El director australiano Baz Luhrmann encontró en Elvis la historia perfecta para poner de manifiesto su fascinación por la espectacularidad y la rimbombancia. Luhrmann no ha sido un director prolífico, apenas ha dirigido 5 películas desde que inició su carrera directorial con Strictly Ballroom en 1992, pero ha desarrollado una impronta fílmica en la que se identifica un estilo distintivo y la predilección por la escala monumental y el anacronismo. Lo hizo con Romeo and Juliet, Moulin Rouge, Australia y The Great Gatsby.
Elvis es todo esto y mucho más, es excitante, luminosa, colorida, ruidosa tal como “El Rey” mismo. Hay algunos puntos sobresalientes que vale la pena destacar: el formidable diseño de producción, exhaustivo hasta el último detalle, un montaje parpadeante y vertiginoso y sobre todo, la actuación de un Austin Butler desbordante de carisma y sensualidad al adentrarse en la piel de Elvis.
Este es un biopic atípico, Luhrmann narra hechos históricos condimentados con dosis sutiles de ficción para construir una historia atractiva para el gran público, todo esto enmarcado en la grandilocuencia estilística de su autor y discretamente orientada a una generación que ignora la magnitud de la influencia del protagonista en la evolución de la música y de la cultura pop en general.
El filme narra el inicio, el apogeo y la estrepitosa decadencia de Elvis Presley, observados desde el prisma de su mentor y representante, el Coronel Tom Parker (Tom Hanks, prácticamente irreconocible debajo de un traje prostético). Desde que siendo niño su familia se mudase en Memphis y se dejase embriagar por la música afroamericana de Beale Street, su deslumbrante debut en el Louisiana Hayride, el éxito inusitado, el control absoluto del coronel Parker sobre su carrera y la constante pugna de Elvis por retener el rumbo artístico de su carrera muy por encima de la voluntad de su manager y la terrible adicción a los fármacos, que lo condujo inexorablemente a la perdición. Es interesante observar las actitudes de Parker, debatiéndose entre el deslumbramiento frente a un fenómeno más grande que la vida misma y la forma en que se regodeaba en su avaricia y su adicción al juego.
La historia escrita por Luhrmann está centrada en la inestable interacción de Elvis con Parker y no profundiza en subtramas que pudieron haber enriquecido la narración, en su lugar salta velozmente de un episodio a otro tratando de cotejar las piezas de una relación compleja y calamitosa. Se siente la presencia de baches argumentales mientras Luhrmann se afana en resumir tres décadas en la vida de un ícono de la cultura popular mundial en 159 minutos. Sin embargo, las deficiencias argumentales quedan compensadas por las excentricidades técnicas y estilísticas de Luhrmann y por supuesto, por la elección de Butler como protagonista, quien deconstruye el mito y ofrece una faceta humanizada de Elvis.
Aunque la película sólo alude a la enorme influencia del Gospel y el Rhythm and Blues en la música de Elvis, no es menos cierto que también recibió influencias del Rock and Roll y la música Country dando lugar a un género interpretativo único que fue evolucionando hasta convertirse en una marca distintiva que lo ha catapultado a la inmortalidad.
Elvis viene a apuntalar el subgénero fílmico de biopics de estrellas del firmamento musical contemporáneo. Ya se han plasmado en la pantalla las vidas de Freddy Mercury, Aretha Franklin, Jim Morrison, Elton John, Ray Charles, Nina Simone, Johnny Cash. Hollywood ha encontrado una efectiva fuente de inspiración, ya que en décadas recientes viene sufriendo de una notoria crisis creativa. Veamos qué sigue a continuación.
Ficha técnica
Género: Biografía, drama, música
País: Australia
Director: Baz Luhrmann
Productores: Gail Berman, Baz Luhrmann, Catherine Martin, Patrick McCormick, Schuyler Weiss, Andrew Mittman
Guión: Baz Lurhmann, Sam Bromell, Craig Pearce, Jeremy Doner
Elenco: Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Helen Thompson, Richard Ruxburg, Kelvin Harrison, Luke Bracey
Distribución: Warner Brothers