“Cara a cara”
, estética de un Teatro no convencional

“Hemos llegado al punto donde solo nos queda morir”.

 Ese parlamento contenido en el texto base de la obra Cara a cara es un hilo conductor fundamental lleno de simbolismo, acechanzas conceptuales y códigos expresados en imágenes y audios que deslumbran.

 Al ver esta puesta en escena de una estilística Haffiana en su máxima expresión, nos preguntamos si esta entrega experimental de este Director solo hubiese necesitado esa frase inicial, “Hemos llegado al punto donde solo nos queda morir”, y quizás otra frase al final para mostrarla al público solo con la dramaturgia escénica, usando dos frases.

 Toda la acción dramática de esta puesta en escena sugiere otro experimento Haffiano donde no haya parlamento (ya lo hizo, en realidad, con la obra El encanto de los buitres, Teatro UASD, 1977, si mal no recuerdo). En esta última entrega hipermoderna, Haffe nos demuestra que el diálogo, aunque muchas veces necesario, no es la parte esencial del espectáculo: lo es la acción y la sonoridad, ambos efectos sintetizados en los gestos.

Teatro hipemoderno

En las propuestas modernas y vanguardistas de teatro, se usa la escenografía móvil de elementos escenográficos que pueden moverse o transformarse durante la representación teatral. Esta técnica permite a los diseñadores y directores de escena crear ambientes dinámicos y versátiles que se adaptan a las necesidades de la obra y aportan mayor impacto visual al espectáculo.

 La escenografía móvil puede consistir en elementos como paneles que se desplazan, plataformas giratorias, estructuras que se levantan o se pliegan, entre otros recursos. Estos elementos permiten cambiar rápidamente de escenario, crear diferentes ambientes y situaciones, y dar mayor fluidez a la narrativa teatral.

 El uso de la escenografía móvil en el teatro moderno ha permitido explorar nuevas formas de contar historias, experimentar con la relación entre el espacio escénico y los personajes, y ofrecer al público una experiencia teatral más dinámica y envolvente.

 Haffe, ya ha usado muchas veces ese estilo de arreglo físico del escenario, sin embargo en Cara a cara ¡él mueve al público a espacios inimaginables! En pasillos como una gruta semioscura, con luces sugerentes que refuerzan su propósito estético.
El público se mueve junto con los actores, van delante, detrás de ellos y se impregnan de ese Viacrucis hacia lo desconocido. Expectante, avanzamos, creyendo que de un momento a otro algo pasará.
¡Y pasa!

La atmósfera emotiva se puede cortar con un cuchillo.
Un coro de sonidos guturales que llegan de cualquier lugar, acompañan el Viacrucis, algo así como una oración sin palabras, mientras voces que articulan parlamentos altisonantes salen de las paredes.

 Fuimos expuestos, desde el inicio, a un ambiente sobrecogedor donde los sonidos, las luces y las voces formaban un conjunto de suspenso premonitorio.
 Al principio el público no percibe que también son actores en esta puesta en escena. Se encuentran con Los Cuerpos en uno de los pasillos del Palacio de Bellas Artes, ataviados con ropaje blanco.
Cuerpo 1- Estamos muertos, pero somos las voces de los vivos, que viven en nosotros con nuestra muerte…

La estética del montaje Cara a Cara fue plasmada artísticamente en imagen por Alesca Jiménez Mets. (Tomado de la página de José Rafael Sosa, periodista cultural).

Ese parlamento poético y simbólico es clave en esta obra.

 ¿Quienes son estos cuerpos que se desplazan hacia un objetivo que desconocemos al principio?

 ¿Son personajes o la encarnación de situaciones sociales o sectores sociales que caminan sufriendo sin ponerse de acuerdo?

 Ellos dicen que están Muertos, pero el parlamento icónico del texto base dice:

 “Hemos llegado al punto donde solo nos queda morir”.

 Si es así, entonces están vivos y la expresión de que están muertos es solo una metáfora para ejemplificar que la situación social en que viven es un símil de la Muerte.

 Están vestidos con algo parecido a gazas con las que envuelven las momias, pero también podrían significar, por su diseño de formas precisas y perfectas, ser viajeros en un sistema o una situación social opresiva.

En todo el transcurso de la obra van juntos, inseparables, unidos por su propio ropaje blanco y sus contradicciones.
 Esos trajes con abundante tela tienen un valor simbólico inconfundible y decisivo, son como un discurso de persuasión, provocan al público a cada momento y lo hacen partícipe de sus ideas. No es casual que lancen al público la cintas blancas, fundamentalmente en el enfrentamiento al final de la obra, ahí también las sillas del público se convierten en armas de combate en la rebelión final y todo el mundo es actor en esa salita (la Dramática) que antes fue un almacén en el Edificio de Bellas Artes.

En esa sala se libra la gran batalla de la toma de conciencia.

 El enfrentamiento y las contradicciones de las ideas del Cuerpo 1 y del Cuerpo 2, concilian al final para enfrentar juntos la lucha.

 Haffe no cierra nunca las puertas de la esperanza, de la transformación sociopolítica.
 Como siempre, Haffe termina con optimismo sus obras.

He mencionado más de una vez en estas notas sobre la puesta en escena de la obra Cara a cara, la palabra Viacrucis, y lo he hecho con toda intención, pues no sé si adrede o “por casualidad”, el Director hace un paralelismo, según mi hallazgo, sobre el tema religioso del Viacrucis.
 Viacrucis es un concepto que se refiere a todo recorrido de Jesús “desde que fue capturado hasta su crucifixión y su posterior sepultura. El término también puede mencionarse como víacrucis, una expresión latina que puede traducirse como «camino a la cruz».”
 Ya este concepto se emplea como un símil de la dificultad social de un pueblo o una persona.
 Resulta que Cara a cara es como una procesión del Viacrucis con estaciones muy definidas de un martirio social desgarrante y explícito.