2.2.- Creatividad
A fin de comprender de la mejor manera el sentido y significado de creatividad, escudriñemos el pasado y veamos qué encontramos.
Desde tiempos remotos, el hombre ha caminado junto al misterio de aquello que le era incomprensible. Al no encontrar las respuestas adecuadas, se refugiaba en lo más próximo que tenía ante sí, y armaba, con algo de imaginación, un tinglado místico-religioso, que habría de perdurar hasta hoy.
Cuando en los territorios de la antigua Asia Menor se asoció la palabra mío con la propiedad privada, los más ambiciosos tomaron como bandera el misticismo, y le dieron forma y sentido a la religión, cuyo fundamento estaría amparado en lo divino, es decir, en aquello que es invisible al hombre y que él podría alcanzar solamente con el favor de Dios, creador de todo lo existente.
Si cerráramos los ojos por unos segundos y nos remontáramos a los primeros años del hombre en la tierra, lo veríamos seguramente contemplando el cielo, oliendo las plantas, buscando la procedencia del agua, en fin, tratando de saber en qué mundo vivía, y al no tener solución caía en la trampa divina, ignorando que esta práctica sería el soporte ideológico de una filosofía que tergiversaría por siempre el sentido de la vida, y nos llevaría a creer que lo falso es verdadero y viceversa.
Esta es quizá la causa principal por la que el hombre no ha podido realizarse con plenitud, porque la tergiversación de la verdad produce efectos en extremo negativos no solo en el proceso de aprendizaje cognoscitivo sino en cada momento de nuestra vida.
La tergiversación de la verdad se incrusta en el aparato psicomotor y crea en nosotros la necesidad de movernos contrario a nuestra naturaleza.
El cuerpo no se expresa igual desde la verdad que desde la mentira. Por eso, los movimientos del hombre de la prehistoria -expresión de una búsqueda ingenua acerca del por qué de cada fenómeno producido en la naturaleza- serían muy distintos a los de sus continuadores, regidos ya por un pensamiento doctrinario que serviría de sostén a los representantes del sistema esclavista: negador de la vida y propiciador de las peores ambiciones nacidas de la mente de sectores interesados en borrar de los diccionarios y libros de filosofía la palabra dignidad.
Es posible que muchos de aquellos movimientos originarios se ocultaran en el fondo de la tierra para preservarse del avasallamiento que se preveía venir, con la esperanza de salir algún día a la superficie y volver a desarrollarse en caso de que el hombre superara los males establecidos por regímenes económicos y políticos brutales.
De ahí que los habitantes del África profunda, sobre todo aquellos que viven todavía bajo el influjo de creencias y costumbres antiguas, se comportan y se mueven diferente de como lo hacemos en otras partes del mundo: sus movimientos son ampulosos, cargados de una energía tan poderosa que estremece y embelesa.
Me atrevo a decir que el origen de la creatividad está en la fuerza psicomotriz que le impregnaba el hombre primitivo a cada uno de sus movimientos.
La Psicomotricidad es una disciplina científica que se ocupa del cuerpo desde una concepción integral, tomando en cuenta la interacción del equipamiento neurobiológico y el ambiente social, o sea, se trata de algo referido básicamente al movimiento, pero con connotaciones psicológicas que superan lo puramente biomecánico.
La psicomotricidad no se ocupa del movimiento humano en sí mismo, sino de la comprensión del movimiento como factor de desarrollo y expresión del individuo en relación con su entorno.
Históricamente, socialmente, antropológicamente, los chinos han trabajado el cuerpo y la mente valiéndose del estudio y conocimiento del poder de la energía, y esto lo han puesto de manifiesto en las cosas más simples que realizan. De manera que en ellos ha sido normal nutrir su arte de energía, desde los movimientos más elementales de la gimnasia hasta llegar a la perfección de una sorprendente sincronización circense. En nuestro caso no ha sido así, pues somos un pueblo con vocación al caos: fácil de notar en los movimientos y en la sonoridad que caracterizan la cotidianidad de nuestros pobladores.
Si aún mantenemos los ojos cerrados, podríamos ver con un poco de esfuerzo cómo los saltos del hombre antiguo superaban el espacio y la distancia, y se tejían en las fuentes originarias de estructuras danzarias que se convertirían, a pesar de ser manipuladas por los grupos y sectores dominantes, en síntesis y expresión de la fuerza más auténtica de la vida: la fraternidad colectiva.
Cuando el movimiento corporal del hombre se impone consciente o inconscientemente a tabúes y normas establecidos, envía señales de libertad al cerebro, que habrán de repercutir a favor del desarrollo de un pensamiento comprometido con la búsqueda de la verdad.
Esta relación psicomotora es la fuente esencial de la creatividad o, en todo caso, el trampolín más idóneo para llegar a ella, y es la respuesta a la falsa creencia de que la creatividad está relacionada con la divinidad, tal como trataron de explicar los filósofos helenos, para quienes el hecho creativo estaba determinado por un don sobrenatural.