El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, designó este miércoles al senador Marco Rubio como secretario de Estado, lo que le convierte en el latino con el cargo más importante en la historia del gobierno de EE.UU.
"Promoveremos la paz a través de la fuerza", dijo Rubio en X al aceptar la nominación de Trump para dirigir la política exterior del país.
Rubio, de 53 años, es conocido por su política de línea dura a favor de Israel y contra China, Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Además, es presidente del comité de Inteligencia en el Senado y miembro de comité de Relaciones Exteriores.
"Será un gran defensor de nuestro país, un verdadero amigo de nuestros aliados y un feroz guerrero que no retrocederá ante nuestros adversarios", dijo Trump sobre Rubio al hacer el anuncio.
El senador estadounidense de origen cubano disfruta de la admiración de sus votantes en Florida, que ven en él un hombre de fuertes valores familiares tradicionales y cristianos.
Mientras tanto, sus críticos lo acusan de cambiar sus posiciones en temas clave como la inmigración o el comercio exterior para alinearse más con la ideología de Donald Trump, a quien en el pasado criticó duramente.
Algunos analistas creen que su nombramiento como secretario de Estado de Trump puede desatar el nerviosismo en países como Cuba, Venezuela o Nicaragua, cuyos gobiernos han estado en el centro de los ataques más feroces de Rubio.
"La dictadura de Maduro está experimentando una fractura interna y sus miembros saben que su status quo, el cual está repleto de incompetencia, no es sostenible", dijo el senador republicano tras las elecciones de julio en Venezuela, en las que Maduro se declaró ganador sin dar a conocer las actas electorales.
"Que no haya dudas: los países y las organizaciones internacionales que respaldan este fraude de proporciones inimaginables deben rendir cuentas, al igual que los miembros del narcorégimen y su Consejo Nacional Electoral", dijo Rubio.
Según la agencia de noticias Reuters, la elección de Rubio ha generado preocupación entre algunos aliados de Trump que consideran que el senador de Florida tiene una visión del mundo que contrasta con la postura más aislacionista favorecida por la extrema derecha republicana.
Durante el primer mandato de Trump (2017-2021), por ejemplo, Rubio copatrocinó una legislación que haría más difícil para Trump retirarse de la OTAN, al exigir que dos tercios del Senado ratificaran esa decisión.
Para entender la figura de Rubio, hay que mirar a su pasado, y a la particular trayectoria que lo ha convertido en uno de los hombres más influyentes del estado de Florida, y muy pronto, del mundo.
Hijo de exiliados
Rubio nació en Miami en 1971 de padres cubanos que emigraron a EE.UU. sin dinero y sin hablar una palabra de inglés. Cuando tenía 8 años, su familia se mudó a Las Vegas, donde su padre trabajó como camarero y su madre limpiando habitaciones en un hotel.
De vuelta a Florida, Rubio consiguió ir a la universidad gracias a una beca deportiva y en 1996 se doctoró en Derecho con mención cum laude.
En el año 2000, tras haber ejercido como comisionado en la localidad de West Miami, fue elegido por primera vez para la Cámara de Representantes de Florida, de la que se convertiría en su presidente seis años más tarde, siendo la persona más joven y la primera de origen hispano en ocupar el cargo.
Sin duda, el recorrido vital de Rubio -quien está casado con una antigua animadora del equipo de fútbol americano Miami Dolphins, con la que tiene cuatro hijos- encaja en lo que muchos entienden es el “sueño americano”.
En 2009, llegó al Senado de Washington, lo que captó la atención de los líderes republicanos, que veían en él una posible respuesta al apabullante éxito del senador junior de Illinois que acababa de convertirse en presidente de EE.UU.: Barack Obama.
En esos años, con su patriotismo y su defensa de la libre empresa, la libertad individual y la reducción del tamaño del gobierno federal, Rubio consiguió animar a la base más conservadora del Partido Republicano.
Se opuso al paquete de estimulo económico aprobado por la Casa Blanca a principios de 2009, así como a la reforma del sistema de salud impulsada por el presidente Obama.
