“Mami, no te preocupes, yo estoy bien atendida y alentada; cuida de mis niños y no le abras la puerta a nadie, uno no sabe quién es quién, mira lo que hizo Fredy”, animó Yanelis a su madre, y expiró.

Cuando Yanelis Arias, 43 años, preparó sus bártulos y con sus tres hijos viajó desde El Bronx, Nueva York, hasta este municipio de República Dominicana, su tierra natal, para agotar unas vacaciones de tres meses, jamás pensó que la tragedia seguía sigilosamente sus pasos. Detrás de ella vendría con una sentencia de muerte por encargo. 

Días después de su llegada, el 19 de junio, 2021, un amigo de su expareja Freddy, Agustín de Jesús Pimentel (Caché), visitó su casa a retirar un regalo que él había enviado con ella desde la urbe. Eran los primeros pasos para allanar el camino hacia la tragedia. Yanelis se había casado con otro hombre que luego fallecería en un “accidente”.

Caché tenía la encomienda fatal. Había ido a una casa de empeño para avituallarse de abrigo, guantes y demás elementos que permitieran ocultar su identidad, narra entre llantos la madre de Yanelis, Hirma Mercedes López. 

Agustín de Jesús (Caché).

La mañana del 20 de agosto de 2021, dos meses y medio después de su llegada, un hombre frío, despojado de sentimiento, ataviado con las prendas compradas en la casa de empeño, con casco protector y la mascarilla obligatoria para prevención de la pandemia de la covid-19, se acercó a la verja de la casa de los padres donde pernoctaba Yanelis, en la calle Emilio Rodríguez, en Tenares, y con el arreglo floral en su mano izquierda enviado por su expareja, Freddy, le gritó para entregarle. 

Ella salió desprevenida a recibir “el regalo”. Fue tarde cuando quiso reaccionar. Se trataba de una celada. Su agresor había consumado su misión: desde afuera, le había bañado de una sustancia que de inmediato comenzó a quemar su cuerpo. Corrió hacia el baño a echarse agua; una vecina le vació un refresco soda con la pretensión de apaciguar el dolor.

La víctima fue llevada a un centro médico del municipio; luego, a la unidad de quemados del hospital traumatológico Ney Arias Lora, en la capital. Había comenzado una agonía que duró hasta el último minuto de su existencia.

“Mami, no te preocupes, yo estoy bien atendida y alentada; cuida de mis niños y no le abras la puerta a nadie, uno no sabe quién es quién, mira lo que hizo Fredy”, animó Yanelis a su madre.

Pero no resistiría; las quemaduras habían comprometido sus órganos vitales. Expiró. Su deceso se produjo el 3 de octubre luego de intensos esfuerzos médicos por salvarle la vida. 

Entre sollozos, el padre Oscar Esperanza Arias, chef en un restaurante neoyorquino, y la madre Hirma Mercedes López, ama de casa, afirman que su hija “había recibido amenazas de Anselmo A. Gómez Martínez (Fredy), quien le decía que la iba a poner que no la iban a conocer”. 

Yanelis es una de las 14 mujeres y un hombre que hasta diciembre de 2021 fallecieron tras ser agredidas con el químico, según datos de la Fundación Vidas sin Violencia en su portal web https://fundacionvidasinviolencia.org/

El ácido del diablo es un líquido con alto poder corrosivo que daña todos los órganos vitales (riñones, corazón, hígado, piel) y desfigura a las víctimas. Se trata de una mezcla de ácido sulfúrico, ácido clorhídrico, ácido muriático, removedor de pintura de vehículos y plomerito. Una botella era vendida discretamente a una media de 400 pesos.

El jueves 13 de septiembre de 2021, el Instituto Nacional de Protección al Consumidor (Proconsumidor) emitió una la resolución 1060 que prohíbe de manera definitiva el expendio los químicos con los que se elabora el ácido porque -según la institución estatal- es una sustancia muy peligrosa que ha arruinado muchas vidas en poco tiempo

SIN SALIR DEL ASOMBRO

El hecho consternó al municipio Tenares, un pueblo tranquilo del nordeste de la República, con una población de 32 mil habitantes en una superficie de 159.7 kilómetros cuadrados, pero el más pujante de la provincia Hermanas Mirabal, al aportar el 50% del total de los impuestos provincias vía la agropecuaria, los servicios, las remesas y otros renglones.

La familia no asimila aún el crimen de esta mujer que nació en Tenares y a los 9 años le llevaron a vivir en Estados Unidos. Tampoco la comunidad apacible, que hace décadas cuenta con oficinas para la prevención de la violencia intrafamiliar y de género.

Mercedes Arias, la tía, llora desconsoladamente. Cuenta que Yanelis era amable, sencilla, alegre, buena hija y empática. Llora. Se repone y la describe: “Parecía de carácter débil, pero en realidad era muy equilibrada e iba al gimnasio. Ella trabajó en una agencia de envío, aunque sus últimos días los dedicó sólo al cuidado de sus hijos. Su sueño era tener su casa y ver a sus hijos realizados en los Estados Unidos”.

La madre también se va en llantos: “Para nosotros, como padres, nada ha vuelto a ser igual; vemos a sus hijos sufrir; todo nos cambió, todo ha sido frustrante, doloroso e indescriptible. Sus hijos lloran todos los días. Me parte el alma; el pequeño va a donde mí, llorando, y me dice: abuela, yo me quiero morir, yo me quiero ir con mi mami y mi papi. La menor también llora, haciendo el rosario conmigo… Sabemos que fue Freddy quien mandó a Caché”.

