Protesta contra la caza de brujas en Nigeria en 2009.
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Protesta contra la caza de brujas en Nigeria en 2009.

Advertencia: este artículo contiene detalles que algunos lectores pueden encontrar perturbadores.

El activista Leo Igwe está al frente de los esfuerzos para ayudar a las personas acusadas de brujería en Nigeria, que incluso corren el riesgo de ser linchadas.

“Ya no podía soportarlo más. Ya sabes, quedarme por ahí y ver cómo mataban a la gente al azar”, le dice Igwe a la BBC.

Después de completar su doctorado en estudios religiosos en 2017, estaba inquieto. Había escrito mucho sobre la brujería y estaba frustrado porque el mundo académico no le permitía desafiar esta práctica de frente.

La BBC vio pruebas de pastores pentecostales en Nigeria celebrando servicios dirigidos a supuestas brujas, una práctica que, según Igwe, no es inusual en un país donde muchos creen en lo sobrenatural.

Por eso, Igwe creó Advocacy For Alleged Witches (que en español sería “Defensa de las presuntas brujas”), una organización centrada en “utilizar la compasión, la razón y la ciencia para salvar las vidas de las personas afectadas por la superstición”.

El trabajo de prevención de Igwe se extiende a Ghana, Kenia, Malaui, Zimbabue y más allá.

Una de las personas a las que la organización ha ayudado en Nigeria es Jude, de 33 años.

En agosto, intervinieron cuando Jude fue acusado y golpeado en el estado de Benué.

Jude, un vidriero que también trabaja a tiempo parcial en un banco, cuenta que se dirigía al trabajo una mañana cuando se encontró con un niño que llevaba dos jarras pesadas de agua, lo que lo llevó a hacer un comentario sobre la agilidad física del niño.

El niño no tomó sus palabras con agrado, pero siguió su camino.

Más tarde, Jude fue seguido por una turba de unas 15 personas que le lanzaron piedras. Entre ellos estaba el niño al que había saludado antes.

“Los jóvenes empezaron a pelearse conmigo, tratando de prenderme fuego”, afirma Jude.

Fue acusado de causar la desaparición del pene del niño mediante brujería, algo que es falso y que lo sorprendió.

Las denuncias de desaparición del pene en hombres son frecuentes en algunas partes de África Occidental.

Y estas denuncias se han relacionado con el síndrome de Koro, una enfermedad mental también conocida como síndrome de retracción genital.

Se trata de un trastorno psiquiátrico caracterizado por un miedo intenso e irracional a que los órganos genitales desaparezcan o se retraigan dentro del cuerpo de la víctima.

Un retrato de cabeza y hombros de Leo Igwe mientras mira a la cámara vistiendo una camisa colorida.
Jonathan Griffin / BBC
Igwe creó la organización Advocacy For Alleged Witches, que en español significa “Defensa de las presuntas brujas”.

El calvario de Jude

Jude perdió su trabajo en el banco debido al estigma que rodea a la acusación de brujería, dice Igwe.

Un video del violento altercado que vivió también empezó a circular en Facebook, y fue entonces cuando Igwe y su equipo se dieron cuenta y empezaron a investigar.

“Lo sacaron [a Jude] desnudo, ya sabes, brutalizado”, dice Igwe. “Lo primero que hicimos fue localizar el problema: ¿dónde está ocurriendo?”

Jude (izquierda) sentado con una camiseta verde y el rostro difuminado y Dooyum Dominic Ingye (derecha) con un traje color crema.
Advocacy For Alleged Witches
Jude (izq.) tiene controles regulares con Dooyum Dominic Ingye (der.) y otros de Advocacy for Alleged Witches.

En WhatsApp, Igwe es una especie de influencer.

En los últimos años ha creado y organizado grupos de WhatsApp para diferentes estados de Nigeria.

Estos grupos están llenos de decenas de ciudadanos preocupados a los que llama “defensores”.

Comparten videos y fotos virales de acusaciones de brujería e intentan intervenir cuando se hace una acusación en su territorio.

“Nos pusimos en contacto con él [Jude]. Le enviamos algo de dinero para que se ocupara de sus heridas. Lo rehabilitamos socialmente”, narra Igwe.

El grupo también se ha comprometido a pagar la universidad de Jude, lo que esperan que le dé un nuevo comienzo.

Muchos en Nigeria, el país más poblado de África, creen en las brujas y viven con miedo a ellas y a los poderes diabólios que supuestamente tienen.

