio Ñañá, que era muy bailador, y a Amanda Tejeda. Asegura que hubo fiestas con orquestas de Barahona. Y en camiones iban “embajadas”; o sea, muchos representantes de otros pueblos.

“El hielo se llevaba en bloques y se preservaba en tanques con pajas. Se llevaban todo. Se celebraba pasadías”, acota.

Las actividades sociales y culturales en Pedernales se hacían en el local del Partido Dominicano, primero cuando funcionaba en la vieja casona de zinc que servía de  almacén de la época de la colonización de la Sabana Juan López, hoy Pedernales (1927), y luego, a finales de los años 50, como local del Teatro Doris.

“En esa casa tuvo varias presentaciones el folclorista René Carrasco”, asegura Miguel.

Tras la inauguración del nuevo local del Partido Dominicano, múltiples actividades de relieve se celebraron, entre ellas, celebración de fiestas patrias, Día de las Madres, reinados. Pero el centro era siempre la figura del “Jefe”.

Miguel Pérez es músico de la época, como su hermano Federico (Güingo).

“Recuerdo un reinado que ganó Francia la de Sulina y Bao. Fue muy bonito. La profesora Petra, hija de La Nesta; Eunice Féliz, que luego fue directora de la escuela y gobernadora, Eunice González, Inesita Rivas, luego la profesora Denia, organizaban eso. Tanto los ensayos como la presentación del acto lo hicimos nosotros con la bandita, tocando el vals Danubio Azul”, argumenta.

Cuenta Cucuyo que “de niño conocí el club 27 de  Febrero, ubicado en un solar donde vivía Otilio Pérez, en la Duarte esquina 16 de agosto, frente a donde vivían Sinencia y Carlitos Pérez. Eso fue en los años 44, 45, 46”.

Tras el nacimiento e impacto del CSCP, hubo otros esfuerzos de organización aunque sin mayor trascendencia.

Médico Pedro García Medrano y compañeras.

Pedro García Medrano (Ney), 61 años, hoy es el primero y único cardiólogo-intensivista de Pedernales, con ejercicio en Plaza de la Salud, en el Centro Cardio, Neuro, Oftalmológico (Cecanot) y el hospital universitario Salvador B. Gautier.

Reconoce que el CSCP fue la auténtica expresión de la juventud inquieta del Pedernales de esos días. Considera que los Leo y Leones estaban orientados a una clase social acomodada.

Sitúa en 1978 la génesis de un nuevo movimiento de organizaciones culturales, sociales y deportivas, donde –afirma- tuvo niveles de participación. Fueron los años de los clubes Doctor Carlos Sención Noboa y René Tousignant

Recuerda el activismo en la intersección de las calles Mella y Sánchez, donde los jóvenes del vecindario  y otros sectores confluían para jugar béisbol y otros, y “tirar el ojo a las chicas”. Durante las tardes, atendía el colmado de su tío Papito, en la casita de madera de Estrella de la esquina sureste.

“Yo despachaba cuando él echaba alguna siesta. Mis amigos aprovechaban e iban y habláblamos de política, deportes, tonterías… El colmado tenía un patio con una enramadita donde él criaba pollos para la venta, pero ya no se usaba. Nos juntábamos allí, y especialmente las muchachas: Norma y Toña Dotel, Chavela, Morena la de Fefa, entre otras, se juntaban a jugar y hablar, mientras mis amigos y yo nos veíamos en el colmado a hablar de otros temas. Te hablo de Demetrio o La Mecha, Carmelo Pérez (hijo de Rosa), Sony Fernández, José del Carmen Pérez Díaz (el Rosa), Bartolo Mella (Bobadilla)… Era una dinámica de casi todo el día”.

Relata que un día, por iniciativa de Morena, las muchachas crearon decoraron y formaron el club Las Rebeldes, solo de hembras.  Dos jóvenes que compartían con ellas, José Lucía Samboy –José Piquito- y Carlos o Carlitos García, mi hermano, se quedaron en el aire por ser hombres, aunque les colaboraban con el trabajo pesado.

Los varones se motivaron y, como un juego, crearon el suyo en 1978: Los Hermanos Juveniles. Una de las primeras actividades fue la celebración del cumpleaños de María Antonia Dotel Pérez (Toña), quien luego sería la esposa de Ney.

Pronto ampliaron sus contactos con otros barrios como el Miramar y realizaron jornadas de promoción de salud en coordinación  con Danilo Alcántara, que trabajaba como educador en salud de Salud Pública.

La Mecha consiguió el permiso y construyeron una gran enramada entre la casa de Nico y de Ismael, en la Mella con Sánchez.

“Buscamos palos de bambú en la loma, propiedad de Reyes Recio. Bobadilla o Bartolo Corpito la hizo techada en cana y paredes de bambú, y allí dimos varias charlas”.

Resalta que a doña Brígida, esposa de Papito, se le ocurrió hacer un club de verdad y llamó a las muchachas y a jóvenes. Así, en la casa de Papito, se produjo la transformación del club Las Rebeldes en club René Tousignant.

En ese mismo año, “después de yo regresar a Santo Domingo me entero por carta de La Mecha que el club Hermanos Juveniles se estaba reuniendo con otro club, el Clérido Adames, que desde hacía un tiempo encabezaba el amigo Reyito en la parte alta del pueblo, en la Duarte.

“En agosto o septiembre me informa La Mecha que buscaban una fusión. Luego me informaron que decidieron llamarlo Carlos Sención Noboa (28/10/1978). Yo protesté por carta porque no me sentó ese nombre por la sencilla razón de que no veía que él mientras era director del hospital fuera propietario de una farmacia. Pero al final quedé su representante en la capital.  La primera gestión fue hacer el sello y la segunda una gestión de libros con la Sociedad de Bibliófilos, por vía de nuestro amigo Efraín Terrero. El club tuvo gran acercamiento con la iglesia católica, diferente al René Tousignant”.

DE CARA AL TURISMO

Sacerdote Juan Pastor Reyes Nin, oriundo de Mencía, ejerce en Estados Unidos.

Desde la perspectiva del padre Pastor, el rol de los clubes de cara al desarrollo turístico debería ser de “dar la oportunidad a que las personas sientan que pertenecen a un proyecto.

“Así cuidan el proyecto y trabajan para que todos participen y crezcan en bienestar… La cultura se va arraigando en los huesos y entonces  los grupos trabajan unidos para lograr triunfos, sin individualismos, todos en un proyecto común, como team, a favor de todos. Por eso los clubes son fundamentales”.

Julio Mella (Cucuyo) gesta una cooperativa gastronómica de cara al desarrollo turístico, pero sostiene que no encuentra un socio idóneo.

Piensa que los clubes revisten gran importancia en esta época “porque los pueblos necesitan de su gente, de sus jóvenes. Deben pensar en el emprendurismo, que es la primera opción para que la gente se involucre en el desarrollo que estamos propiciando y esperando”.

De acuerdo a Marcos, “los grupos culturales frente al desarrollo turístico son de vanguardia, deberían jugar el primer papel, pero, especialmente, en lo que va a representar el desarrollo turístico, deben mantener un conjunto de actividades que reflejen el acervo cultural de la provincia”

Advierte que Pedernales “será bombardeado con el desarrollo turístico y otras cosas en las que nosotros no estamos acostumbrados; así que, si hay instituciones fuertes que sostengan la cultura, nosotros tendremos una identidad cultural más fuerte, firme”.

El profesor Alé opina que el rol de tales entidades es fundamental.

“Algunas instituciones del Gobierno están haciendo algunas cosas, pero no todo lo necesario”, puntualiza.

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