En la tercera edad de sus vidas, alumnos de la educadora canadiense Joan Tinkess recuerdan el impacto que tuvo su labor educativa en Yamasá, donde fundó hace 63 años la primera escuela secundaria del pueblo, por mandato de su congregación religiosa, las Hermanas Grises de la Inmaculada Concepción.

Sor Juana de Arco, como la conocían, desarrolló un modelo de educación integral basada en valores y en la acción social, que sacó de la exclusión a una generación de dominicanos que, inspirados por ella, liberaron sus talentos y  aprendieron a soñar en un futuro mejor.

Su labor educativa y de acción comunitaria repercutió también en Cutupú, La Vega, donde trabajo junto a María Tinner, otra ex religiosa, para sacar de la indigencia a cientos de campesinas.

Hoy sus alumnos recapitulan la influencia que Joan Tinkess tuvo en sus vidas, con el propósito de testimoniar que el servicio y la entrega a los demás tienen el poder de transformar la sociedad y de redefinir valores humanos cardinales.

Desde la izquierda: J. R. Frias, Hno. Francisco Pancorbo, Enriquillo Diaz, Freddy Contreras y Cesáreo Reynoso. Febrero 22, 1965. Jornada de formación, en San Jose de Ocoa.

Uno de ellos, José Ramón Frías, dice: “un reconocimiento oficial y público a la labor de Joan Tinkess (Sor Juana de Arco) sería un grito a los cuatro vientos diciendo que esas son las cosas que valoramos y estamos dispuestos a apoyar, imitar y reforzar. Servirá para que muchas personas la conozcan y sepan de hazañas heroicas de grandes dimensiones realizadas en este pequeño país“.

 

Testimonio de Félix Peña Cruz

Félix Peña Cruz

Mi nombre es Félix Peña,  ex alumnos y/o discípulos  de Juana Tinkess. Muchos de nosotros la llamamos con mucho cariño Juana de Arco, nombre que usaba cuanto era religiosa.

La conocí en el verano de 1965, pues fui becado por las monjas de Consuelo para estudiar el bachillerato en el Liceo San Martín de Porres en Yamasá. Estas religiosas formaban parte de la orden Inmaculada Concepción, igual que SorJuana y  las otras hermanas misioneras que estaban en Yamasá trabajando en la educación de niños y jóvenes.

Como a la mitad de las vocaciones de ese año fui invitado por Sor Ana Nolan, quien era la superiora de las monjas en Consuelo, a visitar al pueblo de Yamasá para conocer a las hermanas, el pueblo y su gente, el lugar donde iba a vivir, el liceo, y en fin para que me relacionara con las personas del lugar.

Fue entonces cuando comencé a tratarme con Juana Tinkess o Sor Juana de Arco. Supe en esa visita que  ella fue la mentora de la creación o fundación del liceo San Martín de Porres donde se formaron los primeros bachilleres en el pueblo de Yamasá. Además,  que trabajó sin descanso hasta lograr lo imposible en un tiempo muy difícil en el que estaba el país.

Más adelante cuando se inició el año escolar, siendo ya alumno de ella pude apreciar su personalidad,  carácter, liderazgo, su autoridad, que combinada con dulzura facilitaba la obediencia y la disciplina para ser mejor estudiante,  una persona ejemplar y buen ciudadano.

La formación recibida en liceo bajo su dirección no se limitaba solamente al aprendizaje de matemáticas, biología, literatura y otras materias propias del programa; más bien fue una formación integral basada en principios y valores con la visión de formar buenos ciudadanos y futuros profesionales útiles a la sociedad; y por qué no , personas que mejoren sus condiciones de vida.

Durante ese tiempo se nos despertó el deseo de estudiar, de aprender, de superarnos. Hubo un cambio en nuestra manera de pensar y de actuar.

Yo, como muchos amigos y compañeros que no pensábamos seguir los estudios en la universidad, recibimos la motivación para seguir adelante y lograr las metas que nos propusimos.

