"Sueño de polen" (Poemas, 2017), de Eladio de los Santos. Editora Búho. República Dominicana. 57 págs., diagramado y diseñado por el sujeto-autor. Es un libro que hunde sus raíces en lo onírico, en lo natural y en lo celestial, marcado por un estilo que está ceñido en la norma tradicional de la creación literaria, a partir del uso de la rima y medida del Haiku.
Lo extraño aquí es que, desde el sueño, el poeta recibe la voz y la encomienda de difundir la palabra, no aquella que habita en la Biblia cristiana, sino en la voz del señor que invoca el poeta, no la sabia bíblica, sino la savia de la naturaleza.
La defensa de la naturaleza es lo que aquí se constituye en motivo temático para el poeta. Desde un estilo tradicional, lineal y, a veces, rígido, el poeta desdice de su maldítismo inicial, y se acomoda a un decir poético tradicional, basamentado en la metáfora, pero sin vuelos experimentales, en el uso de la palabra.
La defensa de la naturaleza fluye en estos versos, sin la menor prevención del sujeto-autor, sobreponerse a rejuegos lingüísticos o búsqueda sonoras en la palabra. Aquí hay un comunicar que, desde el verso tradicional, se nos presenta como una clara pancarta de persistencia, por la defensa de lo natural y sus entornos geográficos.
Dios le habla al poeta y le dice que propague aquella palabra de salvación de la naturaleza. Aquí el poeta es un creyente de lo espiritual que induce a la savia natural que rejuvenece el planeta.
Dar la vida por salvar la naturaleza, es el punto de partida y de regreso del poeta. Aquí la voz poética no está asomada al afán vanguardista, sino a la militancia de salvación de nuestro medio ambiente y la naturaleza.
Veintiún (21) bloques sirven de referente o división, a este extenso poema, donde, "Una noche, mitad de este mundo y mitad del otro, a través de un sueño, el Dios de la Savia me hizo esta revelación, para que yo la divulgara a los seres humanos: A ti te he escogido, porque has hallado gracia ante mis ojos".
(Ver pág. 9, obra citada)
Sigue diciendo el poeta: "Así me dijo el savio creador (así con v, referente al líquido del árbol y no al saber o a la sabiduría). Y enseñándome la forma vegetal etimogénica, prosiguió": "Este es el signo del primer árbol del universo cuya savia permanece aún en proceso de fotosíntesis". " A ti te lo entrego, para que escribas con su tinta de verditud sobre el papiro del tiempo, y conozcan su significado todas las generaciones del mundo entero".
(Ver pág. 9, obra citada).
Sigue diciendo el poeta:
"Y puso en mis manos la letra savia que es a la vez todas las letras del alfabeto de la naturaleza".
(Ver pág. 9, obra citada).
Sostiene el poeta que eso le encomendó el Dios de la savia y que tambien le encomendó lo siguiente:
"Pero en tu tarea estarás orientado por la norma de Oriente, cuya forma es la misma del canon de esta letra y, sobretodo deberás hacer florecer a la altura, profundidura y horizontura del símbolo".
(Ver pág. 10, obra citada).
Cualquier lector, de entrada, puede pensar que esos términos usados por el sujeto-autor, están mal escritos, ya que no responden a la norma ortográfica normal del uso de la lengua española; pero son términos que responden al afán de "reforma expresiva" del sujeto-autor.
Cuando el poeta se refiere a "la norma de oriente", en este caso, se está refiriendo a los Haiku o poemas orientales, los cuales tienen como rasgos característicos estar escritos en tres (3) versos sin rima,de 5,7 y 5 sílabas. Esa métrica es flexible, por lo que pueden escribirse Haiku con diferentes números de sílabas.
Un tema normal en los.Haikus, es la naturaleza, por lo que Eladio de los Santos García, cumpliendo el mandato de su Dios de la savia, se ha ajustado a los principios del Haiku en esta obra.
En una búsqueda sobre el origen del Haiku, pudimos encontrar que "El haiku, tal y como hoy se le conoce, procede de una larga tradición de la poesía japonesa, pero el nombre actual lo acuñó Masaoka Shiki (1867-1902), quien a su vez fuera discípulo del cultor del género, aunque nunca se lo propuso, Matsuo Basho".
(Ver Google del 3/8/2022).
Por ahí es que anda el poeta en esta obra, respondiendo, no sólo al pedido de su "Dios de la savia", apagándose a una moda de la escritura del momento, lo cual desdice bastante de su reclamo de renovación consciente en la creación poética, dentro de la estética.
Aquí hay una negación total del arrastrado malditismo poético del sujeto-autor (Eladio de los Santos García), para inscribirse en los pasos de la literatura oriental japonesa, desde el Haiku.
Repito, aquí el malditismo poético de este autor se diluye, ajustando su voz a un comunicar desnudo y descarnado, como si fuese el malditismo su ritual de potencialidad estético-expresiva.
Prefiero tener ante mis ojos, su impulso de poeta maldito, a tener estas acciones creativas, acomodadas a una moda, como como sucede en este caso, situado, de manera famélica, en el Haiku. El tema y lo ideológico, están por encima del trabajo de la forma y de la poeticidad , en estos versos.
En su enfrentar al "Caníbal Florófago", el poeta se olvida de la musicalidad del verso. "Antes iba a la carne y sólo engordaba los cementerios, puesto que la sabia hacía retoñar el aliento, muy por encima de toda pérdida,incesantemente".
(Ver contraportada, obra citada).
En conclusión, se trata de una voz poética edificada en la defensa de la naturaleza, desde el Haiku, como única alternativa de seguir viviendo…y poder seguir contando la historia, a pesar de la ausencia de los necesarios rejuegos con la ritmicidad de la palabra y los mágicos universos de la metáfora.