(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
Mientras más extraños me resultan los nombres de estos autores,dentro del variopinto universo literario dominicano, con más gusto los leo, porque mi misión, como transcrítico literario, es sacarlos de su distancia o de su lejanía, y asumirlos… desde mi libertad de acercarlos y aproximarlos al mundo de lo estético, hasta hacerlos amar nuestro hacer artístico y creativo , desde nuestra realidad de país subdesarrollado y dependiente.
Hoy, me corresponde exponer mis juicios sobre un libro de cuentos titulado "Cuentos de vecinos", de José Pérez Gómez (Chene). Editora Búho. Diagramación y diseño de José Aníbal Bonilla y corrección de Feliciano Laureano. Págs.148. Santo Domingo, República Dominicana. Diciembre 2019.
La obra consta de una presentación del comunicador, editor y narrador, Luesmil Castor y de veintidós (22) cuentos. En esta narrativa, las costumbres del convivir del barrio, su tragedia y el marcado humor que se desprende de su gente, conforman el entramado narrativo y ficcional en esta obra.
Es como si el sujeto-autor esté situado en la perspectiva de ir recogiendo el vivir o el actuar de la gente de su barrio, hasta convertirla sus ocurrencias en parte del decir o comunicar el historial qué va dejando la gente, su gente, al pasar el día, sin dejar de recoger el acontecer de cada noche.
El su narrar, el sujeto-autor fija aquí su condición de comunicador y va contando lo que ve y escucha y sus propias ocurrencias. Aquí, la forma en nos cuenta, amerita de ser trabajado más, desde lo estético, de tal forma que, lo dicho y/o lo descrito, sea dicho o expresado, con mayor soporte estético e imaginativo.
En cualquier cuento o poema, teatro o novela, lo importante no es decir las cosas, sino el cómo decirlas, para que el lector se mantenga entretenido en su lectura y encuentre gozo, en ella.
Las formas de vida del sur y su transcurrir, son llevadas a estos cuentos, como parte de su entramado temático. Hay aquí un detallado registro del actuar, del habla y del convivir de la gente de nuestros bateyes y campos del suroeste de nuestro país.
He aquí la sureñidad imbuida en el narrar de este sujeto-autor. El acontecer cotidiano del barrio, la dinámica del patio en los barrios y la agonía de los velorios en nuestros barrios sureños, son parte del discurrir cotidiano de su gente. Veamos:
(…)
"El Quile como era conocido por sus más allegados clientes y marchante, era un personaje fuera de serie, reconocido en toda la región por sus innumerables jocosidades y su manera peculiar de caminar muy de prisa, casi corriendo. Forma esta que a veces sorprendía a algunas personas, las cuales, en ocasiones, llegaron a firmarlo de loco".
(…)
(Ver cuento titulado "Al que el Buda arrastró". pág.13, obra citada).
(…)
"¡Chuja te arrastró el Buda!"
Al escuchar esta voz desconocida, intentó salir corriendo, pero las piernas le fallaron. Miróncon rabia para todos los lados, sin poder ver nadie, entonces entendió que eran voces del más allá, y que, por lo tanto, él ya estaba muerto".
(…).
(Ver pag. 17, obra citada).
El cuadro melancólico de la despedida final de un difunto, como cuadro de angustia y dolor, es también narrado en esta obra, como un cuadro de agonía del discurrir cotidiano de nuestra gente y su expresión de llanto ante el entierro.
Veamos:
(…)
"-Hay que no se lo lleven. Ay no se lo lleven, que no se lo lleven coooooooñoooo".
(…)
(Ver pag.30 "Cosas y casos de un velorio". Pág. 30).
"El Truculí", "La tusita", "Ma' me rinde", "Cañañá", "Pitrinche" o "Baraña", entre designaciones a la famosa bebida alcohólica casera que es común en el Sur, son también nombres que se entrecruzan en estos cuentos costumbrista que proyectan el candente tabardillo del Sur.
Al leer este libro de cuentos, en mi calidad de cimarrón-sureño, me leí a mí mismo, en estas costumbres campesinas y en estas creencias supersticiosas del Sur. Recordé mis "vacases" y la imagen mística de San Bartolomé, y los rezos hacia cielo abierto de "doña Pupula" y su santería.
Cualquier sociólogo o investigador que quiera profundizar en la forma de vida, las creencias y costumbres del Sur, está en la obligación de leer esta obra, entre otras reliquias literarias, representadas por la narrativa de Sócrates Nolasco, Angel Hernández Acosta (Quinito), Freddy Prestol Castillo, entre otros importantes narradores y poetas de nuestro Sur.
Las creencias mágico-religiosas del sur de la República Dominicana, son integradas en este libro de cuentos y presentadas como parte del acervo cultural y filosófico del país, desde el vivir y el actuar de los campesinos de aquella zona del país. Veamos:
(…)
"En la puerta de su conuco tenía enterrada una botella y en cada esquina tenía plantada tres matando Piñónpara espantar los malos espíritus, a los ladrones y para que el vacá del vecino no le robe las flores de su cosecha, según le había recomendado Marihita una vieja curandera que vivía en el poblado de Placer Bonito".
(…)
Ver pág.# 77, obra ya citada).
El pensamiento mágico-religioso queda expuesto encuestas narraciones,como parte del existir como región y como nación, para proyectar no sólo la creencia de un pueblo, sino también su actuar ante la vida.
No se trata de un clásico dominicano, pero si de un productor que puso sus huellas sobre el camino de nuestra narrativa y, como otros tantos, amerita ver mejor el sendero y continuar la ruta del contar, del decir… del relatar y del crear, con cierta pertinencia innovadora, despertando nuestro imaginario, para bien de nuestra literatura, abriendo las puertas de nuestro potencial creativo.