Estoy convencido que la educación que recibimos por nuestra amada Sor Juana y sus compañeras fue una gran bendición que cambió nuestra vidas para nuestro bien, para nuestras familias y nuestro país.

Hoy día la mayoría de esa generación que tuvimos ese privilegio y bendición,  somos padres y abuelos que transmitimos a nuestros descendientes lo que recibimos para bien de la sociedad.

Álvaro Frías Sosa

Testimonio de Álvaro E. Frías

Mi nombre es Álvaro E. Frías Sosa. Soy el segundo de cinco hijos, que junto a nuestros padres Álvaro y María nos mudamos al pueblo de Yamasá para continuar con nuestros estudios. Eso sucedió en el año 1963. Ya habíamos cursado el 7mo. de la secundaria e iniciamos  el 8vo en Yamasá.

Conocí  a sor Juana al año siguiente cuando ingresé en al Liceo San Martín de Porres para iniciar el bachillerato.

Puedo decir que recibimos una educación integral, pues su influencia no fue solo en las aulas, sino que nos involucró en otras actividades extra curriculares como fueron los Círculos de estudios en la agrupación Juventud Estudiantil Católica. Sor Juana coordinaba al grupo. En ese ejercicio aprendimos el orden parlamentario, la crítica y autocrítica,  cine forum. Participamos también en el coro de la Iglesia y otras actividades culturales y deportivas.

Debo admitir que en ese grupo de adolescentes en el que me encontraba, no percibí en su justa dimensión el gran trabajo formativo que durante los cuatro años del bachillerato sor Juana logró con nosotros.

Solo al pasar de los años, cuando nuestras mentes rebeldes y a la vez ingenuas maduraron, es que pudimos valorar su obra.

La gran mayoría de sus alumnos nos graduamos en diferentes universidades y con nuestro trabajo hemos devuelto a la sociedad lo aprendido. Nuestros hijos nos han seguido  hoy son mujeres y hombres de provecho.

Sor Juana y sor Maria, se retiraron de su congregación  y en las montañas de Cutupú, La Vega,  trabajaron con mujeres campesinas y lograron formar, en la década de los 70 asociaciones campesinas que culminaron con la creación de una federación. Esa gran labor, en esos campos remotos, ha sido a nuestro criterio la culminación de su gran obra humanitaria pues esas mujeres campesinas han logrado salir de la pobreza de la ignorancia, hoy cuentan con recursos propios que les ha permitido desarrollarse como entes conscientes. Cientos de mujeres campesinas de Cutupú, la Vega, conjuntamente con una legión de sus ex alumnos pueden dar testimonio de mis palabras.

En estos momentos estamos involucrados, los ex alumnos de sor Juana, en la formación de la Asociacion de yamasenses ausentes.

 

Testimonio de Frank Senón De La Cruz Ureña

Frank Senón de la Cruz Ureña, en la actualidad

Nací en Yamasá- R. D. 1955, nacionalidad dominicana, estado civil: casado, dos hijos.

Profesión: Ingeniero electromecánico – PUCMM-1978

Conocí a Joan Tinkess (sor Juana de Arco) en septiembre 1968, cuando inicié el bachillerato y era directora del Liceo San Martin de Porres hasta el año 1970. Fue mi profesora de Religión por 2 años.

Beneficios que recibí de ella: nos disciplinó de manera correcta. Siendo canadiense nos enseñaba los valores patrios de R.D. Era una persona muy ecuánime, nunca se parcializó y mostraba su amor sincero por los más pobres.

Debe ser reconocida: por ser pionera en la creación del liceo secundario San Martin de Porres en Yamasá 1962 y por esforzarse en oficializarlo. Logró conformar un cuerpo de profesores en el liceo, que aun 40 años después siguen dando clases en varias universidades dominicanas.

Promotora principal de la formación de una cooperativa de ahorros y créditos, de mujeres pobres en Cutupú-La Vega, que hoy opera con más de 700 miembros.

Frank Senon de la Cruz Ureña, en 1968