Además, es antiabortista, defensor del derecho de los ciudadanos a portar armas, se opone a cualquier tipo de amnistía para los inmigrantes ilegales y es partidario de abrir nuevas áreas a la exploración petrolera en EE.UU.
El salvador republicano
En 2013, Rubio apareció en la portada de la revista Time, siendo anunciado como el "salvador republicano", ante la aparente incapacidad que tenía su partido para responder a la inmensa coalición de votantes que apoyaba a Obama, y que le había dado a los demócratas amplias victorias electorales.
"Rubio era el legislador experimentado, con algo de pasado y algunas amistades difíciles", escribió en 2016 la columnista del diario The Washington Post Janell Ross.
"Pero era bilingüe, brillante y latino. Era un tipo que le gustaba a los donantes del partido y que parecía agradarle a los votantes en general también".
Eso lo llevó a explorar una candidatura presidencial para 2016, sin saber lo que vendría.
Durante las primarias de 2015, Rubio ya tenía el inmenso reto de enfrentarse a 16 candidatos que incluían nombres tan reconocidos dentro del Partido Republicano como Jeb Bush (ex gobernador de Florida y hermano del expresidente George W. Bush), Chris Christie (gobernador del estado de Nueva Jersey) oTed Cruz (senador por Texas).
Pero ni Rubio ni ninguno de sus rivales vio que la verdadera amenaza para sus aspiraciones venía de Donald Trump, el excéntrico multimillonario protagonista de un reality show, que acapararía la atención de las audiencias con sus comentarios inusuales y poco ortodoxos.
Más allá de los ataques personales que Rubio intercambió con Trump durante esas primarias, su apoyo posterior al multimillonario durante su primera presidencia y sus posturas sobre asuntos de política internacional en años recientes pueden ayudar a dar algunas luces sobre como se podría desempeñar como secretario de Estado.
Su visión del mundo
Cómo secretario de Estado, el asunto más importante al que tendrá que hacer frente Rubio, además de la crisis en Medio Oriente, es la guerra de Ucrania, sobre la que comparte su postura con el ala más conservadora de los republicanos.
Según Reuters, Rubio dijo en entrevistas recientes que Ucrania necesita buscar un acuerdo negociado con Rusia en lugar de centrarse en recuperar todo el territorio que Rusia ha tomado en la última década.
También fue uno de los 15 senadores republicanos que votaron en contra de un paquete de ayuda militar de US$95.000 millones para Ucrania, Israel y otros socios de Estados Unidos, aprobado en abril.
Además, Rubio es uno de los principales críticos de China en el Senado, poniendo en la mira de los legisladores estadounidenses a empresas como TikTok y Huawei. Fue sancionado por Pekín en 2020 por su postura sobre Hong Kong luego de las protestas democráticas en ese territorio.
Rubio tampoco ha dudado en apuntar contra los gobiernos de países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Ha sido tal su papel en la política republicana hacia América Latina, que durante la primera presidencia de Trump, algunos comentaristas se referían a él como “secretario de Estado adjunto para Latinoamérica”.
Fue una de las principales voces dentro del Congreso de EEUU durante la crisis política de Venezuela en 2019, y según el diario The New York Times, “asumió el rol de derrocador” de Maduro.
No dudó también en criticar el deshielo de las relaciones de su país con Cuba durante la presidencia de Obama y denunció las alianzas del gobierno de La Habana con actores internacionales que desafían la autoridad de EE.UU.
"El mundo es testigo de las múltiples formas en que el régimen de Castro/Díaz-Canel ha servido como títere de la China comunista, Irán y, más recientemente, Rusia", dijo en una intervención en el Senado a mediados de 2024.
"Estados Unidos tiene el deber moral de defender los intereses de nuestra nación y debemos continuar defendiendo el orden democrático y la justicia en nuestro hemisferio", añadió.
También ha sido feroz crítico del presidente de Colombia, Gustavo Petro, y del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, mientras que se ha acercado a líderes de derechas como Javier Milei, en Argentina, o Nayib Bukele, en El Salvador.
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