(Ilustraciones de Odalís G. Pérez)

"Cuando mis manos me despiertan", poemas del poeta, filósofo y pintor, Víctor Bidó. Editora Búho, con una pintura en la portada, hecha por el autor del libro y el diseño y la maquetación de la portada, es de Augusto Valdivia Tavárez y "Valdivia Editorial. Santo Domingo, R D., 2023. Contiene 84 pags.

Usted abre el libro, y es una aparente acción supuestamente hecha por usted, porque tan pronto fija los ojos sobre el texto, es el texto mismo quien lo abre a usted y lo expone a merced de su discursividad poética, donde el filosofar del poeta sobre la melancolía del amor y la vida y sus avatares, van hilvanando su discurrir entre significados y significantes.

Es esta una poética de la brevedad sentida y dicha, a partir de una voz adolorida y amorosa, a la vez, como si se tratara de melodrama del sentir, lo que es muy común en los matices estéticos de estos poemas.

El sujeto-autor autor, también nos abre su corazón en esta obra de la poeticidad del desamor.

Usted lee estos poemas y instantes, el acto de la lectura pasa…dejándonos un insondable impulso que nos induce a la búsqueda de valores semánticos qué traslimitan la arquitectura del verso, para dejarnos envueltos en su magia rítmica, desde un enfoque que expresa la memoria del sujeto-autor, en su relicario de amar y morir, en este espacio terrenal.

El poeta se nos transfigura en el filósofo, para llevarnos al mundo metafórico de su particular vivir.
Aquí es el sujeto-autor quien se desnuda hacia el mundo exterior, para desparramar sobre la.pagina en blanco su poetizar, por no decir, su filosofar.

Víctor Bidó.

En esta obra, poetizar y filosofar son una misma magia fónica, desde la palabra y las imágenes poeticas que nos comunican. Veamos:

"Estos versos escogen el rastro
sin que se haya previsto el asalto.
Versos ignorados que alucinan.
Atávico amor de lo creado.
Incesante holgura del milagro"

(Ver pág. 34, obra citada).

Aquí la palabra estalla, desde la creatividad del sujeto-autor, para alucinar al lector. Para llevarlo a su magia simbólica y envolverlo de claro-oscuros signos y símbolos que desenmascaran el vivir cotidiano del poeta, como hombre común o como simple mortal envuelto en el prisma multicolor de sus versos, o del desahogo infinito de su sentir.

Aquí, el filósofo, diciéndose a sí mismo, nos dice y nos conlleva a ser parte de su influjo, para convertirnos en personajes actuantes y sintientes, junto a su paradoja existencial.

Esta es una poesía del reflexionar entre la angustia del vivir, el amar y el morir.

Pensar poéticamente, es aquí una razón del vivir…desde la plenitud de lo simbólico, a partir de la lengua y su multiplicadas sígnica y rítmica.

La palabra es asumida por el sujeto-autor, como un recurso estético de sobrevivencia del poema, sin lo cual, su discurso poético se descalabra sobre el vacío o sobre la nada. Y el sujeto-autor tiene plena conciencia de esa gran paradoja, por lo que hace suya la palabra y la convierte en su aliada discursiva, para decirse y decirnos, desde el verso que lo mira él y nos mira a nosotros, desde su discurso poético.

Desde estos versos, es la vida del poeta y su discurrir, los que fluyen aquí. Usted lee el texto… y al mismo tiempo está leyendo el panorama vital del sujeto-autor.

Este libro se convierte, entonces, en una biografía del sentir y del vivir del poeta. Aquí fluye su historia simbolizada en la metáfora.

Yo no puedo decir que en este libro tenemos al creador que supera a César Vallejo o a Neruda, porque sería deshonesto conmigo, con ustedes, mis lectores y con el sujeto-autor.

Lo que sí puedo sostener es que se trata de un creador que ha sabido recrearse desde su lectura vallejiana y desde el eco nerudiano, para bien de la Generación de escritores del 80 y de la literatura dominicana contemporánea.

Cerrando con mis juicios sobre este libro, le observo que en esta obra, no es extraño encontrarnos con ese tono adolorido y constreñido en sus versos, porque ese ha sido el historial del sentir y del vivir del sujeto-autor y así mismo suena su canto, en esta elegía de la mirada que fluye, hecha símbolo y pentagrama de su existir.