Desde el año 1995, en Brasil, se alzan las voces de grupos excluidos exigiendo la construcción de políticas democráticas, inclusivas y participativas, en donde el bienestar de la sociedad marginada fuera lo primordial, a fin de superar la exclusión y miseria. Este movimiento social fue conmemorado bajo el nombre “El Grito de los Excluidos” y es celebrado cada 7 de septiembre en Brasil y adoptado en el resto de América Latina a partir del 1999 cada 12 de octubre.
Bajo el lema “Por Trabajo, Justicia y Vida”, cada país adoptó la consigna original a su situación particular. Y es así, como la emblemática fecha del “descubrimiento de América” dio un giro para visibilizar una realidad apremiante. Porque no hay nada que celebrar y sí mucho qué lamentar.
En este día de los Excluidos, queremos hablar de una comunidad que es la prueba viviente de la necesidad de políticas públicas que prioricen el acceso de todos y todas a un hábitat digno. Hablamos de “Los Sin bañarse”, un nombre que ya va mostrando las ausencias que han caracterizado esta zona.
Está ubicada en el municipio de Santo Domingo Este y forma parte del sector Los Tres Brazos. Un espacio que parece una postal de la vulnerabilidad global, porque todo falta, todo está ausente. Porque no son agenda ni del gobierno local ni del central. Porque solo parecen tenerse a ellos mismos y a la basura; siendo esta última su caracterización física ya que el sector ha sido construido sobre desechos sólidos.
Y no, no nos referimos a la romantización de “la basura de unos, es el tesoro de otros”, hablamos, literalmente, de basura. Botellas de plástico, de todos los tamaños y marcas, vidrio, muebles del hogar, libros, cuadernos, juguetes y cualquier otro elemento que pueda ser desechado, forma parte del panorama cotidiano de “Los Sin Bañarse”.
En lo concerniente a las viviendas, la mayoría están construidas con una combinación de madera y zinc casi siempre en mal estado, lo cual no las hace aptas para enfrentar cualquier fenómeno natural. Una lluvia simple rompe la rutina y encharca los callejones y transforma el estar.
Allí no cabe “Familia Feliz” ni parece estar en agenda de nadie la resignificación de este espacio en donde también vive gente. El abandono institucional es notorio, en la zona no hay escuelas, hospitales, espacios de recreación o culturales.
Un abandono total del Estado dominicano. La ironía de que la terminal del teleférico de Los Tres Brazos sobrevuela la zona, no puede dejarse de lado porque significa que, deliberadamente, el barrio ha sido excluido de toda política pública. Pasan de reojo por ese inalcanzable cielo sus vagones, como ilusión de ir pero sin poder alcanzarlos.
La población de “Los Sin Bañarse” ha sido negada al derecho de un hábitat digno. A tener acceso a servicios básicos en una vivienda digna, a que sus infantes y jóvenes puedan recrearse en espacios seguros y divertidos, a poder ir al médico sin la necesidad de viajar kilómetros para atenderse.
Han sido impedidos de pertenecer a la ciudad, de ser parte de la sociedad. Los han excluido a una isla de objetos desestimados, invisibilizando así sus derechos.
Hoy, los invito a alzar su voz por la comunidad de “Los Sin Bañarse” y por todas aquellas que han sido silenciadas y olvidadas por la falta de políticas efectivas que prioricen a la población y no al bolsillo de unos pocos.
Gritemos, a fin de que el derecho al acceso a un hábitat digno sea una realidad para todos y todas.