Los problemas financieros, las enfermedades o la infertilidad a menudo se atribuyen a la brujería.

Los acusados ​​suelen ser vulnerables. La mayoría de las veces son muy jóvenes o muy mayores, a veces tienen discapacidades mentales o físicas y, a menudo, viven en la pobreza.

El problema del desconocimiento

Según Nigeria Watch, un sitio web que monitorea la violencia en el país a través de lo que informan los medios, hubo ocho muertes derivadas directamente de acusaciones de brujería en 2024.

La BBC no verificó estas cifras de forma independiente, pero ha informado anteriormente sobre agresiones y asesinatos de personas acusadas de brujería en Nigeria y otros lugares.

Advocacy For Alleged Witches organizó seminarios públicos en agosto con motivo del Día Mundial contra la Caza de Brujas.

“La creencia en la brujería o [lo] sobrenatural en Nigeria es cultural”, sostiene Olaleye Kayode, profesor titular de Religiones Indígenas Africanas en la Universidad de Ibadán.

“La creencia es que las brujas son uno de los seres sobrenaturales creados por Dios para agitar los asuntos de la Tierra”, añade, al tiempo que afirma que es la ignorancia lo que hace que la gente promueva la caza de brujas.

Kayode culpa de la caza de brujas en Nigeria principalmente a la prédica de “religiones extranjeras” como el cristianismo y el islam, pero reconoce que las religiones tradicionales también “hacen la guerra” a las brujas.

“Esa bruja debe morir”

Igwe afirma que algunos de los muchos pastores pentecostales cristianos influyentes del país refuerzan las supersticiones sobre la brujería y la idea de que “cualquier presunta bruja es peligrosa para la sociedad, no merece piedad y debe ser asesinada”.

Si bien algunos de estos eventos religiosos se promocionan como servicios de liberación, en agosto uno de ellos se publicitó con el lema “Esa bruja debe morir”.

Cartel de la iglesia con un pastor y el mensaje "Esa bruja debe morir".
Advocacy for Alleged Witches
Los intentos de obligar a la iglesia a cancelar el evento, que promocionó con el eslogan "Esa bruja debe morir", fracasaron.

La iglesia responsable del evento lo promocionó ampliamente entre sus 20.000 seguidores en las redes sociales.

Cuando Igwe vio un cartel en el estado de Imo anunciándolo, escribió varias peticiones a las autoridades locales, así como varios artículos para los medios locales, tratando de que se cancelara.

De todos modos, se llevó a cabo, aunque Advocacy For Alleged Witches envió observadores y continúa presionando contra eventos similares.

La iglesia responsable no respondió a la solicitud de la BBC para conocer su versión.

Nadie murió en el evento, pero la retórica de que “las brujas deben morir” que proviene de las iglesias puede conducir al odio y la violencia, asegura Igwe.

Una interpretación errónea

Muchas iglesias nigerianas están en contra de tales actitudes.

“Expulsar demonios y no matar a los poseídos por demonios fue por lo que conocemos el ministerio de Jesús”, afirma Julius Osimen, pastor principal de The Global Citizens Church en Lagos.

Osimen describe cualquier predicación que fomente la caza de brujas como una mala interpretación de los versículos de la Biblia.

“Cuando Jesús vino, lo hizo con una mejor comprensión. No se mata a las personas poseídas u oprimidas por demonios, simplemente se expulsa a los demonios”, señala.

El trabajo de Igwe ha tenido un costo personal.

Dice que lo golpearon tres veces por intervenir en favor de los acusados ​​de brujería y reconoce que su esposa e hijos han expresado preocupación por su seguridad.

Pero este activista dice que nada impedirá que intervenga: “Me he dado cuenta de que tengo que dar un paso adelante y tratar de proporcionar liderazgo”.

En Nigeria, acusar o amenazar con acusar a cualquier persona de ser bruja o de tener el poder de la brujería es un delito.

Conlleva una pena máxima de dos años de prisión. Sin embargo, los procesamientos y las condenas son poco frecuentes.

En 2021, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución que condena las violaciones de los derechos humanos asociadas a la brujería, pero este tipo de acusaciones persisten en gran parte de África, así como en India o Papúa Nueva Guinea.

"Intentar acabar con la caza de brujas es un desafío y no deberíamos romantizarlo de ninguna manera, tratando de decir: ‘Oh, es parte de nuestra cultura’”, dice Igwe.

“Matar a nuestros padres no es parte de nuestra cultura. Matar a personas inocentes no es parte de nuestra cultura”, razona.

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