Este miércoles 11 de septiembre se conmemoran 51 años del golpe de Estado en Chile, un hecho poco mencionado en esta fecha en República Dominicana, pero que tuvo un impacto profundo y duradero en la política, la sociedad y la economía del país.

En 1973, un grupo de militares liderados por Augusto Pinochet derrocaron al entonces presidente de Chile, Salvador Allende, en un golpe de Estado, lo que dio inicio a la dictadura de Pinochet, la cual se extendió por 17 años (11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990).

El país estaba atravesando una crisis política debido a la división que suscitó el Gobierno de corte socialista del presidente Allende.

En su gobierno, Allende intentó implementar una serie de reformas socialistas, pero enfrentó una fuerte oposición interna y externa, lo que llevó a una creciente inestabilidad política y económica.

Dos meses antes del motín, el 29 de junio, se produjo un intento de golpe de Estado conocido como “tanquetazo”, en el cual Pinochet ayudó a detener ese intento de golpe militar. En ese momento, Pinochet era comandante en jefe interino del Ejército. Luego, el 23 de agosto, por recomendación del presidente Allende, ascendió al cargo de comandante en jefe.

19 días después de su ascenso, Pinochet encabezó el golpe de Estado del 11 de septiembre, teniendo como resultado 40,175 víctimas calificadas oficialmente, incluyendo políticos, detenidos desaparecidos y víctimas de prisión política y tortura.

El rol de Estados Unidos en el golpe de Estado en Chile de 1973 ha sido objeto de intensa controversia y debate. El gobierno del presidente Richard Nixon y el secretario de Estado Henry Kissinger, jugó un papel significativo en la desestabilización del gobierno de Salvador Allende, aunque su implicación directa en el golpe es más matizada.

Ese diálogo, uno de los varios registros desclasificados por Washington a lo largo de los años, es parte de las evidencias sobre el rol que tuvo EE.UU. en la caída de Allende, y el quiebre institucional y social que provocó.

"Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo"

Antes de iniciar el bombardeo en el Palacio de La Moneda (Palacio Presidencial), el presidente Allende realizó su último discurso, donde manifestó: “Seguramente esta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes… ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo".

Pasada las 11 de la mañana inició el bombardeo aéreo en el palacio presidencial chileno, los aviones dispararon en 5 veces sus cohetes. El primero destruyó el portón norte y los techos del primer piso; en el segundo ataque los cohetes cayeron en el pabellón que separa los patios de Los Cañones y Los Naranjos.

Asimismo, el tercer cohete rebotó en una de las gárgolas de la fachada y estalló en el segundo piso del lado sur. Finalmente, el cuarto cohete cayó sobre la fachada y una bola de fuego saltó a la calle, mientras el quinto lanzamiento fueron cañones automáticos de los aviones.

Al momento de hacer los levantamientos del lugar, fue encontrado muerto el presidente Allende.

En el 2012 un tribunal chileno determinó que el presidente chileno se quitó la vida de un disparo, debido a la situación en la que estaba atravesando el país, aquel 11 de septiembre.

Al conmemorarse el 51 aniversario de aquel suceso, familiares de los asesinados o detenidos desaparecidos exigen justicia.