En la quinta palabra del tradicional sermón de las Siete Palabras, la Iglesia Católica reprochó la manera en que, tanto la población y las autoridades, malgastan el agua.

“Tal como, nos dice el número 28 de la Laudato, si el agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos”, indicó el sacerdote Cesáreo Núñez Flores al hacer lectura del sermón.

Agregó que la queja sigue siendo que el agua es cada vez más escasa y no se vislumbra solución alguna al menos por ahora.

Durante el sermón, el sacerdote sostuvo que la provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora, en muchos lugares, la demanda supera a la oferta sostenible con graves consecuencias a corto y largo término.

Añadió además que la falta de conciencia de la ciudadanía, un Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, desaparecido y aparentemente sin planes, un intento macabro de privatizar las aguas, unido a la creciente deforestación y la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, son parte de la agenda con la que se pretende equivocadamente responder a este desafío. "Se impone pues, volver al grito ahogado del crucificado, tengo sed".

"Hoy en día esta realidad, se hace visible en el mal manejo y falta de conciencia: del liderazgo local e internacional, pero lo más penoso de todo esto, es que nosotros mismos, nos encontramos sumergidos en una ola de ceguera espiritual, y humana que nos impide ver nuestros deberes con el medio ambiente, queremos agua, pero no protegemos la fuente que la producen y cuando la tenemos, la desperdiciamos".

Finalmente, dijo que la minería irresponsable junto a las políticas que pretenden privatizar las aguas y el alto nivel de contaminación dejan sin aliento, el planeta y muchos seres vivos mueren por la falta de agua.

"En este sentido la tierra misma grita tengo sed. Estamos a tiempo de asumir nuestra responsabilidad, de no desperdiciar y contaminar de forma irresponsable las aguas, lo cual, es un pecado ecológico, es un delito que debería ser considerado como un crimen de lesa humanidad".