El suscrito, un ciudadanos común que desde la adolescencia, tras el derrocamiento del Gobierno democrático del profesor Juan Bosch, mi mayor actividad ha sido la de combatiente por la libertad, el pasado sábado 22 fui apresado de modo aparatoso en la Avenida Independencia a esquina Pasteur por la Policía Nacional.

Me informaron de modo escueto que yo era un prófugo, clasificado en rojo en su computadora (software). Realizaron un recorrido conmigo y mi vehículo por los destacamentos de Gazcue y San Carlos, el Palacio de la Policía, para depositarme finalmente en el destacamento de San Carlos. Allí de inmediato me tomaron una foto para ficharme porque era un prófugo recién capturado, me esposaron junto a una puerta de hierro, un “privilegio” para no introducirme en el cuartito celda, porque soy una persona en la senectud  con 74 años de edad.

Un preso me informó que yo tendría que esperar hasta el lunes que llegara el fiscal. Se me permitió comunicarme con mi superior en la UASD, el director de la Escuela de Historia Teodoro Viola, quien hizo contacto con el presidente de FAPROUASD, Efraín Javier, y este se presentó al cuartel con el diputado Dionisio Rodríguez del Frente Amplio.

Ante la intransigencia policial de que "el prófugo no podía ser puesto en libertad", Rodríguez optó por comunicarse con el ministro de Interior, quien ordenó nuestra libertad provisional.

El lunes nos reportamos al destacamento con la presencia solidaria de muchos colegas médicos encabezados por el presidente de nuestra organización, Senén Caba, y una buena parte de nuestros pasados presidentes. También profesores de la UASD, entre ellos el vicedecano de la Facultad de Humanidades, Álvaro Caamaño, y del personal de consultoría jurídica.

En horas de la tarde, por mediación  de una prestigiosa intelectual, junto a una de mis hijas, fui recibido por el director de la Policía Nacional. Conversamos alrededor de dos horas; pude constatar no solo la capacidad y educación de este alto oficial, sino su notaria decencia.

No obstante, tras salir de la reunión, aproximadamente diez minutos después, de nuevo fuimos interceptado por un patrullero de la policía. Con gran aparataje me ordenaron que me entregara preso en la calle Palo Hincado esquina Conde, cuando me dirigía a mi domicilio. Confieso que en esta ocasión les dije de todo a los agentes policiales. La calma ante las agresiones constantes tiene sus límites.

Fui conducido de nuevo en condición de cautivo al destacamento de San Carlos, allí permanecí dos horas, hasta las 9 de la noche. Ellos alegaban que no estaba preso, pero tenían mis documentos y no podía retirarme de allí por voluntad propia. Este nuevo apresamiento se producía apenas diez minutos de salir del Palacio de la Policía Nacional luego de reunirme con el director de ese importante organismo.

No puedo descifrar los pensamientos humanos, pero no creo fuera una orden del director de esa institución, aunque el atropello también fue cometido por policías.

Mi vehículo, que parece es parte del cuerpo del delito, fue retenido por tres días (sábado a lunes), y cuando se ordenó entregármelo debí esperar más de una hora, porque lo bloquearon con otro vehículo cuyas llaves no aparecían.

En la policía siempre me indicaron mi prisión era porque estaba en rojo (software) y eso significa prófugo peligroso. Finalmente se nos informó que yo tenía una querella de 2010 por una litis con la madre de mis hijos, por la custodia de nuestro hijo varón, ya profesional de la medicina optando por una especialidad en el exterior.

Fuimos convocados para el martes 25 al Palacio de Justicia, donde la madre de mis hijos llegó bien temprano desde su domicilio en el interior del país y ante las magistradas fiscal y jueza declaró que esa fue una denuncia de un momento, que nunca se accionó. Las magistradas con sus notables experiencias en estos menesteres declararon anulada cualquier acción punitiva en el caso.

Ahora bien, ¿por qué una querella de 2010  la policía asume tanto empeño en resolverla trece años después, y en menos de 72 horas el prófugo es apresado en dos ocasiones y su  vehículo de 2014 es incautado por un delito ocurrido cuatro años antes de su fabricación?.

La verdadera respuesta de esta tragicomedia es la siguiente: el pasado año, el 4 de abril de 2022, publiqué en el periódico Acento un artículo recordando el cincuentenario del ametrallamiento y ocupación policial de la UASD, en una fecha similar para 1972.

Allí cuestionaba que la policía le pusiera el nombre al Destacamento policial de Villa Consuelo de un general que tenía deudas de sangre con el movimiento estudiantil, porque en vida se especializó en asesinar estudiantes, como lo hizo con el inolvidable dirigente estudiantil William Mieses en San Francisco de Macorís, y con los estudiantes del Liceo Juan Pablo Duarte, tres años después cuando hicieron un acto con motivo del tercer aniversario del ametrallamiento en la UASD, y él ordenó bombardear el liceo con gases lacrimógenos, falleciendo el joven estudiante Miranda, asfixiado con los gases y cerca de una docena de estudiantes resultaron heridos graves.

Coloqué fotos de un valiente reportaje publicado en la desaparecida revista Ahora  relativo a la bestial actuación de este oficial en ese centro educativo. También agregué que en 1978, cuando esta persona era jefe de la policía, intentó asistir a un acto en el Aula Magna del Alma Mater y los estudiantes lo sacamos del recinto universitario. En el artículo decía que yo fui parte de los dirigentes estudiantiles que tomaron esa actitud.

Al salir mi artículo un viejo zorro  experimentado en los movimientos de seguridad y espionaje, ya retirado, me envió a buscar a su casa y me dijo: "Santiago, ponte en alerta, que ese tipo de artículos cae mal en ciertos sectores". Esa es la respuesta de lo que ha ocurrido: Mi artículo «Cincuentenario del ametrallamiento en la UASD» publicado el 4 de abril de 2022. ¡Ese es el reo!.

Ojala la policía sea tan certera en perseguir a los delincuentes como lo han hecho conmigo, apresándome por dos ocasiones en 72 horas dándole seguimiento a mi vehículo, luego de permanecer prófugo por 13 años de acuerdo a su versión. Periodo de tiempo que siempre me he mantenido en el domicilio que ocupó por 49 años en San Carlos, también en mis labores como profesor de historia en la UASD, y dirigente del Colegio Médico, con el agravante de que en el 2021, junto a un grupo de escritores, fui invitado a visitar el Palacio Nacional, en el Salón de las Cariátides, para conversar sobre los aspectos culturales dominicanos con el presidente de la República, y nunca fui apresado a pesar de ser perseguido por 13 años. Es decir que hasta cerca del presidente estuvo un fugitivo de la justicia, en esos momentos por 11 años.

Por recomendación de los mis amigos abogados Angel Veras y Ernesto Ventura, he tenido que dejar de usar mi vehículo, hasta que la policía quiera aclarar este asunto de insistir en perseguirme como prófugo. He vuelto a mi antigua condición de peatón, porque mis condiciones económicas no me permiten tener dos vehículos.

Debo advertirles a quienes están detrás de todo esto, que soy un ciudadano de 74 años de edad, que es el límite de la esperanza de vida para los dominicanos. Es decir estoy pago, como dicen en mis barrios de Villa Francisca y San Carlos.

Si me vuelven a intentar humillar en la calle, van a tener que matarme en el lugar que sea. Aclaro que nunca he portado armas de fuego, por aquello de los "intercambios de disparos".

Santiago Castro Ventura

26 de julio de 2023