"Mientras disipo la suma locura" (Poemas, 2017), de Eladio de los Santos García. Editora Búho, República Dominicana. 78 pags. Diagramación y diseño del sujeto-autor. Esa es la obra que esta vez nos ha correspondido analizar.
De nuevo el poeta entra en los espinoso laberintos de la literatura tradicional o clásica; pero esta vez lo hace a partir del uso del soneto, con una representación estrófica de cuatro (4) estrofas, donde hay dos (2) cuartetos y dos terceros, con rima del primer verso, con el tercero y del segundo con el cuarto verso.
La métrica del soneto responde a versos dodecasílabos, versos de doce sílabas. Aunque, en este caso, el sujeto autor es flexible, a veces, con ese conteo métrico.
Aunque el sujeto autor, presenta, casi siempre la tercera estrofa con cuatro (4) versos y la última estrofa con dos (2) versos, el diseño y la métrica es la misma y su reducción al potencial creativo es también el mismo, porque obliga al sujeto-autor a ceñirse a sus reglas tradicionales.
No hay uso del verso libre. No hay libertad creativa en los abordajes estéticos del poeta creador, de ahí que, hasta el enfoque del malditismo poético inicial de este sujeto-autor, también queda aquí desplazado, en desmadro del potencial innovador y creativo y de la búsqueda fónica y gráfica del sujeto-autor.
Los pasos hacia el hacer poético tradicional, es el centro en esta obra, lo cual desdice de aquella poética del malditismo poético y de su proclamada voz innovadora, apagándose, en este caso, a los lineamientos del soneto y su encuadre a las reglas clásicas de esa literatura rímica y lineal.
Es esta una práctica normativa que conlleva al sujeto-autor a una inevitable retranca del proceso creativo del poeta. Por qué y para qué volver a ese hacer esquemático y limitativo?
Más que un necesario aporte a la innovación literaria, este producir obligado y restringido, se constituye en un paso esquemático en la producción poética del sujeto-autor.
A pesar de esas limitaciones formales y de fondo, en estos sonetos, la mirada familiar e íntima del poeta, se asoma a la vecindad y a la voz filial y amorosa de quien convive en el entorno de los suyos. Veamos:
"Tú amor, Celia, me sabe a café
del que tu madre muele al pilón
y que contiene un negro dulzón
que azucara la vida y la fe.
Ese mismo que un día probé
gordo de dicha, de la ilusión
que rebosaba a mi corazón
al tú darme el sí que tanto ansié.
Tu amor, Celia, me sabe a café,
negro azúcar, hondo aroma,
nido de besos, voz de arrullar,
fuente de entrega, luna de cané*
sabor de vientobajo un palmar,
amor de soñar que no olvidaré".
(Ver pág.17, soneto titulado "Tu amor me sabe a café", obra citada. *Cané, es el árbol de la ilusión, de la libertad de los sentidos, cuyas flores, al olerlas, hacen soñar y fantasear ).
Es esta una obra de homenajes a los amigos, a la familia y a los viejos y esquivos amores del sujeto-autor.
Es una obra de pagos de deudas espirituales y amorosas, donde el poeta se sabe amarrado y apegado a la norma, a la rima y al conteo silábico que conlleva el soneto.
Aunque el sujeto autor percibe esa obligación escritural, como una (…) "bella rigidez de la simétrica forma", la realidad es que es un real retroceso al imaginar y al crear, como opción libérrima del poeta. Veamos:
"La bella rigidez de la simétrica forma
del gusto agarrado todavía me lleva.
Esa musa de versos castos llamada Norma
es mi amante y ha sido de grandes poetas.
Yo en su justo metro también hallo la horma
a mis pies de horizonte para sembrar mi huella
en el barro perenne qué cuece la historia
en su conjugación de pensamiento y lengua.
Su bello encierro en el tiempo aún resuena
con el nombre de muchos grandes ruiseñores.
¡Oh cavidad de la justa medida que sueña
ritmo y rima y música en los labores
Del siempre río al que ató su mejor edad,
para ser la memoria de la eternidad".
