Solo la pena máxima de 30 años de prisión dejaría conformes a los familiares y allegados de Richard Rafael Báez, ante lo irremediable de su muerte, tras ser apresado por patrulleros que lo habrían golpeado en la sede de un destacamento en Santiago Oeste (Cienfuegos).
En medio de un drama de dolor e impotencia, los deudos del joven comerciante y prestamista acudieron a la sede del Palacio de Justicia para exigir que se aclare el hecho, se identifique a los agentes policiales responsables y que estos sean sometidos.
Entre palabras de fe, narraron las atrocidades cometidas contra su pariente. Asimismo, pusieron en duda que, a un mes del fallecimiento del joven, las autoridades hayan avanzado en las investigaciones.
En relación al caso, la Policía Nacional y el Ministerio Público mantienen en el anonimato los nombres de los patrulleros involucrados, aunque a voces se escucha el nombre del capitán Aquino como principal responsable de lo ocurrido.
También circula la versión de que el hecho pudo haber sido causado por el temor de los agentes policiales a que se revelen informaciones de su participación en presuntos negocios turbios.
Pero, ni una cosa ni la otra. No hay una justificación ni explicación para la acción policial y el apresamiento del joven Richard Báez, quien murió en el Hospital José María Cabral y Báez, el pasado 5 de abril, 15 días después de su apresamiento.
“Lo que podemos decir de ese caso que es que está en investigación”, es la frase que se repite diariamente en la sede de la Dirección Regional Cibao Central de la Policía Nacional, donde también guardan silencio en relación a otros casos recientes, sobre los cuales, el general de brigada Ernesto Rodríguez, director de la Policía Nacional en Santiago, asegura se trabaja en los mismos.
Con las exigencias de que se aclare el caso, en la explanada del Palacio de Justicia, los familiares y allegados de Richard Báez lamentan su muerte y resaltan las bondades del joven que, el mes pasado, cumplió 29 años.
Richard – narraron sus familiares – sumaba 15 años en el local de la calle 9, esquina Peatonal O, donde administraba una pequeña tienda de ropa y cosméticos, actividad que combinaba con sus labores en una peluquería/barbería, en el barrio El Semillero I, del distrito municipal Santiago Oeste.
“Richita”, como le decían allegados, aprendió el oficio de peluquero en Bávaro, provincia La Altagracia, cuando acompañaba a su padre Rafael Sánchez Jiménez, que trabajaba construcción en la zona turística.
“Yo me lo llevé para Bávaro, pero, vi que él no iba a dar para eso de la construcción y le pedí a un amigo que tenía una peluquería que le permitiera estar allí para que aprendiera”, afirmó su padre, quien agrega que su hijo era un muchacho bueno, acostumbrado al trabajo.
“Yo estoy aquí ahora, pero estoy como muerta en vida, porque el día que él murió yo morí con él, porque eso fue un asesinato, lo que cometieron con mi hijo”, se lamenta su madre, Santa Báez, quien además alega, que los agentes policiales, actuaron para quedarse con el dinero que su hijo tenía de los negocios.
“Mi hijo, no era un delincuente, mi hijo era un barbero, era un prestamista. Tenía su tienda y ellos (los policías), sabían que él manejaba ese dinero ( RD$ 30 mil), porque esos policías iban a la peluquería a pelarse gratis y tomar dinero prestado”, afirma Báez.
Querían el dinero
La teoría del dinero como posible detonante del apresamiento y golpiza que provocaron la muerte de Richard Báez, fue relatado por María Durán, una joven que era la pareja del peluquero. María está a punto de dar a luz el cuarto hijo de Richard, quien, de una relación anterior, ya tenía tres hijos de nueve, seis y tres años de edad.
Según María, la golpiza a su marido vino luego que ella reclamó a los agentes policiales unos RD$ 30 mil que este tenía cuando fue apresado.
“Él fue apresado aquí, en frente de la casa, y empezaron a darle golpes en el camino y en el destacamento. Cuando yo llego, lo sacaron de la celda para darle más golpes porque yo reclamé el dinero que él (Richard) me dijo”, narró María al periodista Inocencio Encarnación, en una entrevista sobre la situación.
La joven hace énfasis en que el capitán Aquino, comandante del destacamento en Santiago Oeste, es el principal responsable de la acción en contra de Richard e hizo un llamado a las autoridades para que actúen.
“Que se haga justicia, ya son tres casos, por favor señor presidente, dé la cara, tome carta en el asunto, son tres jóvenes que han fallecido. ¡Van a dejar que acaben con la juventud! Un tatuaje no define una gente, tener un arete tampoco”, se lamentó la joven Durán, que solo espera que el médico indique el día y la hora de la cesárea para el nacimiento de su hijo.
Además de los familiares y vecinos del joven asesinado, se han unido a las manifestaciones para que se haga justicia, activistas sociales de distintas organizaciones de Santiago.