Son las 6:00 de la mañana, inician los empleados de las construcciones aglomerarse para iniciar su jornada laboral. Sus conversaciones y risas a altas voces los delatan.

La señora del desayuno empuja el carrito para ofrecerle a los empleados sus alimentos antes que ellos inician a trabajar.

Los ruidosos camiones llegan de madrugada para entregar los materiales que serán usados en la edificación, mismos que obstaculizan el tránsito de los vehículos que circulan por esas calles.

A las 8:00 de la mañana, empieza el martillar, produciendo un sonido que, junto a la sierra, puede llegar a perturbar un santo. El polvo se cuela en las casas sin permiso, poniendo en riesgo su salud física y la cordura de sus habitantes.

Las calles sufren las consecuencias de estos trabajos de construcción, el maltrato a estas es notorio y a pesar que culmina la edificación estas quedan afectadas.

Algunos maestros de construcción, junto con sus ayudantes, continúan trabajando hasta largas horas los fines de semana.

De acuerdo con el Banco Central, el sector construcción en mayo del año pasado este registró un  55.9% , cuando el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) era de un crecimiento interanual de 21.2%.

La misma entidad indicó que de un 12 % en el producto interno bruto (PIB) dominicano, los costes de los insumos de este sector son parte de los indicadores con los que analiza el dinamismo económico de este sector.