“El Brutalista” (The Brutalist) de Brady Corbet (Vox Lux: El precio de la fama, 2018) narra la vida de László Tóth (Adrien Brody), un arquitecto húngaro y judío sobreviviente del Holocausto que emigra a Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial junto a su esposa Erzsébet (Felicity Jones).
En este nuevo país László lucha por reconstruir su vida y carrera en un periodo que abarca desde la década de 1940 hasta 1980, mostrando su enfrentamiento con el despiadado capitalismo y el racismo, mientras intenta forjar un legado arquitectónico.
Este filme se erige en una narrativa en la que el entorno urbano, dominado por la arquitectura ´brutalista´, un estilo que se caracteriza por el uso de hormigón armado, formas geométricas y grandes bloques, se convierte en el escenario y, a la vez, en un reflejo del estado interno de László.
En este contexto, el brutalismo no solo representa un estilo constructivo, sino que actúa como metáfora de la verdad sin adornos, de la lucha interna y de la confrontación con lo esencial. El relato se centra en la búsqueda de redención y la confrontación con un pasado marcado por la pérdida y el desencanto.
La idea de la construcción de esa encomienda que le ofrece el aristócrata Harrison Lee Van Buren Sr., interpretado por un magnífico Guy Pearce, actúa como un espejo de la psique de László, frágil en unos momentos y brillante en otros.
En este sentido, la trama se convierte en una metáfora del proceso de desintegración y posterior reconfiguración del yo, una configuración de muchos motivos existenciales que solo él define y sufre y que, en ocasiones casi minimalista, refuerza el sentimiento de aislamiento y vulnerabilidad.
La dirección de Corbet se distingue por una sensibilidad casi poética hacia el paisaje urbano. El director utiliza la arquitectura no solo como fondo, sino como elemento narrativo esencial. Cada espacio elegido y fotografiado con precisión por Lol Crawley (White Noise, 2022) genera una atmósfera en la que lo estético y lo emocional se funden en un cuadro con bastante intensidad dramática.
La actuación de Adrien Brody es uno de los pilares sobre los que se apoya la obra. Brody encarna a un personaje marcado por la introspección y el dolor, pero también por una inquebrantable determinación de encontrar un sentido en medio del caos emocional. La utilización de su cuerpo y su mirada para expresar una gama compleja de emociones resulta especialmente eficaz en una película en la que la ambientación juega un papel tan importante.
Con una duración de tres horas y media, la historia está dividida en dos partes con un intermedio que, a pesar de esto, logra mantener un ritmo ágil en su lectura, quizás más lento en su segunda parte. No obstante, este ritmo permite que el público se adentre en temas como la identidad, la memoria, la reconstrucción personal, el racismo, el Holocausto y la migración forzada.
En conjunto, “El Brutalista” es una propuesta cinematográfica que a través del lenguaje visual y simbólico explora las profundidades del alma humana, ofreciendo una experiencia rica en matices y abierta a múltiples lecturas interpretativas.
Título original: The Brutalist. Año: 2024. Género: Drama. País: USA. Dirección: Brady Corbet. Guion: Brady Corbet, Mona Fastvold. Elenco: Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Stacy Martin, Emma Laird, Isaach de Bankolé y Alessandro Nivola. Duración: 3 horas 35 minutos