(Julio Cuevas. Secretario General de la Asociación Nacional de Escritores-El PEN dominicano)
Dr. Julio Cuevas, Secretario General de la Asociación nacional de escritores-El PEN-Dominicano.

Era una tarde calurosa, con un sol ardiente, propio de aquellos tabardillos neiberos, del 1973. Yo tenía unos 18 años de edad, cuando fui invitado por el poeta, narrador, dramaturgo y abogado, Dr. Ángel Hernández Acosta (Quinto), a pasar por su  "enrramada", a participar en un conversatorio que sostendría con los poetas, Manuel Mora Serrano (Manolito-1933-2023), el poeta Lupo Hernández Rueda 1930-2017) y el poeta y destacado periodista, Freddy Gatón Arce (1920-1994).

Cuando llegué, estaba doña Ruddy (esposa de Quinto), preparando un café, para la visita. "Quinito" me presentó como un joven poeta que había  cometido la osadía de publicar su primer libro de poemas, desde Neiba,  titulado "Epistolario del Crepúsculo" (Poemas, 1974).
Servido el sabroso café, Quinito abrió el conversatorio, diciendo como se habían conocido, por allá por los años 1943-1947, en los tiempos de la dictadura Trujillista y el surgimiento del grupo literario "Los Sorprendidos"(1943-1947), en la capital, durante sus estudios de derecho, en la entonces Universidad de Santo Domingo.
Después, Mora Serrano, siempre defensor de los escritores de las provincias, justificaba su permanente presencia y su apoyo a los jóvenes escritores de su querido pueblo, Pimentel.
Los poetas y también abogados, Lupo Hernández Rueda y Freddy Gatón Arce, comenzaron seguían los planteamientos de "Quinito" y observaban que, siendo "Quinito" uno de los miembros de "Los Sorprendidos", no entendían el por qué no aparecía en ninguna reseña, como parte de los fundadores de ese gran movimiento literario dominicano. 
De izquierda a derecha: De pies: Elpidio Guillén Peña, Dr. Rafael Ortega G., Manuel Mora Serrano, Rubén Suro y Cayo Claudio Espinal. Sentados: Francisco Nolasco Cordero y Juan Albero Peña Lebrón, en La Joya, S.F.M. 10 de marzo 1974. foto tomada por Freddy Gatón Arce.
Yo nada más escuchaba la conversación entre aquellos, ya reconocidos y laureados intelectuales. Recuerdo que estaba terminando mi bachillerato en Filosofía y Letras en el liceo "Manuel de Jesús Galván" (en Neiba) y estaba medio encogido, ante esos ilustres escritores.
Quinito les dijo que yo trabajaba en la Colecturía de Rentas Internas, de Neiba, como mensajero, junto con un familiar cercano de doña, Ruddy, su esposa, llamado Alba Teodomiro Medina Acosta (Alba Teté). 
 
Recuerdo que hablé, cuando les dije que por eso pude pagar los RD$150.00 (Ciento cincuenta pesos) que costó la edición de los mil ejemplares de mi primer libro publicado, en la Editora del Instituto Tecnológico Salesiano (ITESA), en la capital, con la ayuda del poeta neibero, Ángel Gonzaga Santana, quien reside en la capital. 
 
"Quinito" insistía en que ya pronto me iba a la capital y que "ahorita" se olvida de Neiba, lo cual sería un grave error". 
Freddy Gatón Arce (Foto AGN).
 
De nuevo, Mora Serrano me preguntaba qué iba a estudiar, a lo que de inmediato le respondí, que estudiaría Letras en la UASD. Y me recalcó que "nunca dejes de venir a tu pueblo".
"Ven siempre". "No dejes borrar las huellas de tu origen, para que los más jóvenes vean tu ejemplo", y le prometí "siempre volver a mi tierra, donde está enterrado mi ombligo".
Ya avanzada la tarde, casi de noche, los poetas visitantes anunciaban marcharse y se despediron con un caluroso saludo y una imborrable sonrisa.
Lupo Hernández Rueda
Yo me quedé lleno de asombros, al verme entre escritores de fama nacional y por mucho tiempo, no olvidaba aquel discurso de "Manolito", en defensa siempre de los escritores provincianos, y en rechazo total al olvido estatal en todo el Sur.
Desde entonces, conservé por siempre el afecto y cariño de "Manolito" en mi alma. A los demás visitantes, nunca más los volví a ver, de manera personal, aunque sí los tenía y los tengo muy cerca de mí, desde el misterio impredecible de sus obras literarias. Así fue como conocí para siempre, al querido "Manolito". Paz a su alma. No lo dejaremos sepultar por el olvido.