Así como dice el versículo: "El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan: 1:14), aunque parezca una herejia, así, aquí, en "Raíces y devociones Posts prosopoéticos"(Poemas, 2024), del Dr. Manuel Matos Moquete, se van tegiendo aforismos poéticos, convertidos en sentencias metafóricas que nos proyectan el filosófico saber de un yo-poético pluriforme y agudo, a partir de la palabra.
Si bien es cierto que aquí, en esta obra, el verbo no si hizo, ni se hará carne, aquí el verbo está convertido en multiplicidad de sentidos y armonía que inducen a la expresión del historial vivencial de este sujeto-autor.
Y es que "Raíces y devociones Post prosopoéticos", es el registro intimista y lírico de un creador que esta vez deja fluir su voz poética, para, desde aforismos y agudas sentencias, comunicarnos, a partir del verso, su mirada del mundo, de su mundo, y, la introspección de su yo-poético, como quien recoge su memoria vital, para dejarla como abierto testimonio de su existir.
Si bien es cierto que esto procede de su yo poético, no menos cierto es que, en cada ápice de su decir, se registra el tono epistémico y hondamente reflexivo y crítico del maestro, del padre, del bohemio y del amante, porque es su vida en total apertura, la que fluye de estos aforismos poéticos.
En las cuatro (4) fases o bloques en los que el sujeto-autor ha estructurado esta obra, hay un vínculo de semanticidad y de ritmicidad que conllevan al lector, a mantener un proceso de lectura de la obra como totalidad expresiva, desde la palabra, convertida en daga cortante, ante el espejo indagador y la reflexión crítica del sujeto-lector.
De entrada, nuestra mirada se aloja en los lineamientos de advertencia del sujeto-autor, dirigidos al lector, desde el prólogo (Ver pág. 7, obra citada), sobre la razón de comunicar su vivir, desde estos filosos aforismos, en "en estos tiempos volátiles como flamas que piden ideas y expresiones ágiles, breves; disparadas con la pasión de una punzante daga"(Ver pág. 7, obra citada).
En la primera fase o parte de esta obra, bajo el título de "Vivir a conciencia", que abarca de la página 11, a la página 28, el poeta conlleva al lector a:
"Sangrar la conciencia.
Dar un estirón a la vida; sentir, vibrar más, temblorosamente.
Trascender lo llanamente pedestre".
(Ver parte 1, pág. 11, obra citada).
Y continúa con su estética del decir epistémico y agudo, afilado, para situar su discurso libertario en nuestro mirar y en nuestro escuchar:
"¡Al fin! conciencia,
te he vaciado de los instrumentos que una vez nos manipularon".
(Ver pág. 7, obra citada).
Esta primera parte es como el relicario expresivo o comunicativo del sujeto-autor, en esta obra, porque, según Manuel Matos Moquete, en esta primera parte de sus "Raíces y devociones Post prosopoéticos":
"Nadie escapa al dilema de vivir a conciencia
o vivir de la conciencia".
(Ver parte 1, pág. 11, obra citada).
Y como una lección sentenciosa o poeticamente lapidaria, el sujeto-autor nos manifiesta su atalaya discursiva ante la vida o mejor dicho, ante su vida, cuando nos dice que:
"Las más temibles legiones de mi fortaleza espiritual
se atrincheran en el santuario de las humanidades".
(Ver pág. 11, obra citada).
Aquí, el yo poético individual, se constituye en la voz del nosotros de las colectividades y de los vínculos humanos, desde el irrenunciable ímpetu de comunicar del poeta, porque:
"Del exceso de introspección nace, como expulsión de mis ansias, el deseo de comunicación con los demás".
(Ver pág. 11, obra citada).
El sujeto-autor asume su compromiso humano de comunicar, desde la ritmicidad de su discurso poético.
En este poetizar se aborda una voz lírica, "Sin adiós en la nostalgia", donde la memoria o el recuerdo, van construyendo, paso a paso, el historial del vivir y del sentir de un creador que se ha propuesto rebelarse contra sí mismo y contra los demás, con la finalidad de situarse en lo tangible, en lo tocable e invisible de su propia historia, y, desde su cimarronía, incendiar las caricaturas de su existir, por "otros labradas".
Ya lo he dicho, esta es la manifestación del vivir, del gozar y del sufrir del poeta, quien:
"Harto de huir de mi memoria hoy reivento de modo propio y personal la historia humana, mi historia, por otros labradas".
(Ver pág. 31, obra citada).
En fin, hay en esta obra un canon para la discursividad poética de estos tiempos. Que tú y yo la podamos asumir, es nuestra responsabilidad social, ética y política ante la lengua y ante nuestra vida, porque desde "Estas infinitas cercanías":
"Hoy he vuelto a sentir la vida en el tembloroso murmullo de mi sur profundo y me he dicho, caray, a mi edad, paradójicamente, menos urgencia y más sentido de la herencia".
(Ver. Pág. 49, obra citada).
He aquí los sentidos de la huella y las raíces identitarias que se entrecruzan en este canto. Por eso es una voz de expresión poética plurívoca, diversa y centrada en lo humano, en el vivir cotidiano de un cimarrón que, se mira en sus huellas, en su ayer y en su hoy, para asumir, como un estandarte, su tierra, su ombligo,su identidad. Veamos:
"Las Cachúas de Cabral son cuernos y látigos ensoberbecidos,
ferozmente juguetones, que prolongan en el sueño y la vigilia las creencias y las fantasías de mi infancia.
No son mis ruinas tamayeras como las de Salomé Ureña
"Memorias venerandas de otros días", sino presencia viviente de mi diario vivir".
(Ver pág. 49, obra citada).
Y es que el sujeto-autor, desde canto, no deja ahí su estética identitaria, sino que la extiende hacia sus ancestros, como parte de su existir. Veamos:
"Cada vez que visito mis ruinas lugareñas descubro en sus adentros gestos, movimientos y señales de vida y simpatía eternales".
(Ver pág. 49, obra citada).
Me permito decir que hay aquí, una antropología vital del existir de un creador que traspasa "Estas infinitas cercanías".
Y es que el poeta, en estas "Raíces y devociones Posts prosopoéticos", prosigue su discurrir poético, vuelo estético, en la plenitud de su insaciedad, porque, ante la vida:
"La lívido atraviesa las compuertas del deseo; las pasiones más terrenales satisfacen la insidiosa voluptuosidad de mis adentros.
La plenitud me aburre, oprime y aterra tanto como la vacuidad. La insaciedad me alienta; me deprime el hartazgo".
(Ver pág. 67, obra citada).
Hay en este poemario lecciones de vida, donde el sujeto ha de mantenerse en permanente vigilia ante sus búsquedas vitales y existenciales, sin llegar al hartazgo…para sentir el deseo del necesitar, como parte de la dialéctica epistemica del ser, como sujeto pensante.
Todo este saber está recogido en la intensidad de una brevedad plural, multívoca, desde la poeticidad de la lengua, hecha símbolo, hecha imagen y sentida travesía de la metáfora.
Santo Domingo, República Dominicana.
Paraninfo de Humanidades-UASD.
15/11/2024.