El catedrático y escritor Pedro L. San Miguel renunció como Miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Dominicana de la Historia, luego de que Ramiro Matos González fuera aceptado en dicha entidad como miembro al general retirado.
San Miguel sigue así los pasos de la expresidenta de la Academia, Mu-Kien Adriana Sang Ben, quien anunció que se retiraba de la entidad por la misma causa.
En una misiva dirigida a los miembros de la Academia, con fecha del 9 de marzo de este año, el historiador emitió duras críticas contra la decisión de la institución de incluir al del general retirado Matos González, debido a que al sustentar su determinación en criterios legales, la ADH elude asuntos históricos y criterios éticos señalados por el catedrático en diciembre pasado.
A Ramiro Matos González se le atribuye ser el responsable de los asesinatos del líder del Movimiento 14 de Junio y luchador anti-trujillista Manolo Tavárez Justo y de Francisco Alberto Caamaño Deño, líder de la revolución de abril del 1965, entre otros hechos. |
En la carta, San Miguel destacó que en su misiva anterior hizo referencia a las críticas hechas por Minou y Manolo Tavárez Mirabal ante la posible inclusión del general retirado en la Academia, indicando que ambos planteaban "dilemas legales, históricos y éticos".
Expresó que recibió con sorpresa la respuesta de la ADH al reclamo de los Tavárez Mirabal, ateniéndose la entidad a cuestiones legales que, a su entender, "no tienen que concordar con la verdad histórica, mucho menos con la ética".
"Estos otros asuntos —que son, para mí, los cruciales, los más sustantivos— quedan en un inexcusable limbo; de hecho, son totalmente silenciados", lamentó, agregando que "huérfano de fundamentos históricos y éticos, el planteamiento de la ADH termina siendo una banal opinión leguleya".
Me parece alarmante que en un asunto como este una entidad dedicada a la historia, por tanto,
a lo que debe ser su exploración más rigurosa, rehúya lo que debería ser su norte, su criterio
fundamental: la verdad histórica", sostuvo.
Carta íntegra de Pedro L. San Miguel