En Los que se quedan, Alexander Payne retoma los elementos habituales de la poética del trauma que, a modo de comedia dramática, suele desarrollar sobre personajes rotos que buscan escapar de las duras experiencias del pasado para descubrir cosas que desconocen de sí mismos, algo que demuestra en las estupendas Entre copas, Las confesiones del Sr. Schmidt y Nebraska. Pero le suma, además, un registro que comparte similitudes con La elección. Tiene ligeros instantes previsibles que puedo contar con los dedos, pero, en el fondo, es una comedia dramática que me resulta graciosa y conmovedora cuando eleva su tono de consistencia con su auténtica reproducción de los años 70 y la actuación espléndida de Paul Giamatti.
En la trama, ambientada en Nueva Inglaterra, Giamatti interpreta a Paul Hunham, un estricto profesor de historia que es despreciado por los estudiantes de su clase y los compañeros de trabajo debido a la actitud severa y elitista con la que ejerce su ética del deber como docente en la ficticia escuela Barton Academy; pero cuya vida da un giro inesperado cuando, en plena víspera navideña, desarrolla un vínculo cercano con la administradora de la cafetería, Mary Lamb, y, además, con Angus Tully, uno de los cinco jóvenes privilegiados que le ha tocado supervisar en el campus durante las vacaciones antes de que lleguen sus padres para recogerlos.
La narrativa, ensamblada con ese ritmo lento que caracteriza el cine de Payne, tiene un arranque que me mantiene pegado del asiento por la manera en que se revela el pasado de los tres personajes a través de situaciones divertidas y de diálogos arreglados por el relato no iconógeno, en unas escenas en las que el profesor cascarrabias actúa como si fuera un padre de ese muchacho conflictivo afectado por el abandono maternal, mientras la cocinera afroamericana los acompaña para disminuir la tristeza ocasionada por la pérdida de su hijo en la guerra de Vietnam. Con los tres personajes, Payne construye un examen sobre la soledad desde la óptica de tres personas vulnerables que se unen, casi como una familia, por un extraño lazo de empatía humana que es impulsado, ante todo, por la reciprocidad de haber perdido algún ser querido. En ese sentido, para mí es fácil deducir la negativa del profe de estar con una mujer por su miedo intrínseco a ser rechazado nuevamente (es posible que en el pasado haya tenido una relación con una mujer que lo dejó por su comportamiento insensible), pero también el dolor de la madre en perpetuo estado de duelo que no supera la muerte de su hijo y la rebeldía del joven indisciplinado que no acepta que su madre dejara a su padre para casarse con su actual padrastro. Son personajes tridimensionales, creíbles, de mucho peso emocional, a los que disfruto ver cuando caminan por las calles nevosas de Boston, cuando acuden a celebraciones navideñas, cuando conversan en los restaurantes y cuando confiesan los problemas intrínsecos que los atormentan por dentro.
De todos ellos, me agrada Giamatti cuando emplea su expresivida y sus gestos histriónicos para dar vida a un profesor malhumorado, indolente, solitario, hermético, que recurre a los insultos no solo para demostrar una presunta superioridad intelectual sobre los demás, sino, asimismo, para ocultar el lado vulnerable que se amplía por la decepción, el sufrimiento y la culpa de sus fracasos personales; en lo que viene siendo su mejor actuación desde Sideways. Junto a Giamatti, también observo roles secundarios bastante notables de Dominic Sessa y de Da’Vine Joy Randolph.
Las escenas por las que ellos pasean poseen una sensibilidad que se equilibra adecuadamente por el uso del encuadre móvil, el sobreencuadre, los fundidos encadenados, la banda sonora y la autenticidad de unos decorados que reproducen de manera meticulosa las frías atmósferas urbanas de los años 70 en Boston (parece casi como si hubiese sido rodada en esa década por la cámara de Eigil Bryld que, en ocasiones, filtra sobre la imagen las peculiares marcas circulares de quemaduras de cigarro en cada extremo del encuadre). Y todo está finamente ajustado. Se trata, sin lugar a dudas, de una comedia entretenida que recupera el espíritu de aquel cine casi desaparecido sobre la navidad.
Ficha técnica
Título original: The Holdovers
Año: 2023
Duración: 2 hr. 13 min.
País: Estados Unidos
Director: Alexander Payne
Guion: David Hemingson
Música: Mark Orton
Fotografía: Eigil Bryld
Reparto: Paul Giamatti, Dominic Sessa, Da’Vine Joy Randolph, Carrie Preston
Calificación: 7/10