En el oficio de morir,
henos aquí compañera,
cóncavo, convexo.
¿A que vienen estas arrugas,
las cataratas
y la sordera?
Nuestro amor,
tal vez de desprecio,
de miedo, rechazo, perfecto
en la felicidad de estar muerto.
Soy un transeúnte de pronto
que no ha podido vencerte.
empero, dispuesto a partir
cargado de reposo.
No sé si vivo o muero,
pero tomad el camino
como un mero pasatiempo.
Un saludo a otro
que también te saluda,
y así sucesivamente.
A pesar de sus ojos y la luz,
el insecto, tembloroso, caerá
donde la parca hila.
¡Ah!, como no existe curación posible,
devuélvele, como lo hiciera Sócrates,
a Esculapio el gallo
que te adelantó el camino.