Título original: Jurassic World: Dominion. Año: 2022. Género: Ciencia Ficción. País: USA. Dirección: Colin Trevorrow. Guion: Emily Carmichael, Colin Trevorrow. Historia: Derek Connolly, Colin Trevorrow. Personajes: Michael Crichton. Elenco: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Laura Dern, Jeff Goldblum, Sam Neill. Duración: 2 horas 26 minutos
Con las imágenes de un noticiero sobre dinosaurios asolando la Tierra para luego realizar una sucesión de escenas donde se muestra cómo los humanos tratan de convivir con estas criaturas, es como inicia “Jurassic World: Dominion”.
Más tarde van apareciendo los personajes de la anterior entrega, Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) como una activista de protección a los dinosaurios, Owen Grady (Chris Pratt), a modo de vaquero, cabalgando junto a un grupo de dinosaurios y la presencia de la clonada joven Maisie Lockwood (Isabella Sermon).
Esta sexta entrega de la saga y tercera de la trilogía de Jurassic World, pretende asumir una posición de colofón a todo lo que el público ha visto desde el año 1993 cuando Steven Spielberg sorprendió a una audiencia ávida de diversión cinematográfica a gran escala, con la muestra de unos dinosaurios colosales y un sorprendente efecto visual de impacto.
Pero esta reciente entrega ni siquiera posee la garantía de asumir la voluntad de ir más allá de las propuestas anteriores, tampoco de manejar más inteligentemente los detalles de los movimientos de los dinosaurios que parecen de un acabado de película de serie B que asustan no por su furia, más bien por lo poco dinámico que resultan.
La historia se traslada a cuatro años después de la destrucción de Isla Nublar en la que los dinosaurios ahora viven y cazan junto a los humanos en todo el mundo compartiendo con las criaturas más temibles de la historia.
Un filme que podría haber tenido muchas expectativas, pero no. Su desánimo ha llegado a un triste final en la que los dinosaurios se convierten en un mero decorado frente a una historia que mira hacia otro lugar como el de la avaricia corporativa, las modificaciones genéticas y la idea de crear una hambruna mundial, a través de una plaga de langostas, para privilegiar a una corporación de experimentos genéticos como la Biosyn, administrada por Lewis Dodgson (Campbell Scott).
A través de esta idea es que se integran los viejos personajes de las primeras entregas como la Dra. Ellie Sattler (Laura Dern), el Dr. Alan Grant (Sam Neil) e Ian Malcolm (Jeff Goldblum). Ellos, a modo de detectives, tratan de tomar muestras del laboratorio de Biosyn para denunciar sus corruptas prácticas.
El realizador Colin Trevorrow (Jurassic World, 2015) pierde el rumbo habitual de la saga y no determina el camino correcto para mover la trama, los dinosaurios y el objetivo de los personajes. Ni siquiera la secuencia de persecución en Malta, que podría ser una de las principales, está a la altura de sus antecesoras o el encuentro con el Megalosaurus en su parte final.
Faltó el brazo de Spielberg para lograr mantener una franquicia y dejar en la mente del espectador escenas icónicas como la que manejó este director en “El mundo perdido: Jurassic Park” (1997) cuando el Tyrannosaurus Rex es colocado en el contexto de la ciudad de San Diego donde ofrece todo un espectáculo de terror y sobresalto.
La película insiste en aprovechar lo lugares comunes de una manera repetitiva que se forja la idea de ya haber mostrado todo y que lo único que le queda es pedir perdón por el desastre genético que han hecho en toda esta saga resumido por el Dr. Henry Wu (BD Wong) quien ruega por la oportunidad de arreglar tal catástrofe.
“Jurassic World: Dominion” no es más que un cansancio fílmico de una buena aventura que inició bastante espectacular, pero que ahora se extingue al igual que esos dinosaurios hace 65 millones de años.