Corea del Sur vivió la noche del martes unas horas de tensión sin precedentes que hicieron temer por la supervivencia del régimen democrático en el país.

Su presidente, Yoon Suk-yeol, apareció en televisión y, en un inusual mensaje, anunció la declaración de la ley marcial en el país para, según dijo, proteger al país de las fuerzas contrarias al Estado y alineadas con la vecina Corea del Norte.

La medida implicaba una suspensión de derechos y libertades y la atribución de poderes extraordinarios al ejército.

El anuncio motivó una reacción en cadena. Mientras militares y policías acudían a la sede del Parlamento en Seúl, donde los diputados presentes votaban a toda prisa una resolución para dejar sin efecto la ley marcial, cientos de ciudadanos se enfrentaban a las fuerzas de seguridad ante lo que consideraban un ataque a la democracia.

Desde Washington, el gobierno de Estados Unidos mostraba su "seria preocupación" ante los acontecimientos en uno de sus aliados claves en Asia.

Los medios de comunicación de todo el mundo se volcaron en la cobertura de una crisis institucional sin precedentes en la historia reciente de un país considerado una democracia moderna con una economía avanzada y a la vanguardia de la tecnología.

Todos se preguntaban por qué su presidente hizo lo que hizo. Y para responder a esa pregunta hay que responder primero otra: ¿Quién es Yoon Suk Yeol?

El presidente Yoon Suk-yeol, en la pantalla de una TV durante el anuncio de la imposición de la ley marcial.
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El anuncio de Yoon recordó a muchos surcoreanos un pasado de gobiernos militares que creían superado.

Un fiscal conservador que llegó a presidente

Nacido en Seúl en 1960, Yoon ganó notoriedad en el país gracias a una larga carrera de fiscal en la que se ocupó de algunos casos destacados de corrupción, como el que salpicó en 2016 a la entonces presidenta Park Geun-hye.

Presentándose como un azote para la corrupción y un "antifeminista" en un momento en el que la sociedad surcoreana parecía muy dividida en torno a cuestiones de género, Yoon desembarcó en la política y fue el candidato del conservador Partido del Poder Popular en las elecciones de 2022, en las que derrotó por un margen inferior al 1% a su rival Lee Jae-myung, del izquierdista Partido Democrático.

Yoon se benefició del rechazo generalizado a la gestión anterior, en manos del Partido Democrático con el presidente Mon Jae-in, y alcanzó la presidencia tras una campaña centrada en sus promesas de combatir la corrupción.

El voto de los jóvenes varones atraídos por sus promesas de frenar lo que Yoon considera excesos feministas fue otra de las claves de su victoria electoral.

Según le dijo a la BBC Don S. Lee, profesor de Administración Pública de la Universidad Sungkyunkwan, en Seúl, había "grandes esperanzas" entre sus votantes de que el nuevo gobierno liderado por Yoon "perseguiría valores como la ética, la transparencia y la eficiencia".

Pero esas expectativas se han visto en gran medida defraudadas por los escándalos en los que se ha visto envuelto el nuevo presidente.

Una gestión marcada por los escándalos

Pese a sus promesas de limpiar la política surcoreana, los escándalos han lastrado la popularidad de Yoon en las encuestas hasta hacerla caer a niveles mínimos, entre ellos uno en el que se le ha acusado de participar en maniobras ilícitas para alterar la cotización de activos financieros.

Pero el que más lo ha afectado ha sido el que salpica a su mujer, la primera dama, Kim Keon-hee, a la que una cámara oculta captó aparentemente aceptando como regalo un bolso de Dior valorado en más de US$2.000.

El presidente se disculpó el mes pasado en un mensaje televisado, pero se negó a aceptar la investigación especial que le reclama la oposición.

Kim había mantenido hasta entonces una intensa agenda pública, rompiendo con la tradición de discreción que tradicionalmente ha caracterizado a las primeras damas surcoreanas, y se ganó la simpatía de muchos con su activismo en pro de la prohibición de la cría y venta de perros como alimento para humanos, finalmente aprobada en enero de 2024. Pero el bolso de Dior dañó seriamente su imagen.

