Altagracia Ludovina Gómez, conocida en el ámbito artístico como Divina Gómez, nació en Moca, provincia Espaillat, en febrero de 1893. Cantante de ópera, actriz y maestra de grandes lauros, pendientes de ser abordados con la amplitud de la densidad de su largo desempeño. Inició su carrera artística al integrarse en 1911 al Circo Variedades, compañía peruano-guatemalteca que visitaba el país. Contra el deseo de su familia, viajó a Cuba donde, sin que la amilanaran las dificultades, estudió canto, baile y actuación con experimentados profesores cubanos y mexicanos. Su trabajo en dicha isla llevó a los expertos a decir que cubría con eficiencia todos los géneros de la actuación. Su internacionalización creció al pasar en 1914 a Puerto Rico, donde fue acogida por sus méritos en la música y el bel canto. Seis años después, llevó su arte por España, Francia e Italia.
Divina Gómez regresó a Santo Domingo en 1923 para concentrarse con exclusividad en la actuación y la enseñanza, pues había perdido la voz. En esta etapa, paseó su talento por los principales escenarios del país, como los de Moca, San Cristóbal, Bonao y Santiago; junto a los actores estelares del teatro dominicano. Desde 1942 fundó su compañía de teatro, la primera con nivel profesional en el país; dirigió el cuadro de comedias de la Voz del Yuna, y fue parte de su tránsito a la Voz Dominicana, versión radio y televisión. Además, le tocó dirigir la Escuela de Bellas Artes, en Santiago. Avanzados los años 50, hizo cine en México y debutó en el Teatro Arena de New York con la obra La Casa de Bernarda Alba, escrita por Lorca. Autora de las obras: Brotes del alma, dedicada a las madres dominicanas, y Los consejos de doña Rosa. Dicen que fue querida, admirada y mimada por cubanos, puertorriqueños, mexicanos, norteamericanos, colombianos, venezolanos y españoles. Los reconocimientos que se le han dispensado por su vida consagrada al arte dicen que por nosotros también. Vale señalar, que una calle en Estancia Nueva (Moca) y una de las salas del Gran Teatro del Cibao llevan su nombre. Su vida se apagó en junio de 1984, dejando un cirio encendido con su arte.