Soy hija de una muchacha de servicio. Mi madre sirvió toda su juventud en casas de grandes familias santiagueras antes de casarse con mi padre. Luego, se dedicó totalmente al hogar y por eso compartíamos los quehaceres en la casa familiar. Con el tiempo me convertí en profesional y en madre por lo que conviví mucho con las muchachas de servicio que trabajaron para mí.
El jueves 28 de abril asistí al estreno de “Círculo Blanco. Muchachas” una obra de Isen Ravelo. Mientras veía la obra, resonaban en mi mente las mismas acciones con otras voces, no solo de las muchachas del servicio sino también de las amas de casa. Este es un tema muy vivencial y que hace protagonista al personaje de la criada que vemos en las obras clásicas y que, según el modelo actancial de Greimas, ocupa el rol de ayudante, no de protagonista. Solo en el universo femenino de las telenovelas, la criada se queda con el galán, después, claro, de pasar las vicisitudes propias de una tragedia griega.
Desde que llegamos fuimos recibidos con las denominadas canciones y artistas para limpiar: Amanda Miguel, Rocio Dúrcal y Ana Belén. La música siempre acompaña a las muchachas de limpieza y la bachata no se puede quedar. Ya entrados en ambiente, el escenario blanco con los trapos rojos en contraste provoca muchas lecturas: sangre o rosas? Me quedé con las rosas por la humildad y el trato de las chicas a las familias que sirven.
La atmósfera que se creó en la obra, un espacio limpio, claro, me recuerda a ciertas obras del universo del Doctor Seuss cuando son llevadas a la pantalla grande, como el Gato en el sombrero. También me recuerda a la famosa película Las esposas de Stepford, basada en la novela de Ira Levin. Con esta última comparte tema, aunque desde la perspectiva de las amas de casa. Ya en la puesta en escena, los movimientos coreográficos de las chachas nos recuerdan ese ambiente fuera de lo humano que degrada al personal de servicio a la categoría de robots.
Me llama la atención cuando un hombre, en este caso Isen Ravelo, se adentra tanto en el universo femenino como ocurre en la dramaturgia de esta obra. Me imagino a Isen como un chico creciendo con las muchachas de servicio y observando, como futuro escritor, las acciones de estas chicas que son multifuncionales en la vida familiar. La obra es, además, visionaria y era cuestión de tiempo que este sector trabajador tuviera un trato más digno.
Las actuaciones estuvieron brillantes. Destaca Robelitza Pérez como la verdadera muchacha de servicio, la veterana, la que calla sus penas y aguanta todo. Solanyi Gómez estuvo genial como la muchachita recién llegada del campo, la que se engaña con poca cosa y Madeline Abréu como la voz que se revela, la que forma el sindicato, la que lidera la protesta contra las cámaras de seguridad. Madeline me encantó en su personificación de la cibaeña embarazada, aunque es el único personaje al que le falta el contexto: de dónde viene? Quien la embarazó? No tiene familia? Las tres se desdoblan en sus jefas para crear un ambiente de risas y confusiones.
El uso multifacético de unos muebles de palettes demostró que se puede hacer mucho con poco, cuánta creatividad y funcionalidad en ese elemento de utileria. Esta funcionalidad hace que esta obra se pueda transformar en otras manifestaciones artísticas: me la imagino como un performance o un happening, integrando al público a fregar, a trapear, entre otras acciones.
El teatro en República Dominicana está muy vivo, lleno de dramaturgos actrices y actores jóvenes haciendo un teatro contemporáneo no solo para nuestra media isla sino para el mundo. Vayan a ver a las Muchachas! Risas y reflexión al mejor estilo del teatro.