El presidente de Corea del Sur, seguido de su esposa.
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El presidente y su esposa se han visto salpicados por varios escándalos.

Su marido ha protagonizado también algunos destacados deslices. Un micrófono abierto lo grabó aparentemente calificando de "idiotas" a los congresistas estadounidenses durante una visita a Washington y la grabación se volvió viral en Corea del Sur.

Yoon negó haber insultado al Congreso de Estados Unidos tras reunirse con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca.

También causaron polémica sus comentarios en defensa de la gestión del general Chun Doo-hwan, que gobernó de manera autoritaria Corea del Sur entre 1980 y 1988, años en los que las fuerzas del nEstado persiguieron a activistas y estudiantes que reclamaban una apertura democrática. Yoon tuvo que disculparse.

Firmeza con Corea del Norte

Durante su gestión, Yoon ha roto con la apuesta por la conciliación y el diálogo con Corea del Norte de gobiernos anteriores.

Las dos coreas mantienen difíciles relaciones y siguen técnicamente en guerra desde la que las enfrentó entre 1950 y 1953, para la que nunca se acordó una paz definitiva y tras la que la península de Corea quedó dividida.

El régimen comunista del Norte y sus habituales ensayos con armas nucleares son vistos como una amenaza existencial en el sur, y Yoon ha abogado por la firmeza y un fortalecimiento de las capacidades militares de su país para hacerles frente.

En esa línea, ha ampliado los ejercicios que el ejército de Corea del Sur realiza cada año con en el de Estados Unidos y ha reforzado los lazos con Japón, con el que Seúl ha mantenido tradicionalmente una difícil relación.

Un movimiento inesperado que podría costarle la presidencia

Una mujer agarra el fusil de un soldado en los aledaños del Parlamento surcoreano.
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Cientos de ciudadanos se lanzaron a las calles de Seúl y se enfrentaron a los militares.

Yoon era un presidente con un poder muy limitado desde la estrepitosa derrota de su partido en las elecciones legislativas de abril, en las que la oposición se hizo con el control de la Asamblea Nacional.

La política surcoreana entró entonces en una fase de bloqueo en la que el gobierno no contaba con los apoyos para hacer aprobar leyes y Yoon se ha tenido que conformar con vetar las que impulsaba la oposición.

En los últimos días había visto con frustración como sus rivales iniciaban los trámites para destituir a algunos de sus ministros y tumbaban su proyecto de prepuesto.

Hasta que el martes, el presidente Yoon decidió dar el paso más arriesgado de su corta carrera política y declarar una ley marcial que hizo a muchos surcoreanos recordar un pasado de gobiernos militares que algunos habían olvidado y otros, los más jóvenes, nunca conocieron y no conciben en la Corea del Sur actual.

En su anuncio televisado, Yoon se refirió a la Asamblea como "una guarida de criminales" que intentan "paralizar al gobierno".

Y, según Laura Bicker, corresponsal de la BBC en Seúl, "la referencia a una amenaza desde Corea del Norte y "fuerzas anti-Estado" indica que esperaba obtener apoyo entre los conservadores de derecha que en Corea del Sur suelen tachar de comunistas a los liberales".

"Pero el presidente interpretó mal a su país y su política", señala Bicker.

Yoon terminó dando marcha atrás solo unas horas después de su anuncio, en medio de un rechazo mayoritario, incluso entre miembros de su propio partido que criticaron su movimiento.

En los despachos del Departamento de Estado en Washington debió haber suspiros de alivio.

Y en la Asamblea Nacional de Corea del Sur, sus rivales se preparaban para iniciar el proceso de destitución del presidente que fracasó en su intento llevar a Corea del Sur a un pasado al que no quiere regresar.

En palabras de Bicker, "Corea del Sur es una democracia estable, aunque ruidosa. Y se ha negado a aceptar un dictado autoritario. El presidente Yoon se enfrentará ahora al juicio del Parlamento y de su pueblo".

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BBC

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