Jaime David Fernández Mirabal, psiquiatra gestor de la prevención de la violencia intrafamiliar y de género, ex vicepresidente de la República opina que “la sociedad no está enferma, pero si con grandes conductas deformadas y en proceso generativo en la escala de valores cívicos”, 

Para Andrea Manjarrez, psicóloga y profesora de las universidades Autónoma de Santo Domingo y Santo Tomás de Colombia, “la agresión con ácido del diablo es una de las más fuertes expresiones de violencia contra la mujer, y se convierte en un feminicidio; las sobrevivientes terminan con discapacidad visual, es toda una transformación en su vida, deben aprender a aceptar su cuerpo, proceso de adaptación de poder vivir, el impacto psicológico es muy fuerte; genera estado de ansiedad de impotencia y ese sentido de injusticia social que llena de odio y aumenta la violencia.

Otra psicóloga-docente, Maritza Contreras: “Veo una sociedad con un índice alarmante de casos, una sociedad que, si continúa así podría en poco tiempo desencadenar en un estallido social que no podamos controlar”. 

Según el estudiante universitario Vladimir Rodríguez, “los casos de violencia por ácido del diablo son hechos inaceptables, son como un acto de venganza al ver como alguien utiliza ese medio para dañar a alguien sin darse cuenta las consecuencias que conllevan estos tipos de casos… No solo se afecta víctima y victimario, sino las familias de ambos lados”. 

El emprendedor William Rafael Vásquez: “Los ataques con ácido del diablo son un reflejo de la descomposición social y la falta de amor y respeto al prójimo. Estos deben ser altamente penalizados ya que quienes lo practican lo hacen de manera planificada y conscientes del daño que están ocasionando”.

De acuerdo a Linabel González, directora de la Oficina para el Desarrollo de la Mujer, provincia Hermanas Mirabal, “los nombres de las mujeres asesinadas, como Yanelis, como los de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, llaman a juicio a nuestra sociedad, a la capacidad y la responsabilidad de las organizaciones sociales por no trabajar para la paz o por trabajar con debilidad, por no pedir con fuerza el cese de la violencia y el castigo ejemplar… Son nombres que llaman a juicio a nuestra capacidad de respuesta. El silencio es cómplice”. 

CONDUCTA SOSPECHOSA

El crimen no conmovió, sin embargo, al fiscal del momento, Edward Núñez. Tampoco al abogado Noel Medina, que había contratado la familia. Así lo perciben los parientes más cercanos de la víctima. Sólo hallaban trabas en su afán por lograr justicia para Yanelis. Es el único consuelo. 

“La magistrada Claudia Román estaba muy preocupada por la actitud del titular del momento en Hermanas Mirabal, Edward Núñez, no había hecho nada. Entonces, diligenciamos una cita con la procuradora general, doña Miriam German. Ella nos recibió en su despacho a Carmen Arias, el abogado Carlos Rodríguez, Hirma López y a mí, y, habiendo escuchado nuestras inquietudes y preocupación, se levantó, salió del despacho y regresó con Yeni Berenice, la procuradora adjunta, quien se responsabilizó a llevar el caso y comenzó a trabajar inmediatamente”, narró Mercedes Arias.

La abogada y tía de Yanelis, Carmen Arias, considera que el caso debió estar en fase más avanzada, pero que “hubo manejos extraños, pues, el fiscal titular puso muchos escollos, negativa a todo; y el primer abogado no se manejó bien”.

Anselmo A. Gómez (Freddy), considerado autor intelectual, no ha dado la cara. Las autoridades lo han declarado en rebeldía por no acudir a la audiencia preliminar. Gestionan la extradición desde EE. UU.

En el caso de Agustín de Jesús Pimentel (Caché), autor material, se espera fijación de la fecha del juicio. 

Antes de morir, Yanelis reveló el comentario que le había hecho Caché: “El patrón tiene una sorpresa para usted”. Era miércoles. El viernes consumaría el hecho que hoy se le imputa.

TIPO PENAL

Según el Código Penal Dominicano, el empleo de una sustancia corrosiva está tipificado como acto de tortura y barbarie, en tanto los victimarios buscan provocar un daño o sufrimiento tanto físico como psicológico.

Establece penas que van desde 15 hasta 30 años, sin importar que la persona fallezca o no. Existen agravantes a imponer la condena máxima.

En el caso de Yanelis, hay agravantes por las cuales el Ministerio Público solicitaría una condena de 30 años. En cuanto al autor intelectual, la premeditación y por ser expareja. Y sobre Caché, la premeditación (Art. 303 y 303 numeral 4, numerales 7 y 10, modificado por la ley 24-97).

La actual fiscal de la Unidad de Atención a Víctimas de Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales en Hermanas Mirabal, Claudia Román, ha dicho que el Ministerio Público ha hecho todas las diligencias de investigación oportuna para vincular a los hombres en el crimen. “Por eso, el Juzgado de la Instrucción del Distrito Judicial de Hermanas Mirabal dictó auto de apertura a juicio porque entendió que la acusación tiene los méritos suficientes para enviar a la siguiente etapa que es la del juicio”, explica.

Estadísticas del periodo enero – septiembre 2021 y 2022, Centro Atención a Víctima de Violencia y la Procuraduría General de la República a través de la Unidad de Atención a Víctimas de Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales.

2021: Casos de Violencia de Género 220, Violencia Intrafamiliar 450, Delitos Sexuales 37 y Feminicidio 1. 

Para el 2022: Casos de Violencia de Género 237, Violencia Intrafamiliar 470, Delitos Sexuales 52 y Feminicidio 1.