(Ver poema titulado "La bella rigidez de la simétrica forma", pág. 11, obra citada).
Por más que el sujeto-autor varíe el formato del soneto, alterando o no, su estructura gráfica, no deja de ser una composición poética rígida y forzada. Ya en nuestra literatura, desde el postumismo, hemos superado esos escollos silábicos y métricos.
El problema aquí no es dominar o no la construcción poética del soneto. En verdad, el sujeto-autor domina la composición del soneto. La situación está en su apego "policíaco", obligatorio, a sus reglas internas.
Los cientos treinticuatro (134) sonetos que están consignados en esta obra, en este caso, son un recetario de reglas y formas ortodoxas, que respoden a los principios establecidos por Lope de Vega (25-11-1562/-27-8-1635, Madrid, España); Góngora (11-7-1561/ 23-5-1627, Córdoba, España ); Quevedo (14-9-1580/Villa Nueva de los Infantes, España);
Lo importante, en esta práctica del soneto, es que el sujeto-autor, sigue la tradición clásica asumida por Francisco Calderón de la Barca (25-5-1681/17-8-1580, Madrid, España); por sor Juana Inés de la Cruz o Juana Ramírez de Asbaje (12-11-1648/1695) y por Miguel de Cervantes Saavedra (29-9-1547/22-4-1616).
Esas reglas también fueron practicadas y fijadas por Francesco Petrarca ( 20-7-1304, Arezzo-Italia/19-7-1374-Arquá-Petrarca ), William Shakespeare ( 23-4-1616/1582); Rubén Darío ( 18-1-1867-Ciudad Darío/ 6-2-1916, León, Nicaragua) y Pablo Neruda ( 12-7-1904/,Parral, Chile/23-9-1973, Santiago de Chile ), entre otros poetas, maestros del soneto que nos han dejado su histórico legado cultural y literario,lo cual, como saber académico, debe ser conocido por todo sujeto vinculado a la literatura.
Conocer y dominar esos principios normativos, no implica que el escritor esté obligado a aferrarse a ese modelo de escritura, ni tampoco induce a entrar a esa práctica por estar en una moda.
El quehacer ha de ser por decisión y dominio propio, como ocurre en este caso, dando a entender el sujeto autor tiene conocimiento y dominio de la literatura tradicional.
En mi caso, no me apego a nada que me obligue a aferrarme a su imposición, porque privilegio la libertad creativa y el imaginar abierto y sin fronteras.
De la página 60, hasta la página 62, hay seis (6) sonetos con un mismo tema, dedicados a la fenecida escritora dominicana, Mélida Garcia (1956-2005), en los que el sujeto-autor, bajo el título de "Reproche", expone su angustia y su dolor, no sólo por la muerte de su amiga y colega, sino por su sordera al no valorar su palabra, en su actuar ante "los cuervos que son la malditud" de su olvido, según el poetizar de este creador. Veamos:
"El olvido del que hablo no es nada más
que un acuerdo tácito de ingratitud
entre aquellos cuervos, que son la malditud
que empujan tu huella hacia el nunca más.
Sin embargo tu huella tampoco morirá
ni mucho menos una süerte andina
con los siglos por cómplice la desmapará;
aunque "tus herederos" conspiren con sardina.
Pude ser la memoria de tu arte más viviente,
quien diera hálito a tu talento, a tu legado,
pero tú misma al negarme te has negado
en la anti-tú peor y tan estúpidamente.
Fuiste inteligente y mucho más que bruta:
Comiste la semilla y sembraste la fruta".
(Ver parte #4, de los sonetos titulado "Reproche", dedicado a Mélida García, pág. 61, obra citada).
Al finalizar este trabajo, debo advertir que en estos sonetos, la traba rímica, o sea, la obligación al apego a una rima y al conteo métrico, alejan al sujeto-autor creador de su voz poética rítmica e innovadora, aunque mantiene el impulso metafórico en su decir poético.
Aún sigo rebuscando su malditismo poético y su narrar surrealista y simbólico.
Ojalá que ellos sean los que me sorprendan a mí, en este rebuscar sin tregua, en la plurifonía infinita de nuestra lengua.