San Miguel Arcángel es el gran guerrero, vencedor de Lucifer, el mensajero de Dios en la tierra y defensor de las causas sociales.
Su figura también está ligada como un ángel que media en el momento de la muerte, para sopesar el peso de las almas y tratar de que puedan salvarse, aunque tengan pecados.
Belié Belcan Toné, como es conocido popularmente, es un símbolo de la religiosidad dominicana, y en su figura se conjuga la mezcla de lo religioso y lo social.
Las personas acuden a él en busca de algún milagro, de que el santo le conceda lo que tanto anhelan o simplemente para que les ayude a cambiar su suerte.
En República Dominicana, el 29 de septiembre de cada año se conmemora el Día de San Miguel, fecha en la que se realizan dos tipos de celebraciones: la tradicional, en la Iglesia Católica, y la popular, que normalmente se realiza en los barrios.
¿Cómo se celebra el Día de San Miguel?
En los altares populares, la celebración del Día de San Miguel es vista como un compromiso de fe, y los preparativos inician varios meses antes del 29 de septiembre, cuando los dueños de altares inician las colectas y rifas para hacer el fondo económico que les permite comprar las comidas y bebidas que se brindarán a los asistentes.
Así lo explica el sociólogo y gestor cultural Roldán Mármol, quien afirma que, aunque parezca algo sencillo, este tipo de actividades conllevan una gran organización en el que pueden participar hasta 30 personas.
“La celebraciones, tanto de San Miguel o cualquier otro santo, se ve sencillo pero son procesos organizativos, tanto en la persona dueño del altar donde se celebra, como también el grupo de apoyo de la comunidad. El día de la celebración es la culminación de un largo proceso. Ese fondo económico para comprar comida, bebida, porque todo eso se ofrece de manera gratuita a todas las personas que acuden a esas celebraciones”, comenta.
A estas celebraciones acuden personas para agradecer a Belié por su intervención en las peticiones que realizan.
Tampoco faltan los grupos que tocan palos y salvias; el equipo personas que dan soporte en la organización, así como los caballos de misterios o seguidores de misterios.
Roldán detalla que los caballos de misterios son las personas que tienen la capacidad de recibir espíritus, deidades, o luases, como suelen llamarse.
“Esa persona (caballos de misterios) participa en la celebración y en algún momento puede entrar en trance (o en la montadera como muchos le llaman)”, agrega.
A consideración de Roldán, los caballos de misterios son personas que tienen una luz especial, y descarta la posibilidad de que se trate de algo maligno, como muchos podrían pensar.
Por el contrario, afirma, es una luz dada por Dios para poder ayudar y colaborar con los problemas de los seres humanos.
Fragancias, agua bendita y agua florida
En la celebración del Día de San Miguel son usadas diferentes aguas y fragancias, las cuales pueden adquirirse en las llamadas botánicas populares.
“El agua florida es un clásico, pero también hay diferentes aguas para la fuerza, para dar suerte, para las bendiciones. También se usa el jarro, que siempre está en el altar con agua bendita y la ramita de ruda o hierva buena”, comenta Roldan Mármol, quien también es presidente de la Fundación Cultural Cofradía.
El gestor cultural señala el uso de inciensos tradicionales, con los que se ambienta el lugar, junto con el agua florida, para espantar cualquier elemento negativo que pudiera haber y para purificar el espacio de celebración.
Estigma y rechazo
A pesar de ser parte de la cultura popular dominicana, pues es el resultado de la mezcla de las culturas indígenas, españolas y africanas, la celebración por el Día de San Miguel es estigmatizada y hasta rechazada por muchas personas a nivel nacional.
“Históricamente ha habido una represión por las entes políticas, y por la entes socioeconómica. Y ha habido leyes expresas para reprimir y prohibir de manera directa cualquier manifestación de ese tipo. Y el período de Trujillo fue terrible. Cuando la época, habían leyes expresas que prohíban las manifestaciones públicas de este tipo”, afirma.
Sin embargo, Roldán explica que este tipo de actividad es una manifestación de religiosidad popular dominicana, pero que muchos no la aceptan porque no es la tradicional católica.
Entonces – afirma – las celebraciones de San Miguel y otros santos se han mantenido de una manera semiclandestina.
“Se tolera, pero dentro de la marginalidad”, indica, al tiempo de precisar que ese estigma social está marcado por una visión colonialista, muy elitista, e hispanófila, que plantea el predominio de una visión muy racista, excluyente y desvalorizadora de todo lo que son las prácticas de fe de origen popular.
Roldán agrega que en el país se priorizan las prácticas de la Iglesia Católica, o la forma de fe de dicha religión.
“Pero son dos realidades. La otra no la practican cinco personas, sino millones. Hay un vínculo muy estrecho, además, un secretismo popular. O sea, muchas personas que van a la iglesia, salen de ahí y tienen su pequeño altar. O van a al fiesta de San Miguel o a la fiesta de cualquier otro santo”, indica.
Entiende que es momento de aceptar estas manifestaciones culturales y de que República Dominicana pueda tener la capacidad de ser un espacio de libertad en cuanto a las opciones de fe y de conocimiento de todos los aportes de la cultura africana.